El Papa Francisco se reunió ayer con una familia argentina que viajó 20 mil kilómetros desde la ciudad de Buenos Aires para verlo en Filadelfia.
Un portavoz del Vaticano informó que Catire Walker, Noël Zemborain y sus cuatro hijos lograron ver al Papa ayer a la mañana.
La familia publicó en la página de Facebook en la que han documentado su travesía, que Francisco les dijo que estaban “locos” y se rió con ellos.
Walker y Zemborain renunciaron sus empleos en el sector de los alimentos y la publicidad para llevar a sus hijos en un inolvidable recorrido por el continente. Cruzaron 12 fronteras para poder llegar hasta el Encuentro Mundial de Familias en Filadelfia, al que llegaron gracias a sus ahorros y donaciones recibidas.
A lo largo del trayecto se alojaron con diversas familias, visitaron varias atracciones turísticas y documentaron todo el viaje en internet. Educaron en casa a sus hijos Cala, de 12 años, Dimas, de ocho, Mia, de cinco, y Carmín, de tres, con la ayuda de un programa de aprendizaje a distancia.
La familia señaló que recibieron una llamada a las 6 a.m. del domingo para informarles que Francisco quería reunirse con ellos en el seminario de San Carlos Borromeo, su sede a lo largo del fin de semana.
“¿Ustedes son la familia que viajó desde Buenos Aires?”, les preguntó Francisco, según el relato de la familia. Les dijo que había estado siguiendo su trayecto.
Zemborain narró a The Associated Press que Francisco les dijo que estaban locos por viajar desde tan lejos con los niños. Recordó que fue como encontrarse con un viejo amigo, y que el pontífice abrazó a los niños.
Zemborain, Walker y sus hijos planean seguir de viaje hasta noviembre. Francisco ofició la misa ayer ante cientos de miles de personas en el centro de Filadelfia, como último acto oficial en Estados Unidos.
Una argentina caminó ocho días para pedirle por los “sin papeles”
La argentina Alejandra Salcedo caminó 160 kilómetros durante ocho días seguidos para llegar a la ciudad de Washington con el objetivo de pedirle al Papa Francisco que en su visita al Congreso norteamericano fuese el vocero de tantas madres inmigrantes que, como ella, luchan por una reforma migratoria que permita salir de la sombra a los millones de indocumentados que viven en ese país.
Pero Salcedo no lo hizo sola: caminó desde el condado de York, Pensilvania, hasta la capital norteamericana junto a un grupo de 100 mujeres que durante cuatro meses planearon el peregrinaje con el objetivo de llegar a tiempo para entregarle al Papa una petición en la que le solicitaban que en sus visitas a la Casa Blanca y al Congreso se convirtiera en “su voz” y planteara la lucha que llevan adelante por “una política migratoria justa”.
“Que el Papa Francisco diga que las personas en el mundo, cuando emigramos, no debemos ser vistas como personas sin valor o fuera de lugar en la tierra que elegimos vivir”, explicó a Télam Salcedo, quien fundó en 2012 la organización “Madres de Dreamers” (jóvenes que llegaron al país norteamericano de niños), con la misión de alcanzar “justicia y dignidad para la comunidad inmigrante”.
Salcedo llegó a Estados Unidos desde Resistencia, Chaco, hace 16 años junto a su marido y sus tres hijos, y vivió durante 11 como indocumentada.
Sentir en primera persona “el temor de perder la familia con las deportaciones”, pero especialmente la situación de Diego, su único hijo que seguía sin residencia legal, la llevó a fundar la organización que hoy agrupa a trabajadoras domésticas en varios puntos del país y que elaboró la petición dirigida al líder del Vaticano, que desde que llegó a Roma en marzo de 2013 trabaja activamente por el tema de la inmigración.
Para definir la distribución de grupos y estar presentes en la mayor cantidad posible de lugares que Francisco visitó en los dos días de estadía en la capital norteamericana, surgió la campaña “Nos mantenemos unidas. 100 mujeres. 100 millas (160 kilómetros)” y el 14 de septiembre pusieron en acción el proyecto que les significaría ocho jornadas de siete arduas horas diarias de caminata, con paradas para hidratarse, alimentase y descansar.
Y en los que, a pesar del agotamiento, nunca dejaron de organizar cada noche distintos eventos comunitarios para relajarse y compartir.
Los últimos tres días se sumaron también Claudia Salcedo, hermana de Alejandra; Ada Bermejo, y Alejandra Rodríguez, tres argentinas que, al igual que la mayoría de sus compañeras, luchan por su estatus legal.
Una vez en Washington, las madres -que ya eran 170- fueron recibidas por una iglesia local, donde descansaron y se prepararon para concretar finalmente su plan.
Invitadas. Algunas lograron ser parte de los 15 mil invitados que recibió la Casa Blanca al darle la bienvenida a Francisco, otras estuvieron en las cercanías del Congreso.
Pero la que correría con más suerte y sería la encargada de hacerle llegar la petición al Papa, fue Eva Romero, otra argentina que esperó pacientemente pegada a las vallas que demarcaban el recorrido que realizaría el papamóvil por la ciudad.
Romero, que vive en Miami y lucha contra su orden de deportación para no ser separada de su hijo, de nacionalidad estadounidense, fue quien acompañada por un gran cartel con los colores argentinos y la cara del pontífice, logró entre gritos entregarle la petición a un custodio de seguridad de Francisco.
“Nosotros sabíamos que él influenciaba en la inmigración acá, hablando espiritualmente, no políticamente. Nosotros sabíamos que podía hacer algo”, aseguró Salcedo satisfecha por el resultado.