Viviendas y edificios del macrocentro de Rosario y de algunos barrios tradicionales atraviesan una ola delictiva que se agudizó durante la pandemia, pero se mantiene de forma alarmante y reiterada: el robo de picaportes, porteros, tapas y ornamentación de rejas, caños de acondicionadores de aire, principalmente de bronce. Durante las madrugadas, los vecinos llegan a escuchar el accionar de los ladrones, pero se mantienen dentro de sus casas frente al riesgo de sufrir un hecho de violencia extremo. Luego amanecen con la sustracción consumada y la incertidumbre de no saber si será la antesala de un escruche. El kilo de bronce se cotiza hasta 1.000 pesos el kilo.
En toda la ciudad
El fenómeno tiene sus variaciones. Aquellos que residen o tienen comercios en las áreas del macrocentro sufrieron el pillaje en puertas y ventanas, pero tampoco se salvan los portales de los edificios.
En las cuadras de Italia, Jujuy, España, Brown, Salta y Catamarca el panorama se profundizó hace un mes. En un edificio de España 54 cambiaron dos veces la manija en una semana. “Es impresionante, nos robaron, la repusimos, y ahora volvieron a sacarla”, indicó un vecino.
En la otra cuadra, un hombre que reside a lado de la emblemática escuela técnica 469 Estanislao Zeballos, indicó resignado: “Es tierra de nadie. Robaron en todos lados. A mi me desapareció una barra de bronce que estaba por encima del herraje de las ventanas. Nadie hace nada”.
Arrasan
La situación no es nueva. En un negocio de Brown y España extirparon el pomo de la puerta principal hace varios meses. Y a pocos metros una comerciante indicó que primero encontró el herraje doblado, imaginó que era la antesala de un escruche, pero luego ya no lo tenía. “Tal vez no pudieron sacarlo la primera vez, pero el fin de semana lo terminaron de arrancar”, lamentó María.
Desde la vecinal Parque España, Gabriel Rojo ratificó que no solo saquean picaportes. “Se llevan porteros completos. Trabajan durante la noche, tienen herramientas y tiempo para desarmar todo de manera rápida, encima, sin presencia policial”, advirtió.
En ese contexto, el dirigente valoró la propuesta de “crear un registro de comerciantes dedicados al rubro de compra y venta de esos materiales usados (chatarrerías) para llegar al fondo del problema y saber “quiénes y cómo distribuyen o venden esos elementos”.
Agregó que el delito se instaló en época de pandemia y se agudizó en los últimos meses. “Son personas encapuchadas, quedan filmados pero no se les distinguen los rostros. Mucha gente hace denuncias online en la unidad fiscal NN, son ellos los que deben investigar”.
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El hierro tampoco se salva. En la misma cuadra de España y Jujuy otra casa vandalizada.
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La vecinal recoge permanentemente la queja y reclamo de los ciudadanos. “Hace unas semanas robaron en dos edificios de San Lorenzo entre Maipú y Laprida. Se llevaron picaportes completos, buzón, barras de bronce. Están a dos cuadras de la Municipalidad”, indicó sobre la impunidad de los delincuentes para avanzar a cualquier hora y lugar.
En lo barrios, encerrados
Si eso ocurre en el macrocentro, donde escasea la presencia policial, en los barrios es peor, porque los vecinos se sienten solos y se suman condimentos más angustiantes. Como muestra se puede tomar el barrio Carlos Casado, donde está asentada la vecinal Martín Miguel de Güemes.
Para Miguel Santamaría, presidente de la entidad, la inseguridad es un tema que crece hace años, ahora también con la rapiña de objetos de bronce, o aparatos que los contienen. “Hay robos de todo tipo, picaportes, medidores de agua, de gas, caños de bajada de acondicionadores de aire, de tanques. Es continuo. Lo peor es que la gente los escucha en los techos o terrazas de sus casas y queda paralizada, aterrada con los ruidos. Se vive encerrado, cambió la dinámica de vida. Acá hay una desidia y falta de políticas serias de seguridad y de eso es responsable el gobernador (Omar Perotti)”.
Para explicar la desesperación y temor que atraviesan muchos ciudadanos, recordó cuando un hombre fue víctima del robo del motor del acondicionador hace un par de semanas. “Escuchó desde adentro de su casa que desarmaban todo, pero no quiso salir porque no sabía si estaban armados. Es terrible es sensación”.
Deterioro de la convivencia
Como otros populosos barrios de Rosario que vienen reclamando cobertura policial, Carlos Casado abarca la zona delimitada por Ovidio Lagos, bulevar Seguí y Francia, hasta las vías del ferrocarril que pasan por Gálvez, unas 48 manzanas, muchas de ellas delimitadas por calles diagonales que hacen más sencilla la vía de escape para los delincuentes.
A modo de reflexión, Miguel alertó que “no se toma conciencia de lo que nos está pasando. Hay un deterioro de la convivencia que se profundiza cada día más, la inseguridad es terrible. Y lo peor es que no encontramos ninguna señal de los políticos, hacen como si nada pasara, y tampoco toman contacto con la ciudadanía”.
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En los barrios Agote y Pichincha, que tienen casonas y viviendas más antiguas con herrajes a la vista, también padecen la ola de robos. Sofía Salvi integra la vecinal Laureano Maradona, y contó que el mes pasado le sustrajeron un picaporte del portón de la cochera de su casa.
“En esa zona hay muchas casa de estilo antiguo, y por eso roban cerraduras, las tulipas, chapas de los medidores de gas, caños. Es frecuente y en el último tiempo recrudeció, a diferencia de Agote donde se producen más entraderas. Roban depende las características de cada barrio”, aportó Salvi.
El viernes a la madrugada fue detenido casi en flagrancia un joven de 27 años que trasladaba una bolsa de arpillera con 12 picaportes y manijas que supuestamente había sustraído de la cuadra de Génova al 1900. Los picaportes están fabricados con latón, una aleación entre el cobre y el zinc que da un color dorado. Pero lo que buscan los maleantes son principalmente los de bronce, que pueden vender hasta 1.000 pesos el kilo.
Cerrajerías: “el último mes arrasaron cuadras enteras
El robo de picaportes, manijas ciegas o bochas de bronce de la puertas se confirma con el trabajo a destajo de los cerrajeros. “Arrasan cuadras enteras en una noche. Los reponemos, pero al otro día vuelven a robar”, describió Damián, titular de la cerrajería Redó (Mitre y Rioja). Y atribuyó la ola de hechos al costo del bronce en el mercado negro. El kilo cotiza entre 600 y 1.000 pesos. “Es salvaje lo que hacen, dejan el tendal en un rato”, manifestó.
Contó que las víctimas deciden reemplazar el dispositivo de bronce (cuesta unos 3.000 pesos) por otros herrajes de aluminio, que se pagan 1.500 pesos, pero son de menor calidad y robustez.
El titular de la cerrajería Tauro dijo que el fenómeno está asociado a la crisis: “Ocurrió en otros tiempos cuando robaban herrajes de hierro, ahora se repite, y se está dando con frecuencia. El bronce aumentó y en un rato se hacen el día”.
¿Dónde se venden? Ningún misterio: chatarreros que pesan y pagan sin mirar el origen delictivo de la mercadería. En la Unidad Fiscal de Imputados No Individualizados intercalan pesquisas por robo de cables, de medidores de agua. Pero aún no se orientó una investigación única por los hechos que describe esta nota.