Al observar al animal atrapado, decidieron tirar de su cola para sacarlo de las redes que impedían su movilidad. El tiburón atacó dos veces a la persona que intentaba ayudarlo, ya que se sintió molesto por los movimientos. En la primera ocasión, no tuvo éxito; en la segunda oportunidad logró su cometido y mordió a uno de los pescadores. El agua se llenó de sangre y ambos debieron irse del lugar.