Al hablar con los psicólogos y psicólogas y gestores culturales de esta sala se puede entender claramente que los chicos no solo pueden tener muchos y serios problemas, abusos y maltratos sino también intentos de suicidio y además se puede entender que todo esto los afecta a ellos y a sus afectos cercanos.
De todos modos, los profesionales de esta sala explican cómo trabajan y hablan de las posibilidades de acompañar y calmar esas problemáticas. Lo hacen con una labor seria y amorosa que valora la salud integral y respeta la voz de los niños, niñas y adolescentes tanto como su participación en los tratamientos y terapéuticas, de acuerdo a la edad y autonomía de cada quien; que es casi decir que respetan lisa y llanamente la ley de Salud Mental Nº 26.657. La sala 5 del Vilela es un lujo de la salud pública y para las infancias de la ciudad y la región.
Hamacas de tela que no hacen chichones, tendidas en un jardín verde y con flores, el nombre de cada uno escondido en cajones con letras de todas las formas, tamaños y colores; muñecos que abrazan, almohadones para sentarse o dormirse pero también para escribir, carros con cartas donde dejar los miedos, baúles para coser relatos y paredes donde se pegan historias con gatos, árboles, casas y casitas imaginadas por el pintor rosarino Juan Grela y manteles para desayunar y pintar mientras se está internado en cualquiera de las salas del hospital. Son solo algunos de los dispositivos que usan desde la inauguración de la sala los nenes, nenas y adolescentes para nombrarse y nombrar, expresar sus emociones y reconocer el propio cuerpo y el de los demás con el fin de cuidarlos y mimarlos, no de dañarlos.
¿Y qué tiene que ver todo eso con una ley? Otra vez la respuesta es "mucho". Porque la ley de salud mental (promulgada en 2010 y reglamentada en 2013) al igual que este trabajo en el Vilela, pone en cuestión la medicalización psicotrópica de la infancia como terapéutica extendida (muy común, por ejemplo, cuadros como el denominado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Pero además, es una norma crítica a la pregnancia de un abordaje predominantemente neurológico o psiquiátrico, la lógica clasificatoria de diagnósticos permanentes y no reevaluables y las intervenciones profesionales no interdisciplinarias.
Previo a la ley nacional, Santa Fe al igual que Río Negro contó con su propia norma, contra los hospitales monovalentes (solo con la especialidad de psiquiatría) o antimanicomial: la 10.772/91. Pero específicamente la 26.657, en su artículo 8 explicita que “debe promoverse que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, medicina y legales y otras disciplinas o campos pertinentes”.
Palabras, botones y mariposas
La Capital dialogó y recorrió el lugar con la directora del hospital, Viviana Esquivel, con el psicólogo y el jefe del Servicio de Salud Mental, Cristian Lizzi, la psicóloga Paola Cocconi y la profesora de expresión corporal, Magalí Castagno, quienes regalaron a las visitas mariposas pintadas por los chicos.
Son solo una parte de los once profesionales (tres paidopsiquiatras-psiquiatras para niños y jóvenes- y ocho psicólogos) conectados a la sala donde también realizan tareas médicos, trabajadores sociales, abogados y enfermeros, tanto hombres como mujeres en cada caso.
"Todos trabajamos con la cultura y la educación pensando en la salud de manera integral. Si un nene, nena o adolescente tiene que estar mucho tiempo internado cuanta con la escuela hospitalaria. Pero además, al apoyo del municipio se suma el trabajo de la Fundación del Hospital para poder lograr económicamente este proyecto desde lo arquitectónico y lúdico, más la capacitación de los profesionales y la apropiación de todo el personal del hospital de este nuevo espacio, todos lo van visitando y conociendo su lógica", dijo Esquivel.
Mientras se daba la charla, un jovencito dialogaba a los gritos con alguien en el jardín, pero nadie intentó callarlo por quedar bien con las visitas. Y alguien más golpeó la puerta de la sala. Una nena, en silla de ruedas y con la pierna enyesada tras un accidente de autos, se iba de alta y quería despedirse del equipo de profesionales. Les dejó una tela con botones, bordados de hilos de colores y puntillas cocidas, que entramaban una historia: una de las tantas actividades que realizan los chicos internados.
"Cuando los padecimientos subjetivos cambian y los cuerpos se ponen en riesgo es importante analizar nuevas formas de abordaje. En Argentina se promulgaron leyes nacionales y provinciales que definieron otros modos de tratamiento a lo mental. Acá hay un trabajo de más de diez años que comenzó a tomar forma hace apenas dos años, hemos visitado otras propuestas y nos conectamos con la gente de la Isla de los Inventos y el director del Cine El Cairo, aceptaron trabajar con nosotros, y logramos este espacio", dice Lizzi, con 27 años de trabajo en el Vilela, por concurso, y jefe del servicio desde hace cinco años.
"Reemplacé a la doctora y anterior jefa del servicio, Andrea Labartete, quien comenzó a trabajar mucho antes con el equipo del hospital para generar espacios de internación apropiados en función del sufrimiento, crisis y urgencias subjetivas", remarcó.
Esos cambios en las formas de presentarse los sufrimientos, muy ligados a la descomposición del tejido social y económico y producto de políticas neoliberales, a los que refiere Lizzi, ya no son solo las tradicionales enuresis (incontinencia urinaria) o problemas del lenguaje o aprendizaje. Se comienza a hablar popularmente de "brotes" de adultos, adolescentes y niños. Pero en realidad se trata de nuevas formas de padecimientos que ponen en riesgo el cuerpo y con ello la vida misma. "Hay un incremento de desestabilizaciones en los niños y niñas", explica Lizzi.
Cocconi agrega, didáctica, algunos de los escenarios posibles de esos "brotes" en salud mental. "A veces se pierde la noción del espacio y del principio de realidad, es como que se desarma el aparato psíquico y se pueden sentir o vivir cosas 'raras', pequeños delirios de la vida cotidiana. Pero hay muchos otros síntomas y situaciones donde el niño, niña o adolescente puede ponerse en riesgo a sí mismo y a otros. ".
Surgen, entonces, durante el diálogo palabras conocidas por el equipo y en la sala: "anorexias"; "maltratos" (entendidos como vulneración de derechos), "abusos", "crisis subjetivas" (casos en que no se tienen herramientas para responder a algo que acontece), "intoxicaciones por consumo de sustancias" e "intentos de suicidio".
Pero estas problemáticas no refieren solo a los chicos. "Un niños no es sin un otro que hace posible la vida", dice Lizzi antes de agregar: "Y ese otro no siempre es el progenitor, sino alguien que lo quiere, que lo desea, que no están o que no pueden. Allí el Estado debe acompañar, por eso esta sala prioriza también esta atención".
Isla de los inventos
Si alguien habla de Rosario y de infancia posiblemente piense en el Tríptico (Jardín de los Niños, Isla de los Inventos y Granja de la Infancia) tres espacios pensados por la ex secretaria de Cultura del municipio de Rosario y ministra de Innovación y Cultura provincial y gestora cultural, Chiqui González.
"La cultura salva. Es lo que somos: identidad, paisaje, medioambiente, rituales, formas de amor, múltiples lenguajes y la capacidad de construir un nosotros. El arte, el juego, los saberes, la materialidad de las construcciones y oficios salvan. Pero, ¿de qué nos salvan? En primer lugar de la locura porque nos permite representar y simbolizar lo que sentimos. Nos salvan de la muerte en un sentido metafórico. Nos salva de estar solos". Las palabras son justamente de González y dan marco y respuesta a cómo pudieron amalgamarse un proyecto de salud con uno de cultura a travás del juego.
El espacio de juegos de la sala tiene dispositivos permanentes como un bosque de letras, un armario que despliega libros, títeres y muñecos, un espacio de espejos y transparencias para retratar y retratarse y ciudades para armar, entre otras cosas.
También dispone de dispositivos móviles que llegan a las distintas salas de internación tanto en el desayuno, la merienda y la cena, con cuentos, material audiovisual y para escribir o dibujar. Y carros para actividad semanal: que acercan alimentos, insumos de higiene, manualidades, textos y melodías.
Además la sala 5 cuenta con dos habitaciones para internación y un espacio de descanso para familiares que desplaza definitivamente al "acampe" dentro del hospital al que eran obligados algunos adultos de la ciudad y la región cuando los niños, niñas y jóvenes permanecían largos períodos hospitalizados.
Se suma entonces a la estructura hospitalaria de cuatro salas más de internación específica, una Unidad de Terapia Intensiva y una de Hemato-Oncología y Trasplante de Médula Osea.
Algunos creen que esta sala es el primer paso para que alguna vez todo el hospital tenga esta lógica del juego, donde la palabra y lo lúdico desplacen a la enfermedad y como dice González, "salven". Al menos ya es un sueño.