La costanera norte de clubes náuticos, guarderías de kayaks, bares de verano, carritos y barrancas siempre verdes se está transformando. Una de las postales características de la ciudad, lugar privilegiado para disfrutar del río, empezó a cambiar lotes libres por proyectos inmobiliarios. Y aunque muchas veces los vecinos los resistan, los complejos de viviendas o alojamientos turísticos, crecen incluso frente a la Rambla Catalunya. Según datos de la Municipalidad, hay diez edificios en ejecución y algunos más en proyecto en el corredor ribereño que se extiende entre la rotonda de la usina Sorrento y el balneario La Florida.
Quizás el condominio de 129 departamentos que ya se asoma frente al restó Mordisco sea la cara más patente de esta metamorfosis (ver página 4). Sin embargo, si bien es el más grande, no es el único emprendimiento que avanza en la zona.
Recorrer, aguzando el ojo, las 20 cuadras costeras que separan el puente sobre calle Gurruchaga y la bajada Escauriza depara sorpresas. En la vereda de enfrente al río, cruzando la avenida, hay varios complejos de flamantes departamentos, algunos todavía buscando dueño; otros tantos en plena construcción y varios carteles de lotes en venta. Todo esto sobre las barrancas que, hasta hace pocos años, eran parte del jardín trasero de las casonas antiguas o los chalets de tejas coloradas, típicos de Alberdi.
Según datos de la dirección de Obras Particulares del municipio, en la zona hay 10 obras en ejecución, que sumadas involucran unos 16 mil metros cuadrados, sobre las avenidas Colombres y Carrasco, en el sector que va desde la usina Sorrento hasta el primer acceso a La Florida. En su mayoría son complejos de una planta y dos pisos, con cochera en el primer nivel, destinados a viviendas particulares o alojamientos turísticos temporarios.
Para el subdirector del área, Sergio Corte, los nuevos emprendimientos forman parte del proceso de corrimiento de las inversiones inmobiliarias desde el centro de la ciudad a los barrios. En medio de esta transformación del mercado, la zona ofrece buenos servicios y, sobre todo, una tentadora vista al río. “Por eso están explotando esas construcciones, al punto de que ya quedan muy pocos lotes vacantes en todo este sector”, apuntó el funcionario.
El área de las avenidas Colombres y Carrasco fue una de las últimas en ingresar al nuevo código que regula la construcción en distintos sectores de la ciudad. Está incluida dentro de la ordenanza Nº 9.068 (de cordones perimetrales), aprobada hace dos años, que generó un área de protección ecológica ambiental en la zona de barrancas de los corredores ribereños.
En líneas generales, la norma preserva el tramo central de estas tierras, permitiendo sólo edificaciones sobre las líneas de vereda, limita a siete metros la altura de las construcciones y pone tope a los metros cuadrados a construir que sólo pueden afectar el 40 por ciento del lote, para mantener los espacios verdes.
Sin embargo, la mayoría de los permisos de construcción son anteriores a la entrada en vigencia de la ordenanza actual, más restrictiva que su antecesora.
Los primeros. Los primeros emprendimientos empezaron a construirse a fines de 2012. Por entonces, se empezó a preparar el terreno para el complejo Residencias del Río, frente al club de Velas. La edificación no estuvo exenta de polémica: un grupo de vecinos presentó sus quejas en la Municipalidad y el Concejo, advirtiendo que su propiedades perderían la vista al río.
Sin embargo, la construcción del complejo de cinco viviendas de unos 120 metros cuadrados cubiertos, tres dormitorios y dos cocheras cada una siguió su ritmo.
Pegado a este emprendimiento, dos lotes en venta, complemente vallados auguran un destino similar. Y, unos metros más al norte, frente al Yacht Club, en otro predio una retroexcavadora trabaja a destajo para dejar listo el pozo donde se asentarán los cimientos de un nuevo edificio en un lugar completamente verde.
Cruzando la calle, otra construcción asoma por debajo de las canchas de tenis de un caserón típico de zona norte. Por sólo poner algunos ejemplos.
Nicolás Ruggiero nació y se crió en la zona norte de la ciudad. Y allí también su familia fundó la constructora que ahora se llama Edilizia. La firma construye un complejo de tres viviendas sobre la barranca, al lado del club Remeros, y otro edificio a dos cuadras de allí, en Puccio y Rondeau. “Los proyectos que se están haciendo sobre la costanera norte están pensados para las personas que quieren vivir en Alberdi y disfrutar del río, pero en espacios más pequeños y, sobre todo, más seguros”, sostuvo.
A diferencia de los proyectos que se concretan en otras zonas de la ciudad, destacó, “la mayoría de las viviendas son amplias, con cocheras y amenities” para ser habitadas.
Vacantes.En términos generales, estos nuevos emprendimientos se levantan sobre los lotes frentistas a las calles José Hernández y Alvarez Thomas que llegan al pie de la barranca.
“Usualmente son terrenos vacantes o los jardines traseros de viviendas unifamiliares de gran tamaño que, al tener acceso por la costanera, generan estos procesos de sustitución de viviendas individuales por complejos de media densidad. O por proyectos más grandes, en los casos en que se pudieron unificar lotes”, explicó el secretario de Planeamiento del municipio, Pablo Barese.
Y si bien admitió que una vez concluidos las iniciativas en marcha cambiarán la postal de la costanera norte, el funcionario pronosticó que la transformación tiene sus límites. “No hay muchos lotes en condiciones de generar nuevos proyectos. De cara al futuro, no se ve esta potencialidad”, sostuvo.
De todas formas, los cambios recién comienzan.