Que cada vez más rosarinos elijan vivir en el exterior y sobre todo en España no es una novedad. Sin embargo, la entrada en vigor de la ley de nietos esta semana disparó las consultas en el consulado local que habilitará un servicio especial para dar respuesta a tanta demanda.
A su vez, las cifras del Instituto Nacional de Estadística español muestran que el año pasado las cifras de argentinos en la península ibérica ya superaba a las de los venezolanos que emigraron a ese país.
Los rosarinos que están en España habitan gran parte de allí, hay grupos de WhatsApp solo de argentinos al igual que en las redes sociales y existen algunos que trabajan asesorando a los que recién llegan. Por qué se van y cómo están los que se fueron.
Virginia tiene poco más de 25 años, es odontóloga y está armando las valijas para irse a vivir a España. No es la única. De su grupo de amigos tiene varios que ya están radicados en el exterior y con buenas experiencias. “Me voy por la inseguridad, porque no podemos proyectar, no sabemos qué puede pasar en el futuro en este país”, explicó la joven que anhela caminar “sin miedo a que te roben o a que te pase algo más grave”. La mayoría de los jóvenes se van sin trabajo, y con la esperanza de conseguir uno allá.
“En Cataluña hay muchísimos argentinos”, contó Fernando de 34 años, rosarino que emigró hace cuatro años a Europa para trabajar como cocinero. “Cuando llegué a Tenerife te encontrabas con un venezolano en cada cuadra y ahora me pasa lo mismo con los argentinos, están en todos lados: si vas a bailar te los encontrás, si vas a un bar también, y lo mismo si vas al gimnasio”, relató.
“Una diferencia importante que noté respecto a cuatro años atrás es que antes los argentinos que llegaban encontraban un empleo en cocina, construcción o limpieza, y hoy trabajan igual o mejor que cualquier español, y en empresas financieras, en servicios, o son emprendedores y les va bien, tienen buen sueldo”, describió.
Familias enteras
María Parmigiani es rosarina. Se fue a España por primera vez cuando el país atravesaba la crisis de 2001. Diez años más tarde junto su esposo y tres hijos decidieron regresar a Argentina. Sin embargo, este año, luego de pensarlo mucho, se volvieron a Madrid.
“Ahora veo muchísimos más argentinos que antes, me los cruzo en la calle, en el metro en todos lados”, contó desde Madrid. “Estoy en un grupo de WhatsApp con vecinos de Madrid norte y allí somos 10.000 argentinos”. El 80 por ciento de los que están en ese grupo son argentinos que emigraron con toda la familia. “Nos venimos por decisión propia, así se le dice acá a quienes nos mudamos buscando un futuro mejor para nuestros hijos. En cambio, otros se instalan en Madrid trasladados por trabajos, y de estos hay quienes explícitamente pidieron a las empresas que los destinen aquí”.
María es realista. Ella sabe lo que es el desarraigo y cuánto cuesta estar lejos de los vínculos familiares y amistades de Rosario. “No es fácil insertarse para los adultos. En cambio, para los chicos sí porque en las escuelas se hacen amigos muy pronto, pero para nosotros es más difícil. También es muy diferente emigrar con hijos chiquitos que con adolescentes”, reflexionó. Y si bien los españoles son abiertos a recibir inmigrantes, lo cierto es que tienen otras costumbres a las que hay que adaptarse. Por ejemplo, no suelen invitar a su casa, en cambio prefieren reunirse en bares. Sin embargo, los argentinos prefieren juntarse en parques o plazas los domingos al mediodía.
María contó también que entre los argentinos se ayudan, sobre todo cuando recién llegan. “Hay grupos de WhatsApp de empleo, donde van mandando ofertas o información de trámites”.
Se fue a estudiar, y se quedó
Delfina Caprile se fue a Barcelona en 2019 a estudiar una maestría en internacionalización de empresas con la idea de estar allí por un año y volver a Rosario. Sin embargo, después decidió quedarse y probar suerte. Creó una startup y ahora ayuda a otros argentinos a desarrollar su propia empresa.
“Me vine a Barcelona para estudiar y enseguida conseguí trabajo como camarera mientras me instalaba. Al poco tiempo pude empezar a trabajar en algo relacionado con mi carrera en una empresa italiana como desarrolladora de negocios”, relató la mujer, de 29 años, quien se radicó en España junto con dos amigas.
“Me agarró la pandemia en Barcelona y fue un buen momento para pensar en qué quería hacer de mi vida laboral y ahí fue cuando decidí quedarme”, rememoró la joven que se lanzó de lleno al mundo del emprendimiento. Delfina creó Human Funnel, una startup que acompaña a empresas que quieren desembarcar en España y a la vez les ayuda a escalar en el mercado español. Confesó que cuenta con muchos clientes de Argentina por la situación económica adversa que atraviesa el país. “Muchas empresas que quieren exportar sus servicios o aterrizar en España”, acotó.
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Más allá de su vida laboral, Delfina tiene un gran grupo de amigos rosarinos con los que comparte sus momentos libres. “Creo que los rosarinos elegimos vivir en Barcelona porque tiene un tamaño parecido a Rosario”, opinó y destacó que los rosarinos se juntan mucho. “Somos como una secta, nos gusta estar entre nosotros y recordar momentos y lugares de nuestra querida ciudad porque es verdad que se extraña”, confesó.