“Tengo una banda de sed”. “Estoy cansada de levantarme a la madrugada a cargar baldes”. “Queremos agua”. Los testimonios se multiplican y corresponden a vecinos de los barrios Gráfico, Fisherton sur y Antártida Argentina. Se escucharon durante una manifestación que realizaron esta semana para reclamar y visibilizar que no tienen servicio desde hace por lo menos quince días.
Como publicó ayer este diario, la crisis climática con la ola de calor y la falta de lluvias, sumada al atraso de años en obras estructurales, está afectando la capacidad operativa de la empresa Aguas Santafesinas SA (Assa) para la producción y distribución de agua potable en muchos barrios de la ciudad, sobre todo los más alejados del centro.
Las situaciones de extrema necesidad y angustia en cientos de hogares rosarinos ponen en evidencia la falta un recurso indispensable para la vida, cuyo acceso es un derecho impostergable.
El martes al caer la tarde, y después de un día sofocante, miembros de Vecinales Rosarinas Unidades se presentaron en Fisherton Sur, en el extremo oeste de Rosario, para adherir al reclamo y apoyar la protesta de los vecinos por el corte en el servicio de agua.
https://twitter.com/VecinalesS/status/1600523458827501569
La entidad, que hace visible esa y otras problemáticas como la inseguridad, registró testimonios que son elocuentes. En el perfil de Twitter de Vecinales Unidas se puede ver un video donde una mujer junto a su familia traslada una carretilla repleta de bidones y botellas vacías con dirección a una casa donde un vecino le carga los recipientes.
Canilla solidaria
“Tengo agua de red, por lo menos hasta ahora sale, pero no se puede vivir sin agua. Vienen familias de todos lados”, manifestó el hombre detrás de la reja de su casa mientras le extiendía una manguera a su vecina. “Esto es para tomar y cocinar, después voy de otra vecina que me da agua salada para limpiar. Estamos así hace varios meses”, explicó la mujer.
Al grito de “queremos agua”, una mujer con un nene en brazos explicó que hace 16 años que vive en el lugar. “Jamás tuve agua potable. Tengo perforación y estoy abasteciendo a los vecinos, pero tengo una bomba chiquita y paro un poco porque se me va a romper, aunque igualmente es agua que no se puede tomar”.
Al calvario se suma el gasto
Cuando gente de Vecinales Unidas pregunta qué solución tienen a mano para satisfacer el consumo, una señora dice con aire de resignación: “Cuando se puede se compra, sino se busca de algún vecino”. Otra señora aclara que un bidón de tres litros cuesta 350 pesos. “Uso tres por semana, y los puedo comprar, pero otras personas no”.
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Un adolescente que se plegó a la protesta se lamentó. “Tengo una banda de sed. A veces intento sacar de la canilla, pero no sale y me quedo sin tomar”. Acalorada, la vecina que acarreaba la carretilla recordó la accidentada noche que atravesó en procura de agua. “Me levanté una y media de la mañana, a las tres de la mañana, a la cinco, nunca pude juntar agua. Vengo de trabajar y no tengo ni agua para bañarme, estoy toda transpirada”.
Vecinales Unidas además gestionó una reunión con Assa para trasladar todos los reclamos y planteos que recibe la entidad por su trabajo en red con distintas organizaciones e instituciones barriales.