Son ocho mujeres con un denominador común: son mamás, sus hijos realizan tratamientos medicinales con aceite de cannabis y ayer hicieron una presentación en la Justicia Federal para salir de la situación de clandestinidad en la que viven. Acompañadas por la concejala Caren Tepp y el equipo de abogadas de Ciudad Futura, pidieron autorización para cultivar sus propias plantas de marihuana y fabricar su propio aceite bajo controles de calidad de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y no ser perseguidas penalmente por eso. Recibieron el apoyo de otros 17 concejales.
El reclamo parte de una realidad: para el tratamiento de las patologías que padecen sus hijos lo único que les dio resultado fue el aceite de cannabis. Sus historias, adjuntadas por escrito al recurso de amparo y al hábeas corpus presentado a la Justicia Federal, dan cuenta de eso.
"Nosotras no vinimos a pedirle permiso a la Justicia para cultivar, vinimos a informarle sobre una situación que existe para poder salir de la clandestinidad", dijo Erika, una de las madres, a La Capital.
Argentina ha avanzado en el camino legislativo para reconocer los usos medicinales del cannabis. La ley nacional 27.350 —sancionada en 2017 y reglamentada en forma parcial— prevé su utilización sólo en casos de epilepsia refractaria. En Santa Fe, la ley provincial 13.602 —aprobada en 2016 y aún sin reglamentar— autoriza su uso en casos de cáncer, dolores crónicos, fibromialgia, glaucoma, esclerosis múltiple, tratamiento del dolor y estrés postraumático.
La falencia de ambas leyes es que no contemplan la posibilidad del autocultivo. Hoy, quien cultive marihuana, incluso para uso medicinal, está penado por la ley.
Juan Cruz tiene autismo y síndrome de Asperger. Tiene 8 años y hasta 2017 había recibido tratamiento para un trastorno del desarrollo y retraso madurativo que le habían diagnosticado cuando era un bebé. El nene empezó la escuela un año después de lo que le correspondía, y allí tenía el mismo comportamiento que en su casa: no se relacionaba con nadie, no conectaba con su entorno. Ni siquiera con su mamá. Además, había algunas reacciones de su cuerpo que no podía controlar.
Carina, su mamá, tuvo que superar sus prejuicio para acercarse a la Asociación de Usuarios y Profesionales para el Abordaje del Cannabis (Aupac), adonde le explicaron los usos medicinales del cannabis. Decidió probarlo, como tantas otras terapias alternativas. "Nos cambió la vida. Después de una semana, Juan Cruz pudo empezar a hacer la vida de cualquier nene de su edad. Podemos sentarnos a ver televisión, a comer, él me habla, me mira, tiene amigos, junta figuritas", contó la mujer, una de las impulsoras del amparo. Cada vez que el aceite se les acaba, Juan Cruz vuelve a encerrarse en sí mismo. Por eso Carina incluso se expuso a situaciones de claro peligro para conseguir en la clandestinidad la cepa de marihuana indicada para tratar a Juan Cruz, y muchas veces ni así consiguió acceder.
Erika es la mamá de Santino, de 3 años. A los pocos meses de vida, a Santino le detectaron un tumor en el cerebro. Era benigno pero grande, y el espacio que dejó cuando se lo extrajeron comenzó a llenarse de líquido. Para drenarlo debieron ponerle una válvula que al tiempo se infectó. "Le salía pus por todos lados", contó Erika. Por el dolor que sufría lo indujeron en un coma farmacológico del que no salía, incluso cuando su mamá había pedido que le retiraran la morfina que lo mantenía en ese estado. Erika se acercó a Aupac, recibió asesoramiento, consiguió el aceite y se lo dio a su hijo, que a los dos días salió del coma. Desde ese día lo utiliza bajo control médico, al igual que Juan Cruz. Ese control médico, con las leyes actuales, también es clandestino.
Ayer estas ocho mamás, la concejala Tepp y las abogadas de Ciudad Futura, Gabriela Durruty y Jésica Pellegrini, hicieron dos presentaciones en la Justicia Federal. En el fuero civil presentaron una acción de amparo colectivo contra el Estado Nacional para que las provea del aceite de cannabis pero que, hasta que eso ocurra, autorice a estas madres a cultivar marihuana y a producir el aceite con la coordinación de la UNR y la asistencia de Aupac. En el fuero penal presentaron un hábeas corpus preventivo para que se ordene a las fuerzas de seguridad no allanar a estas mujeres.
En Argentina hay dos antecedentes que podrían utilizarse como jurisprudencia: uno en Salta, donde un fallo autorizó en marzo a una familia a cultivar cannabis para tratar a un nene de 6 años que padece de neurofibromatosis; otro en Río Negro, donde el martes la Justicia Federal autorizó a una familia a cultivar marihuana para tratar a un nene con síndrome de Tourette.