En el marco de una fuerte crisis provocada por la pandemia, y las consiguientes medidas de aislamiento tomadas por los gobiernos para menguar los contagios, cada vez más rosarinos están pensando en irse a Europa. En un período en el cual aún no se puede viajar, y las perspectivas de hacerlo en los próximos meses no son muy alentadoras, los turnos de renovación de pasaporte del consulado italiano volaron en pocos días al renovarse la inscripción, y el número de consultas de interesados en hacer la ciudadanía se disparó exponencialmente.
Desde hace un tiempo, el sistema de turnos siempre se satura. Pero a raíz de la pandemia y las restricciones, desde marzo no se habilitaban para ciudadanía ni pasaporte. Solo por mail se daban turnos para renovación de ese documento internacional en casos urgentes. Cuando volvieron a darse, reducidos a 15 por día en lugar de los 60 que se daban antes, en solo una semana se llenaron los 31 días hábiles hasta el 3 de diciembre. Esto significa 500 turnos que “volaron” en un período en el que nadie viaja. Todo un indicador.
“Las consultas se multiplicaron por tres. En cualquier publicación que hacemos en redes sobre otras actividades, llegan cuatro consultas sobre pasaporte o ciudadanía”, cuenta el rosarino Mariano Gazzola, vicesecretario para América latina del Consejo General de los Italianos en el Exterior. En su mayoría, se trata de jóvenes de entre 25 y 30 años, de clase media, con o sin estudios, sin nada que los ate a Rosario, solos o en pareja. Sin embargo, también hay algunas familias: Gazzola recibió la consulta de un matrimonio con una hija de 6 años con ganas de buscar otros lares. La mayoría se quiere ir a España, adonde no existe la barrera del idioma.
“Hoy a mucha gente le da más tranquilidad irse a Europa. Allá ya se pueden mover un poco, hay partidos de fútbol, volvieron las clases, la gente se ha podido ir de vacaciones. Hay una recuperación de la normalidad que acá todavía no se ve, porque estamos en una fase más crítica. Creo que se va a incrementar la cantidad de gente que se quiera ir, salvo que allá vuelva una ola tremenda. Hay que ver qué pasa cuando abran los vuelos internacionales”, adelantó el representante de la comunidad italiana en Latinoamérica.
Por una cuestión de seguridad sanitaria, el Consulado está trabajando con media dotación. A medida que la situación sanitaria mejore, van a ir incrementando el número de turnos. Pero en este contexto, temen que nada sea suficiente para satisfacer la demanda. “Hay gente que tiene pasaporte italiano con vigencia todavía de un año y ya están queriendo renovar por las dudas. Todos están pensando en tenerlo por si tienen la posibilidad de irse. Uno siempre tiene el recuerdo del 2001 pero la realidad es distinta, porque hay una incertidumbre general con lo que puede llegar a pasar con la pandemia en Europa”, señaló Gazzola.
Para ciudadanías, desde el 1º octubre el Consulado volvió a habilitar los turnos del sistema viejo (los que ya lo tenían asignado) desde el 15.200 al 17.000, ya que es un trámite que puede hacerse por correspondencia: las personas pueden presentar por correo certificado el pedido de reconocimiento, entregando la documentación y el pago de la tasa. Luego, tienen dos meses para presentarse. Se cree que un 30 por ciento lo hará, aunque la cifra puede ser mayor.
Los que se llamaron son turnos de entre 2013 y 2015, ya que en todo este tiempo el personal, de modo reducido, se dedicó a procesar la documentación de gente que ya la había entregado, una deuda histórica de la dependencia. Antes de la pandemia, se calculaba que este año iba a poder terminarse con los turnos del sistema viejo, pero va a ser imposible: aún quedan 6 mil.
La preocupación es que cuando todo vuelva a la normalidad, si todas las personas que hoy preguntan intentan hacer el trámite de ciudadanía o de pasaporte, todo lo que se había avanzado en cuanto a turnos va a resultar insuficiente. “Cuando abran las oficinas públicas, es decir cuando termine la pandemia, se va a saturar. La presión de la gente para conseguir turno va a hacer que el sistema se vuelva a bloquear”, cerró Gazzola.
Un trámite largo y costoso
Además de los tiempos, que pueden estirarse hasta 5 años o más, el trámite de la ciudadanía significa una suma importante. Para los jóvenes mayores de 18 (el caso más usual de los que se van a vivir al exterior), la tasa es de 300 euros. Sumado al valor del pasaporte, que es de 116 euros, el total al cambio fijado por la embajada ronda hoy los 35 mil pesos al añadir además las actas de cada familiar en la línea de descendencia (defunción, matrimonio y nacimiento), legalizaciones de copias y traducciones de documentación.
Quienes ya son italianos también pueden inscribir a sus hijos menores de 18 enviando la documentación por correo certificado, y con un trámite más corto. A diferencia de la ciudadanía española, la italiana se basa en el principio del "ius sanguinis", en virtud del cual es italiano el hijo nacido de padre italiano o madre italiana. Por línea paterna, sin límites de generación y por línea materna sólo para los hijos nacidos después de 1947.
Respecto a los requisitos, desde diciembre 2018 y sólo para los casos de ciudadanía por matrimonio, se requiere un examen de idioma italiano nivel b1. Es decir, si el cónyuge de un ciudadano italiano solicita la ciudadanía por matrimonio, tiene que presentar la certificación B1 del idioma.