Luego de que la autopsia practicada por el Instituto Médico Legal a la pareja de ancianos hallada en un departamento de Cafferata 671 corroborara ayer que la causa de la muerte fue intoxicación con monóxido de carbono, el titular de la Asociación de Gasistas, Miguel Ocampo, se encargó de pedir precaución para evitar nuevas tragedias este invierno, en el que los decesos por esa causa ya suman cuatro en Rosario. Básicamente, preferir las estufas con salida al exterior o, en su defecto, garantizar que exista ventilación en los ambientes. Más vale "pasar un poco de frío cuando hace frío", arriesgó, que generar "un calor malsano" en el hogar. Hacer controlar anualmente los artefactos por un gasista matriculado, no usar las hornallas o el horno de la cocina como calefacción y vigilar que las llamas sean de color azul fueron algunos otros consejos básicos.
En lo que va del 2017, en Rosario fallecieron cuatro personas por intoxicación con monóxido de carbono, un drama que a nivel país se estima llega a 200 anuales. Según datos del Ente Regulador de Gas, el 87 por ciento de esos accidentes son producidos por calefones, un 8 por calefactores y un 5 por cocinas.
Y aunque las estufas no son las primeras responsables en ese ranking, en invierno los fallecimientos por inhalación de ese gas se multiplican. En gran medida porque los ambientes quedan cerrados.
Sin embargo, el presidente de la Asociación de Gasistas Matriculados de Rosario opinó que a veces es preferible "bancarse" un poco de frío que sofocarse en habitaciones herméticamente cerradas.
Según el profesional, antes de que comience a bajar la temperatura, como regla anual, los hogares deberían contratar el servicio de un especialista para que revise todos los artefactos. Un servicio que puede costar entre 1.000 y 1.500 pesos.
Obvio que, aparte del control periódico, es clave estar atentos a que los aparatos no funcionen o quemen mal. Síntomas de eso son, por ejemplo, que tengan llama roja, anaranjada o rosada en lugar de azul, que manchen las paredes o, en el peor de los casos, que desprendan olor a gas. En ese último caso, las precauciones deben ser máximas: no hay ni siquiera que encender una luz, sino abrir las ventanas y llamar de inmediato a un gasista.
Las opciones
De todos modos, antes de llegar a esos extremos hay que tomar recaudos previos. ¿Qué estufas a gas son las más inocuas para un hogar?
Después de las que funcionan a caldera, las más costosas, si se puede hay que privilegiar las "de tiro balanceado" o con salida al exterior, "porque no trabajan con el oxígeno del ambiente, sino que lo toman de afuera, y expulsan los gases tóxicos", explica Ocampo.
En caso de tener estufas sin salida, las habitaciones deberían contar con las "rejillas de ventilación reglamentarias" (superior e inferior. Si no poseen, la opción es dejar el resquicio de una ventana abierta.
Las viejas catalíticas, si funcionan bien, no traen inconvenientes siempre que se garantice ventilación.
Otro consejo es no echar mano a hornos ni hornallas de cocinas, ya que en caso de apagado accidental la mayoría de esos aparatos carecen de válvula de seguridad, sin contar el riesgo de las llamas al aire.
Desde ya, el gasista llamó a no tapar rejillas de ventilación, una práctica que los técnicos detectan con bastante frecuencia, ni apelar al fuego de braseros, un "severo peligro de accidentes fatales".
De hecho, reflexionó Ocampo, la realidad es que la mayoría de los hogares humildes hoy echa mano más a artefactos eléctricos (incluso con conexiones irregulares a la red) que a quemar ramas o carbón.
¿Y las viejas estufas a kerosén? En Rosario ya no se usan y, según un relevamiento que realizó LaCapital, se vende muy poco combustible con ese fin. Aun así, algunas estaciones de servicio revelaron que "gente de pueblos sin gas natural suele comprarlo para revender" el kerosén a familias que aún conservan antiguos artefactos.