"Todos estos hechos son evitables", dijeron sin vueltas tres especialistas que ocupan puestos clave en la ciudad y son testigos a diario de decenas de consultas en las guardias, llamadas de urgencia a los servicios a domicilio y a su vez asisten en sala general o en terapia a bebés y niños que fueron víctimas de este tipo de situaciones.
Entre las que pueden ser de gravedad, las caídas y los atragantamientos (con caramelos duros, chupetines, monedas, botones, pilas redondas y juguetes pequeños) ocupan los primeros lugares en las consultas de urgencia pediátrica en la ciudad. Les siguen las quemaduras con líquidos, la ingesta de medicamentos o tóxicos que quedan al alcance de los más pequeños, los ahogamientos en las piletas o fuentones y las electrocuciones.
Los pediatras admiten que durante la crianza, en particular durante los primeros años cinco años de vida, la vigilancia y la supervisión del adulto es imprescindible en todo momento.
Cuanto más chiquitos, más atentos hay que estar, pero incluso han sucedido hechos trágicos entre los 7 y 10 años, y más también.
La pandemia puso en pausa muchos de estos hechos ya que los niños estaban más tiempo con sus familiares, menos en movimiento y más conectados a lo virtual, pero pasado el período crítico del Covid, las guardias volvieron a tener que dar en forma constante respuestas a chicos con lesiones por accidentes.
¿Eso significa que hay que estar encima de los chicos todo el tiempo? "Las infancias son vulnerables y es agotador a veces, pero sí, hay que estar atentos siempre y acondicionar los espacios para que estén seguros: eso incluye no dejarles a mano nada que pueda dañarlos porque en pocos segundos pueden pasar cosas complicadas", afirmaron los médicos pediatras Aníbal Krivoy, Elizabeth Cabrera y Emilse Ferrari.
Con los más grandecitos es necesario charlar mucho y explicarles que hay situaciones que pueden parecerles inofensivas pero no lo son. Deben evitar consumir caramelos duros, chupetines y correr con cualquier elemento en la boca. Es importante además que sepan cortar la comida en trozos pequeños, masticar muy bien y no estar haciendo varias actividades al mismo tiempo mientras se almuerza o cena (es común que los chicos hoy coman mirando una tablet o el celular).
"Hemos tenido el caso de un niño que tuvo una lesión en la garganta porque estaba con un lápiz en la boca y se cayó. Y otro caso de un accidente donde hubo un traumatismo importante del paladar por una cuchara. Los atragantamientos con comida también son frecuentes", comentó Cabrera, jefa de Pediatría del Sanatorio de la Mujer y en el ámbito público.
Las caídas son otro motivo importante de internación: se producen traumatismos de cráneo porque el nene se cae de los brazos del padre, madre, tío o abuelo que están haciendo varias cosas al mismo tiempo, o cuando "vuelan" desde la altura de un adulto porque les hacen "cocochito" o los levantan en el aire como una gracia. También se resbalan del "huevito" que va en el auto cuando los desatan y no los bajan de inmediato. Y otras caídas habituales se dan desde los cambiadores, la cama, las sillas para comer, los andadores (que se siguen usando aun cuando no se los recomienda), las hamacas o los toboganes.
Por otro lado, los chicos que ya deambulan (también los más grandes) sufren resbalones en pisos mojados, en las bañeras, en las escaleras y a veces desde lugares aparentemente "tranquilos", como puede ser un triciclo. "Un mal golpe en la cabeza, incluso desde la propia altura del niño, puede ocasionar una conmoción cerebral", destacaron los médicos.
Los aplastamientos por televisores, muebles y otros elementos, como portones (hubo un caso resonante hace años de una nena de Funes que estuvo muy grave durante meses porque quedó atrapada bajo un portón de los que se manipulan de manera eléctrica) también son comunes.
"Lamentablemente en el Centro de Emergencias del Sanatorio de Niños tanto de Rosario, como en el recientemente inaugurado en Funes, las lesiones externas siguen siendo consultas cotidianas", destacó Krivoy, a cargo de esa área en Grupo Oroño.
A su vez, el médico precisó: "Se las denomina accidentes porque se asocian al destino o al azar, pero sin dudas se trata de hechos prevenibles".
Llamados de emergencia
Emilse Ferrari, pediatra, emergentóloga, coordinadora médica del área de pediatría de Ecco, comentó a La Capital que las consultas por accidentes están a la orden del día y que se pueden dividir por edades, aunque es variable.
En los menores de dos años, explicó, la escena es en el ámbito familiar y los pedidos de auxilio se dan por caídas, obstrucción de la vía aérea por cuerpos extraños y quemaduras ("los padres vuelcan el contenido del termo o la pava porque los manipulan con los chicos en brazos o cerca").
En los que son un poco más grandes el llamado puede provenir, además, de clubes o escuelas.
Si se toma a los mayores de 4 años, aparecen las ingestas de tóxicos (lavandina o productos abrasivos, que suelen dejarse al alcance o en botellas de gaseosa o similares), explica. Tampoco es raro que se tomen las pastillas de los adultos (hay chicos que se han "comido" el blister completo de anticonceptivos de la madre o las píldoras de la hipertensión de la abuela, cuentan los pediatras).
De los 5 a los 9 años las caídas haciendo deporte o jugando de manera brusca, y las mordeduras de animales (porque interactúan más con las mascotas y a veces molestan sin querer a los perros) son motivo de asistencia médica inmediata y habitual.
Ferrari menciona, además, los accidentes de tránsito: "Entre los 10 y 14 años vemos a menudo golpes severos por andar con la familia en moto, o en auto sin cinturón".
Respecto a las obstrucciones de la vía aérea, y en relación al trágico caso del chico de Córdoba, la médica hizo un paréntesis: "Puede pasar a cualquier edad pero es más común en menores de 5 años. La mayoría de las veces se producen porque se ponen en la boca caramelos, chupetines, juguetes pequeños, pedacitos de cosas que andan dando vueltas. Si la obstrucción es total (algo bastante común) el chico no puede ni toser, comienzan a ponerse azules sus labios y sobreviene la pérdida de conocimiento. No respira. "Allí no hay que intentar meter los dedos en la boca, aunque uno tenga esa tendencia en la desesperación. Si lo que se tragó no se ve, no va a poder sacarse tampoco. Incluso, puede que uno lo introduzca más".
Se puede intentar realizar la maniobra correspondiente (de Heimlich) y llamar al servicio de emergencia. "Mientras arribamos vamos dando pautas de cómo manejar la situación. Por otro lado, recomiendo fuertemente que en toda familia se haga un curso de RCP donde se incluye el aprendizaje de la maniobra adecuada y se puede reconocer con más facilidad la gravedad del caso", señaló la médica de Ecco emergencias.
Sobre los ahogamientos en piletas o similares, donde la vía respiratoria se inunda, la experta dijo: "Es muy común tener llamadas por eso en verano, pero no olvidemos que con el frío muchas piletas quedan con poca agua o hay fuentones con agua en el patio o en el lavadero: nada de esto puede quedar librado al azar, el chico necesita supervisión siempre".
"Nosotros, como médicos, intentamos primero salvar la vida y luego evitar las secuelas porque hay casos en los que se los logra sacar adelante en un primer momento, pero luego necesitan asistencia por días o meses", comentó Ferrari.
"Las electrocuciones son otro problema. Los nenes van a intentar siempre meter algo en el enchufe, además ahora manipulan desde muy pequeños celulares y tablets, a veces a los dos o tres años ya saben cómo y donde los enchufan los mayores e intentan imitarlos. Todos los lugares donde hay corriente eléctrica deben estar protegidos, cerrados. Hemos tenido accidentes fatales a causa de la electricidad", reconoció.
"Ante todo, prevención, prevención y más prevención", repiten los pediatras. "La única garantía es el adulto en la supervisión permanente, ni el hermanito mayor ni decir al grupo familiar que alguien lo mire, porque entonces no lo mira nadie y suceden las catástrofes", enfatizó Krivoy.