La peluquería, chiquita, está ubicada casi al lado del Polideportivo Deliot y enfrente de la feria popular conocida como El Eucaliptus, en bulevar Seguí 5358. Sus dueños son una pareja, Carola Santilli (36) y David Peraino (38), padres de Lola y Francisco. Les gustan los pibes, se nota. En una de las vidrieras del local un cartel reza "Para los más chiquitos", y ellos llevan remeras con la leyenda "Peluqueros por los niños". Ayer bastaba asomarse a la puerta para ver un montón de flamantes juguetes, producto de una propuesta que lanzaron, tan generosa como original: cambiar un corte de pelo por un chiche.
Los clientes no tardaron en llegar con sus paquetes: pelotas, muñecas, baterías de cocina, autitos, juegos de mesa, rompecabezas, valijitas, animalitos y bloques. A un costado dejaron otros, usados, pero limpitos y casi nuevos. Cada uno con destinatarios: nenes internados en el servicio de Oncología del Vilela y nenes del barrio Toba. La movida se viralizó, así que la recepción de juguetes promete extenderse en el tiempo.
Casi todas las acciones solidarias comienzan con la pregunta de "¿qué podríamos hacer?". En este caso los que se la formularon fueron David y Carola, que llevan 19 años cortando el pelo en el barrio", una zona humilde, pero renovada, de la ciudad. Y la cuadra donde hoy tienen su peluquería funciona como un pequeño "centro comercial" del vecindario.
"Esto fue así —cuenta David, en un alto para el almuerzo frugal de la familia dentro de la propia peluquería—: hace unos cinco años, antes de un Día del Niño, pensamos que queríamos hacer algo por los chicos. Porque en esa fecha explota la cuadra".
"Y ahí le dije a Carola: «¿Y si pagamos un pelotero de nuestro bolsillo y lo ponemos en la vereda todo el día gratis?». Lo pusimos y ¡para qué! La gente venía a preguntar: «¿Cuánto sale?». Les decíamos que era gratis y no lo podían creer, los pibes no salían de adentro", recuerda la pareja. También compraron aerosoles para pintar a los chicos.
Además apalabraron a un "amigo pororero", Emanuel, que siempre trabaja en la puerta de la Granja de la Infancia, quien aportó un carrito de pochoclo gratis. Y de ahí hacia adelante comenzaron a sumarse otros vecinos, amigos y proveedores. "Se hizo una rueda", grafica Carola: uno con cajas de alfajores, otro con galletitas, otros con trabajo.
"Se prendieron todos", dicen. Y este año la idea, aparte del festejo tradicional, se fue afinando. Por eso decidieron lanzar la curiosa invitación: un trueque entre un corte de cabellos y un juguete nuevo, que entregarán a la ONG Aldea de Amor, organización que colabora con el área de Oncología del Vilela. Por eso, para prevenir problemas relacionados con las defensas de los chiquitos, piden que sean chiches nuevos y preferentemente dentro de sus cajas originales, no peluches. Para llevarlos hay tiempo hasta el 26 de agosto.
También aceptan juguetes usados, siempre que estén en excelentes condiciones. Esa "cosecha", y todos los nuevos que se le sumen, irá parar al barrio Toba del sudoeste.
El canje corte de pelo-donación sólo duró la jornada de ayer, pero se podrán seguir acercando juguetes. Es lógico: la familia tiene que ganarse la vida con su actividad.
Los que se sumaron con muchísimo entusiasmo a la cruzada fueron Lola (10) y Francisco (12). No con las tijeras, claro, sino hablando del tema en su escuela, la Albert Sabin. Ahora quieren participar de la entrega disfrazados respectivamente de "payasa" y "Spider-Man".
También aportó su ayuda una colega de la pareja, Brenda Basso (30), que aunque es dueña de su propia peluquería ayer se puso a disposición para la causa.
"Es que si a la gente le pega un tema, se viraliza", razona la familia Santilli-Peraino, mientras sigue juntando juguetes. Hoy ya será un día normal, aunque continuarán recolectando juguetes. O propuestas solidarias que quieran sumarse. Su teléfono es el (0341) 153-640898