Todos, menos Kovalevski y Scavone, reconocieron su participación en las maniobras y, rápidos de reflejos, firmaron condenas leves en juicios abreviados, lo cual les permitió gambetear la exposición pública en un debate oral.
El martillero siguió en el proceso convencido de su inocencia, pero fue condenado en 2021 junto con el juez Scavone, quien reconoció que firmó los oficios de los juicios falsos que armaban los abogados con el listado de las cuentas que les facilitaba García Echenique. En 2022 la Cámara Penal ratificó la condena a ocho años de prisión para el martillero.
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El hombre, casado y con tres hijos, cumple la pena en su domicilio con tobillera electrónica. Insistió en hablar con La Capital porque dice que fue el único medio que hizo el seguimiento del caso durante una década.
Gentil y correcto, abre la puerta de su casa en barrio Martín, donde lo acompaña su abogado Rodrigo Mazzuchini.
“Tengo 40 años años de profesión, ningún antecedente, ni una mancha, jamás una sanción”, se exalta de antemano este subastador nacido en Rosario, de padre polaco y madre italiana, y criado en el barrio Tiro Suizo.
Lo condenaron como organizador de una asociación en dos instancias. Como auxiliar de la Justicia, ¿no debería aceptar el fallo y pedir disculpas?
Con todo respeto, el Poder Judicial me tiene que pedir disculpas a mí, porque siempre he sido un señor en mi actividad. No tengo un solo antecedente, nunca una intimación, una nulidad en una subasta. No tengo un solo antecedente en el Tribunal de Disciplina del Colegio de Martilleros, nada. Lo puedo acreditar en todos los juzgados civiles de Rosario. Se la agarraron conmigo, esto me pone mal. No estoy denunciado ni querellado en esta causa. La única denuncia, entre comillas, son las declaraciones de los coimputados, que dijeron que yo fui el organizador, a sabiendas de que no sirve lo que dicen. Hay pruebas de que ellos fueron los delincuentes”.
Las maniobras que avaló la Justicia parecían aceitadas. ¿La vieron fácil, tenían impunidad por sus vínculos y contactos.
Sí, seguro. Y me refiero a estos delincuentes de García Montaño, Heter y Martínez Echenique, que era el único organizador, el que entregaba los datos de las cuentas inmovilizadas a los dos abogados, que eran los que hacían los juicios truchos. Ahí tendría que haber investigado el fiscal.
¿Se considera parte de lo que se define como “la familia judicial”?
Para nada. Ellos tienen doble apellido y yo no. El padre de García Montaño fue abogado del Episcopado. Y el socio (por Heter) era un tarado. A Martínez Echenique el banco lo mantuvo en su puesto de trabajo más de 10 años a pesar de que estaba procesado, y después de acordar el abreviado le dieron una jugosa indemnización. Por eso digo que esto es una cuestión política.
¿Por qué es un tema político?
Trabajaba en el Banco Municipal, lo descubren que entregaba los datos de las cuentas, lo dejan seguir trabajando y después lo indemnizan. Está claro, el tipo está vivito y coleando y agarraron al más débil de la cadena, que fui yo.
¿Alguien lo traicionó?
No lo sé. Me manejo con la ley y el buen desempeño. Por eso digo que la Justicia me tiene que pedir disculpas. Se la agarraron conmigo por una cuestión política, en ese momento estaban los socialistas, y el fiscal en vez de investigarlo a este delincuente de Martínez Echenique, me investigó a mí. No me encontraron nada. Me hicieron pericias en las computadoras y no hallaron nada. Lo único que encontraron fue mi buena voluntad, siempre di la cara.
Pero cobró los oficios, eso se acreditó ¿No sabía que eran de juicios falsos?
Sí, como los puede cobrar cualquiera. Pero no sabía. Yo firmé un convenio reconocido en 2011 por unos trabajos que le hice a los abogados en Funes, cuando me propusieron como martillero. Esas subastas finalmente no se hicieron. Como ellos me depositaron su confianza y nunca pedí adelanto, decidieron pagarme los gastos de esa manera. El convenio que firmé, certificado con escribano, se lo presenté al fiscal, pero nunca lo tuvieron en cuenta.
Cuando se destapó este escándalo se decía que era una práctica habitual en los juzgados civiles. Un hombre como usted, con recorrido en los pasillos de Balcarce y Pellegrini, ¿nunca supo de estas maniobras?
Nunca escuché nada. Pero por suerte se destapó todo. Martínez Echenique antes trabajaba en el Banco de Santa Fe (administraba las cuentas judiciales hasta que se transfirieron al Banco Municipal). Me enteré que durante ese tiempo ya hacía esas cosas, pero no se con quién. Esto viene de atrás. Por eso mi bronca. Porque el fiscal investiga al martillero porque era el más débil de toda la cadena, en vez de investigarlo a ese delincuente. Es una vergüenza lo que hicieron. No hay una sola prueba en mi contra, es una atrocidad jurídica.
Más vale un mal arreglo que un buen juicio, comentan algunos abogados penalistas. ¿Equivocó la estrategia o siguió en el proceso convencido de su inocencia?
Por honor. Porque no tengo absolutamente nada que ver. Voy a ir hasta las últimas consecuencias. Si tengo que denunciar gente, lo haré. Abogados, fiscales. El fiscal en vez de investigar para arriba me investigó a mi, y dijo que eran delitos de lesa humanidad, con todo lo que quiere decir eso. Si el fiscal se merece la denuncia, lo voy hacer.
Dice que el fiscal tenía que “ir para arriba” ¿Qué quiere decir, hasta dónde?
Hasta Martínez Echenique y de ahí para arriba. Investigar al directorio del banco, a la intendenta de la época (Mónica Fein), no al martillero. Yo no tengo categoría de funcionario judicial ni de abogado, no firmo cédulas; subasto y hago tasaciones. Y por más que me diga que son tres o cuatro jueces los que me condenaron, no probaron nada. Nunca cobré como martillero designado, eran oficios que me daban los hijos de su buena madre de los abogados firmados por el juez y el secretario.
¿Es amigo del ex juez Scavone?
Sí, lo conozco desde hace muchos años, de cuando era estudiante. Era buena persona, pero se lo conocía por tener algunas fallas.
¿A qué se refiere con fallas?
Se hablaba en el Tribunal que era corrupto, pero a mi no me consta.
¿Y la relación con el otro juez, Martín?
Sí, lo conozco. Tenía en ese juzgado buenas referencias. Cuando algún abogado le preguntaba qué le parecía como martillero, él me recomendaba.
Después de una hora y cuarto de diálogo, Kovalevski no se da por vencido, insiste con su inocencia. “El fiscal tiene una animosidad hacia mi persona”, gesticula y se agita debajo de un cristo bizantino que pintó su mujer. Antes de saludar gentilmente, reconoce que ante su situación le da “vergüenza” salir a la calle para hacer algunos trámites personales.
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“La operatoria funcionaba igual sin el martillero”
El abogado penalista Rodrigo Mazzuchini junto a su socia Antonella Traversaro asistieron como defensores al martillero Kovalevski durante el juicio. “Lo eligieron específicamente y subjetivamente a él como organizador porque se les ocurrió. Acá no hay ninguna prueba, escrito, grabación, escucha, testigos que lo digan, salvo los coimputados. Si él hubiese firmado de entrada un juicio abreviado, y nombraba a los que hicieron las maniobras, ya estaría olvidado. Los abogados la vieron, se corrieron, devolvieron el dinero y ahora están en libertad y trabajando. Pero como Kovalevski se mantuvo en el proceso y en algún momento se tenía que hacer el juicio, y pasaron diez años, le adjudicaron el rol de organizador, porque no tenía donde ponerlo”, indicó Mazzuchini, presente durante la entrevista a su cliente.
“Si se piensa jurídicamente, (Tomás) Martínez Echenique es el que aporta la información de las cuentas, los abogados son los que arman los juicios, y los jueces firman los oficios. Si se lo saca al martillero de esa operatoria ¿funciona? Si, perfectamente. Entoces llegado el juicio había que ponerlo de organizador porque en otro lado no se podía”, analizó el abogado.
Y agregó que como su cliente “cobró oficios, también lo hicieron otros dos abogados y personas que fueron testigos del juicio. Los oficios los cobra cualquiera, es como un cheque, para que lo entienda la gente. Y en ese punto está la falta de objetividad de los jueces. Acá no se puede probar objetivamente que él cobró porque estaba involucrado en las maniobras. Además, no hay damnificados, y si no hay damnificados no hay estafas. Todo el mundo lo sabe, menos los jueces”.
Según su análisis, durante el juicio “hubo cuestiones que no se tuvieron en cuenta. Siempre lo tomaron con liviandad. Hicimos un montón de planteos jurídicos. La verdad es que con mi socia podríamos no haber estado, porque todo iba a resultar igual. Esto sucede seguido: los fiscales no cometen errores, sus testigos son perfectos, pero lo que dice la defensa no sirve.”
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