“Mirá lo que es toda esta gente, Daniel, una locura lo que está pasando”. Había conocido al Negro Ielpi unos meses atrás, precisamente en la Redacción del vespertino Democracia.
El regreso a la democracia le tendió al escritor un puente a la función pública, que él tomó como funcionario del intendente recién elegido, Horacio Usandizaga.
Por Daniel Leñini
“Mirá lo que es toda esta gente, Daniel, una locura lo que está pasando”. Había conocido al Negro Ielpi unos meses atrás, precisamente en la Redacción del vespertino Democracia.
Con 18 años, primer año de la carrera de comunicación social, no podía entender en aquella sala sin divisiones cómo alguien podía dominar tanto la escritura lanzando su columna de opinión de un tirón, en papel (como se practicaba entonces, antes de pasarlo a los tipiadores), y sin una tacha.
Con la admiración de un aspirante y sabiendo ya que se trataba de uno de los intelectuales de la ciudad, me le acerqué una tarde después del cierre. “¿Qué me recomienda leer, Rafael?”. “’La condición humana’, de André Malraux, me respondió amablemente.
(Nota al margen, él —barbudo por entonces— permanecía en la redacción después del cierre porque escribía guiones para un programa de radio de España. Yo ya había sabido de su paso por la revista Boom en los 60, del libro “Prostitución y Rufianismo” que escribió con Héctor Nicolás Zinni y no recuerdo si para esos meses ya había empezado a presentarse la obra teatral “La Forestal”, de Héctor Zapata, Emilio Lenski y Jorge Cánepa que él había escrito).
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Pero el llamado de aquella tarde desde uno de los ventanales a la calle del diario (que estaba por Santa Fe casi esquina San Martín, lindera a la playa de estacionamiento que aún pervive en la ochava) era por otra razón. Ni ajena al periodismo ni ajena (más bien determinante) para lo que resultó la segunda mitad de vida de Rafael…
El Negro estaba maravillado con la gran cantidad de gente que ya marchaba por calle Santa Fe rumbo al Monumento a la Bandera. Eran más o menos las cinco de la tarde de aquel viernes 28 de octubre de 1983, día histórico para Rosario en cuya noche el candidato radical Raúl Alfonsín terminó cerrando su campaña electoral con un marco espléndido.
El entusiasmo del público que lo fue a ver resultó nomás el presagio de la gran victoria que cosechó 48 horas después y que significó el regreso de la democracia al país.
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Ielpi contemplaba el inicio de la procesión, por una de las calles, de las 300 mil almas que terminaron confluyendo ese atardecer (muchas de las cuales con boinas blancas) para rodear el palco montado frente al río y en el que hablaron Alfonsín, Aníbal Reinaldo (candidato a gobernador) y Horacio Usandizaga (postulante a intendente a la postre triunfador también).
Rafael, se ve, tenía inoculada la esperanza del nuevo país que podía devenir con Alfonsín. Hasta esa tarde, suponiéndolo de izquierda, yo desconocía por quién iba a votar.
(Segunda nota al margen: en aquella Redacción -todavía gobierno del Proceso militar, obvio- estaba mezclada y repartida la cuestión, y los recuerdo —como mayores 'vociferadores' de sus filiaciones— a los radicales Pebeto Aramburu, Christian Viña y Vicente Luis Cuñado, al demócrata progresista luego concejal Elbio Martínez y a otros que por montoneros, peronistas o ‘erpios’ habían sufrido la cárcel o el exilio).
Semanas después de los festejos (no solo de los radicales sino casi de medio país al que Alfonsín había cautivado, antes y después de los comicios) Rafael, acertadamente, resultó convocado por Usandizaga para formar parte de su gabinete municipal. Aún ignoro quien le susurró al Vasco el nombre indicado. Ielpi asumió el mismo 10 de diciembre de 1983el cargo de subsecretario de Cultura de la ciudad. En el organigrama dependía del secretario de Gobierno, Angel D'Ambrosio, y su despacho estaba en el entonces Centro Cultural Bernardino Rivadavia (hoy Roberto Fontanarrosa) de la entonces Plaza Pinasco (hoy Montenegro).
Al Negro Ielpi se le deben varias iniciativas culturales y supongo que la mayor fue la creación de la Fiesta de Colectividades que perdura hasta hoy.
Sí, un evento emblemático de la ciudad: idea y creación de Ielpi próximo a cumplir 40 años.
Fue un buen funcionario cultural y por eso razón el radicalismo lo premió y lo siguió apuntando y eligiendo para que continúe la carrera como concejal por varios períodos lo que le permitió consagrarse en algún período como presidente del Concejo municipal.
El poeta, escritor y comunista resultó un recordado y valorado funcionario. Que descanse en paz.