Las calles de la ciudad de Roma amanecieron ayer con un inusual paisaje de quietud y muy pocas personas fuera de sus domicilios en el inicio de las nuevas medidas dispuestas por el gobierno italiano que extendieron a todo el país las restricciones de movimiento para tratar de frenar la expansión del coronavirus.
En un día soleado, la Plaza San Pedro estrenó un sistema de ingresos controlados para regular el flujo de personas y los carabineros dispuestos en los ingresos prohíben el acceso a la Basílica de San Pedro a los fieles que buscan ingresar a rezar.
"Sólo por motivos laborales", decían los agentes para frenar el ingreso a turistas y permitir, en cambio, el de empleados vaticanos y medios acreditados.
Los detectores de metal que rodean la plaza estaban vacíos este martes, en contraposición con las largas filas de turistas que caracterizan a uno de los emblemas del catolicismo mundial, que permanecerá cerrado al turismo hasta el 3 de abril, informó ayer un comunicado de la Santa Sede.
A pocos metros, en los bares y restaurantes, donde circulan las pocas personas que caminan por las calles, muestran su "preocupación" por el posible impacto económico de la nueva cuarentena dispuesta por el premier Giuseppe Conte, aunque reconocen que "era la única forma" para buscar frenar los contagios.
Samuele Marcelli, propietario de un restaurante tradicional a metros de la Plaza San Pedro, dijo que "apoya" las nuevas medidas de Conte que piden mantener un metro de distancia entre las personas, restringen al máximo los desplazamientos dentro del país y disponen el cierre de locales gastronómicos a las 18 horas.
"Sabemos que va a ser difícil para nosotros pero es la única forma de que se pueda hacer algo para frenar el virus. Además, confiamos en que habrá medidas para ayudar al sector del turismo", planteó Marcelli.
Sobre Via della Conciliazione, la avenida que desemboca en la Plaza San Pedro, los vendedores de artículos religiosos muestran su temor "ahora que no hay turistas caminando por la ciudad".
"Nosotros vivimos en el día a día y este vacío nos golpea directamente", planteó Samir, de Egipto, que atiende un puesto con calendarios y rosarios con la imagen del Papa Francisco en uno de los accesos a la plaza vaticana.
Con el transporte público funcionando normalmente, los pocos turistas que pasean por las calles de Roma miran con sorpresa el vacío de la ciudad.
"Nos apegamos a las normas higiénicas de lavado de manos, las distancias mínimas y tratamos de caminar mucho y no tomar trenes o metro", relató Alvaro Deluana, un español de 35 años que pasea con amigos. "Sabemos que los museos están cerrados, pero igual aprovechamos para ver los monumentos y comer afuera", agregó.
Además de las restricciones de horarios para lugares públicos, la nueva disposición del gobierno pide a los italianos no salir de su casa si tienen más de 37,5 grados de fiebre.
En las farmacias, como la "Centrale" de la avenida Cola Di Rienzo, se observan largas filas en sus puertas, siempre con la distancia mínima de un metro entre los clientes, y al personal atendiendo con barbijos y guantes. "Alcohol y todo tipo de desinfectantes es lo que más piden", planteó Giorgio Gioachino, titular de la farmacia ubicada a tres cuadras del río Tíber y a 600 metros de los muros vaticanos.
Después de que el país superara el lunes los nueve mil contagios, Conte extendió a todo el territorio las medidas que inicialmente había dispuesto para la zona norte, foco de los primeros casos de Covid-19.
Además de los vuelos cancelados desde varios países, como Reino Unido, los desplazamientos dentro de Italia se ven completamente restringidos y, por orden del Ministerio de Interior, quienes necesiten moverse por el país deberán firmar un documento en el que expliquen el motivo de fuerza por el que deben viajar.
Por el momento, razones de salud, trabajo, hacer las compras o "volver a casa" están dentro de los motivos admitidos para estar en la calle, aunque siempre con una copia de la declaración jurada para evitar las multas de 206 euros previstas para quienes estén en la calle sin justificación.