El escritor sueco Henning Mankell, autor de la exitosa saga de novelas negras protagonizada por el inspector Kurt Wallander, murió ayer a los 67 años en Gotemburgo a causa de un cáncer, según comunicó su agente literaria y amiga íntima Annelli Hoier, y luego confirmó a DPA su editorial en España, Tusquets, que recientemente había publicado su última obra, "Arenas movedizas". En esta suerte de libro de memorias, "muy revelador e íntimo", Mankell "se sinceraba sobre su enfermedad" y confesaba su miedo a morir, añadió la portavoz del sello.
Mankell saltó a la fama gracias al inspector Kurt Wallander, un personaje cargado de humanidad con el que el escritor sueco vendió más de 40 millones de novelas en todo el mundo. Sus libros se convertían en un bestseller tras otro, pero Mankell era mucho más que uno de los grandes maestros de la novela negra.
El sueco siempre estaba ocupado en distintos proyectos, cuando no era un nuevo libro se trataba de una serie para la televisión sueca o la producción de una nueva pieza teatral. Africa fue para él su segunda patria. Desde mediados de la década de 1980, vivía largas temporadas en Maputo, la capital de Mozambique, donde trabajaba en un teatro, y luchó activamente por combatir la pobreza y el analfabetismo.
"Dividir mi tiempo entre Africa y Europa me ha regalado perspectiva y distancia, y creo que ha hecho de mí un mejor europeo", explicó. "Ambos son mis hogares". Y Africa fue la inspiración para una buena parte de sus obras, empezando por "El hijo del viento". Siguieron novelas como "Un ángel impuro", enmarcada en un prostíbulo, o el ensayo sobre el sida en el continente negro "Moriré, pero mi memoria sobrevivirá".
No obstante, ninguna de sus obras alcanzó tanta popularidad como la saga de novelas negras protagonizadas por Wallander. Y eso que el investigador no le caía precisamente bien a su padre literario, como confesó Mankell. "No estoy seguro de si seríamos amigos si nos conociéramos en la vida real. Compartimos el amor por la música y una visión calvinista del trabajo, pero por lo demás, somos muy diferentes y no me gusta especialmente".
Aun así, el escritor recuperó a su héroe en 2013, después de haberse despedido de él hace tiempo. Fue con "Huesos en el jardín", en la que un inesperado caso sirve de epílogo para este inspector abrumado por la culpa y la sensación de fracaso ante su matrimonio roto, inseguro respecto a sus capacidades como policía y lastrado por el sobrepeso y el ocasional abuso del alcohol.
Activista pro palestino. Mankell no sólo plasmaba su compromiso social y político en sus novelas. Este hijo de un juez y socialista convencido mostró también su activismo por la causa palestina. En 2010 se embarcó rumbo a Gaza en la Flotilla de la Libertad, que fue brutalmente detenida por soldados israelíes. Nueve activistas turcos perdieron la vida.
"Intentaron matarme, pero no lo consiguieron", contó Mankell al respecto en una entrevista con DPA. Tras pasar varios días detenido, el autor acusó a Israel de "piratería y secuestro en aguas internacionales".
A finales de 2013 le fue diagnosticado un tumor maligno. Cuando en enero del año siguiente dio a conocer que sufría cáncer en el diario sueco G"teborgs Posten, recibió mensajes de apoyo de todos los rincones del mundo. Una batalla "desde la perspectiva de la vida", escribió entonces. Y a partir de ese momento, compartió con sus lectores cada paso de su lucha en una columna para el diario.
El cáncer fue también el tema central de su último libro, "Arenas movedizas", que en español publicó hace unas semanas el sello Tusquets. En esta suerte de memorias habla sobre su vida con la enfermedad, su miedo a la muerte y la búsqueda de una respuesta a la pregunta de "qué significa ser persona". Y hay una que estuvo a su lado hasta el final: su esposa Eva, hija del famoso cineasta Ingmar Bergman, con la que se casó en 1998.