Lo que pasó anteanoche y ayer a la madrugada en la cuadra de Córdoba entre Maipú y Laprida, la más densa de la peatonal, podría caer en la sección Policiales de La Capital si sólo se tomaran en cuenta sus efectos. De hecho, vecinos del lugar debieron llamar al 911 para dar cuenta de peleas entre unas diez o doce personas en situación de calle —incluida una familia con una nena de dos años— y varios robos a transeúntes, uno de ellos cadete de un reparto. Pero esa situación no sólo dejó al desnudo los riesgos que entraña transitar por las noches esa calle céntrica, a apenas cien metros de la Intendencia, sino también una compleja trama social en la que conviven la pobreza, el desamparo, la ruptura de vínculos, los abusos de drogas y alcohol. La policía llegó al lugar varias veces y Desarrollo Social del municipio y la Dirección de Niñez tomaron participación en el hecho.
Al menos en los incidentes de esa madrugada participaron unas 10 o 12 personas, bastantes más de las que desde hace meses suelen dormir ante los locales vacíos que existen en la cuadra o bajo sus recovas.
A esa gente se sumó, hace dos semanas, una chica con su hija de dos años, algo que elevó la preocupación entre los habitantes de la zona.
Según contó Darío, vecino de uno de los dos edificios que se levantan en Córdoba al 800, anteayer el alcohol empezó a correr más temprano que de costumbre y, pasada la medianoche, la cosa se puso tensa.
La misma visión tuvo la empleada de un local de la cuadra que pidió reserva de su identidad, quien al dirigirse hacia Laprida a las 22 ya registró "gritos" y "varias personas que parecían sacadísimas".
Darío relató a LaCapital que el panorama empeoró con las horas. De hecho, además de peleas que terminaron con un árbol de la cuadra partido y su tutor de madera usado como arma, también se produjeron "varios robos a parejitas que salían del Bowling (ubicado a pocos metros) y se dirigían hacia el Monumento y a un cadete de delivery".
Los vecinos llamaron al 911 "en tres oportunidades", por lo que entre la 1 y las 3.15 de esa madrugada "la peatonal se llenó de móviles dos veces". La policía parlamentó con la gente, amenazó con llevarse detenidos y al fin la cosa se calmó.
Pero para Darío no se trata más que de una solución transitoria. "No digo ni siquiera que sean delincuentes, pero tampoco está bueno que haya gente viviendo en la calle ahí, y menos con chicos", sentenció.
En una recorrida que encaró ayer este diario, otros vecinos dieron su parecer. La mayoría contó que "viernes, sábados y domingos las cosas se ponen peor". Pero además cada vez la cuadra está más poblada de personas que viven o sólo pasan la noche a la intemperie (ver aparte).
"Por esta zona, y no sólo sobre la peatonal, donde hay un hueco se meten", contó un empleado del Bowling. Algunos se dedican a la venta ambulante, otros aparecen cuando anochece, otros duermen en colchones resguardados bajo recovas a pleno día.
"Hasta hace un tiempo había un pibe de 13 o 14 años por el que vino varias veces la policía, incluso con el papá, que logró llevárselo. Pero a los dos días estaba de vuelta", razonó el dueño de un quiosco de la cuadra. De hecho, fuentes de Desarrollo Social municipal relataron una situación similar con la joven mamá que antenoche quedó envuelta en el escándalo. "Es un caso con el que se viene trabajando desde hace tiempo para que entienda que la calle no es buen lugar para su beba", contaron.
Volvió
Es más: la tarde previa a los incidentes, tras largas charlas con operadores de Niñez, la chica (ahora ligada afectivamente a uno de los jóvenes que duerme en la calle) había aceptado regresar a la casa de un familiar. "Pero se bajó del ómnibus y volvió", arriesgó la fuente. Ayer por la mañana, nuevamente, agentes de Niñez y del Area de Personas en Situación de Calle volvieron a abordarla, en un "trabajo que lleva tiempo". Aunque como escribió Gabriela Mistral, al niño no se le pueda responder "mañana" porque "su nombre es «Hoy»", no hay respuestas simples para realidades tan complejas.