La posibilidad multicultural que ofrece la ciudad es un atractivo para muchos. Sobre todo si uno quiere embarcarse hacia un lugar para estudiar y, de paso, intercambiar costumbres y anécdotas.
La posibilidad multicultural que ofrece la ciudad es un atractivo para muchos. Sobre todo si uno quiere embarcarse hacia un lugar para estudiar y, de paso, intercambiar costumbres y anécdotas.
Lucía Wayar De la Quintana es de Tarija, Bolivia. Terminó la secundaria en el 2014 e inmediatamente les mostró a sus padres un lugar en el mapa del cual no se hablaba mucho: Rosario. "Casi todos los que conocía se iban a estudiar a Buenos Aires o Córdoba. No tenía referencias de la ciudad, casi nada. Busqué información básica, si era grande. Probé suerte y me encantó desde que llegué", cuenta esta joven de 19 años que dice que siempre quiso estudiar Relaciones Internacionales.
Buscó e investigó sobre las universidades que hay en la ciudad, y valoró la oferta que le realizaba la Universidad Nacional de Rosario: "Vi que cátedras de otras facultades de Latinoamérica usan bibliografía que escribieron profesores de acá. Fue una decisión rápida. Se la mostré a mis padres y, al ver las buenas referencias de la facultad, estuvieron de acuerdo".
También realiza una comparación con la misma carrera en Bolivia: cuenta que allí no es muy conocida, y que hasta hace poco se llamaba Diplomacia. "Luego se le agregaron algunas materias y pasó a llamarse Relaciones Internacionales", amplía.
Si el objetivo de Lucía era conocer culturas nuevas, aparte de estudiar lo que siempre quiso, se puede decir que una de sus premisas está más que cumplida. "Vivo en una residencia con 32 chicas de países distintos: Brasil, Colombia, Venezuela, Haití, Bélgica. Eso me ayudó a tener una mezcla de acentos, culturas y jergas", admite y asegura que en la ciudad hay una gran diversidad de nacionalidades y que es abierta a todos los que vengan a estudiar.
"La gente te incluye rápido y te hace sentir bien. Me gusta la ciudad, su movimiento cultural. Disfruto de ir a conciertos y a tomar algo con amigos. Mis primeros dos meses fueron complicados, pero cuando empecé a conocer gente fue todo más llevadero".
Por el momento, se vuelve a su país en colectivo: un tramo de Rosario a Salta, y otro de Salta a Tarija. "Ahora mi familia se mudó a La Paz, por lo que me queda más lejos. Tendré que trazar una ruta nueva", cuenta sin perder el foco en su objetivo de recibirse en la UNR.
No sabe qué hará luego de terminar la carrera; pero, mientras tanto, seguirá desandando la ciudad que, con muy pocas referencias y mucha valentía, eligió para vivir.
Por Gonzalo Santamaría