Por algo son los vigentes campeones del mundo, aunque esta semifinal no le resultó para nada fácil. En un partido de infarto, Sudáfrica encontró los espacios a tiempo y derrotó 16-15 a Inglaterra en la segunda semifinal de la Copa del Mundo en el Stade de France. Ahora, los Springboks se verán las caras con Nueva Zelanda en la gran definición del certamen el próximo sábado, mientras que el equipo de la Rosa se enfrentará a Los Pumas el viernes por el tercer puesto.
Fue un típico test match, con un equipo inglés jugando a su clásica manera, apelando a su juego corto, reagrupado y de uso del pie. Así le ganó a Los Pumas con un jugador menos y así se lo guapeó a Sudáfrica. Los dirigidos de Steve Borthwick sorprendieron a propios y extraños en el primer tiempo, cuando doblegaron a su rival siendo muy agresivos y verticales por momentos, y sacando provecho de su juego de patadas. Así, le generaron bastantes problemas a la defensa sudafricana, que tuvo que cortar dichos ataques con infracciones. De esta forma, Owen Farrell anotó cuatro penales.
Sin embargo los que dominaron el terreno y la posesión de la pelota fueron los Springboks, que si bien lograron posicionarse en campo contrario, les resultó imposible penetrar a una sólida y bien acomodada defensa inglesa que se hizo muy fuerte en el contacto, haciendo que sus hombres de punta y desequilibrantes estuvieron bien contenidos. De hecho solamente lograron descontar por sendos penales.
Sudáfrica arrancó el complemento obligado a dar todo por un marcador en contra que lo dejaba afuera del partido más importante del torneo: la final.
Para colmo Farrell embocó un drop y estiró la diferencia a 15-6 que, por el trámite, pareció inalcanzable. Pero el campeón del mundo pegó un golpe de timón en el momento justo. Sacó a sus pesos pesados y metió sangre nueva, originando una revulsión táctica que desordenó a Inglaterra.
Así, con ímpetu, mucha paciencia, prolijidad, control de pelota y la potencia de sus delanteros, Sudáfrica lo dio vuelta.
Una entrada a toda fuerza del repatriado SG Snyman fue un punto de inflexión a favor de los Boks, que recuperaron la profundidad y contundencia que tanto los caracteriza. Eso sumado a la tremenda precisión de Pollard para embocar todos los tiros a distancia, le dio al ganador la victoria por apenas un punto. Fue un triunfo merecido, buscado y justo, a la medida de un coloso que nunca se da por vencido.