El Papa Francisco abordó directamente los problemas del momento, al iniciar oficialmente su visita a Estados Unidos ayer con un enérgico llamado a combatir el cambio climático, un problema que, dijo, "ya no se puede relegar a una futura generación". Y continuó con un llamado a los obispos a que "no teman darles la bienvenida" a los inmigrantes y a "no permanecer en silencio ante las víctimas del terrorismo, guerras, violencia y narcotráfico".
A su vez, el presidente Barack Obama dijo que el pontífice es una fuerza moral que "nos saca bruscamente de nuestra complacencia" al recordarnos nuestros deberes para con los pobres y el planeta.
Con toda la pompa al alcance de la Casa Blanca, Obama recibió ayer al Papa Francisco en el jardín sur de la Casa Blanca ante una multitud entusiasta de 15.000 personas y una nación embelesada por el pontífice, un hombre humilde que rejuvenece el catolicismo estadounidense a la vez que le provoca urticaria a la derecha.
Con voz suave y en un inglés algo vacilante, Francisco pronunció un mensaje enérgico contra los que dudan del cambio climático, al señalar que el calentamiento del planeta "nos exige reconocer seria y responsablemente" las condiciones que aguardan a los que ahora son niños. Y citó a Martin Luther King, el pastor evangélico defensor de los derechos civiles, al afirmar que "podemos decir que dejamos adeudado un pagaré y ahora ha llegado el momento de saldarlo".
Había iniciado su discurso precisando que "como hijo de una familia de inmigrantes estoy feliz de ser un huésped en este país, que fue largamente construido por esas familias".
Era un mensaje para encantar a la Casa Blanca y a los moderados en general. Pero el Papa también dirigió un mensaje a los conservadores, al reclamar la protección de las libertades religiosas, "una de las posesiones más preciadas de Estados Unidos". "A todos se les exige estar atentos para conservar y defender esa libertad de todo lo que pueda amenazar o comprometerla'', dijo.
Es un mensaje que sin duda alentará a muchos conservadores y obispos que objetan el plan de salud del gobierno y la reciente legalización por la Corte Suprema del matrimonio entre personas del mismo sexo. "Que Dios bendiga a los Estados Unidos", concluyó.
Obama, cuyos planes contra el cambio climático fueron frenados por el Congreso al principio de su presidencia, dijo que comparte la preocupación del Papa por el medio ambiente.
"Santo Padre, usted nos recuerda que tenemos una obligación sagrada de proteger nuestro planeta, el magnífico regalo que nos dio Dios. Respaldamos su llamado a todos los líderes mundiales para apoyar a las comunidades más vulnerables ante el cambio climático y unirnos para preservar nuestro precioso mundo para las futuras generaciones", afirmó Obama.
Con banderas al viento, soldados en uniformes históricos y marchas militares, Francisco salió de su modesto Fiat al jardín de la Casa Blanca en una fresca mañana otoñal que parecía tan optimista como su propia personalidad. Sobre una alfombra roja, el Papa y el presidente escucharon los himnos de la Santa Sede y Estados Unidos.
Justo antes del arribo del Papa, Obama tuiteó: "Bienvenido a la Casa Blanca (at)Pontifex! Sus mensajes de amor, esperanza y paz nos inspiran a todos".
Tras bromear que su patio trasero no suele estar tan atestado de gente, Obama dijo al Papa que la emoción que rodeaba su visita refleja las cualidades singulares de Francisco, "su humildad, su amor por la simplicidad, la mansedumbre de sus palabras y la generosidad de su espíritu".
Después de los discursos en el jardín de la Casa Blanca, Obama y Francisco ingresaron a la Oficina Oval para un encuentro a solas en el que esperan encontrar terreno común para las causas que les son más caras.
Desde el momento que el hombre de sotana blanca y amplia sonrisa aterrizó en Washington, se quitó el solideo para que no se lo llevara el viento y subió a un Fiat gris utilitario, su visita fascinó a una ciudad habituada al ir y venir de las grandes personalidades del mundo.
Posteriormente, en un discurso en italiano a los obispos en la catedral de San Mateo, el Papa mostró en una sola frase su capacidad para trascender la polaridad ideológica de la política estadounidense.
"La inocente víctima de aborto, niños que mueren de hambre o por bombardeos, inmigrantes que se ahogan en búsqueda de un mejor mañana, los ancianos o los enfermos que son considerados una carga, las víctimas de terrorismo, guerras, violencia y narcotráfico, el ambiente devastado por la relación predatoria del hombre con la naturaleza: lo que está en juego es el don de Dios, del que somos administradores pero no amos".
Con respecto a los inmigrantes, el Papa argentino se dirigió a los prelados "no sólo como obispo de Roma, sino también como pastor en el sur" para decirles que "tal vez su diversidad sea un desafío. Pero sepan que también poseen recursos que deben ser compartidos. Así que no teman darles la bienvenida"'.
Luego reclamó a los obispos estadounidenses que el crimen de pederastia "no se repita nunca más" en ese país, donde numerosos clérigos fueron acusados por perpetrar abusos sexuales contra menores de edad y las diócesis debieron afrontar juicios que las llevaron a la quiebra.
Destacó el "empeño generoso" de la Iglesia por "curar a las víctimas" de pederastia, pero instó a los obispos a "seguir trabajando para que esos crímenes no se repitan".
Muchos obispos han tenido dificultades para aceptar la orientación que le quiere imprimir Francisco el abordaje de problemas de justicia social. Casi todos fueron designados por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Una nena puso a prueba el dispositivo de seguridad
El enorme dispositivo de seguridad que protege al Papa Francisco durante su visita de seis días a Estados Unidos fue puesto a prueba ayer por primera vez cuando una niña que entregó un mensaje sobre inmigración pudo abrirse paso hacia el pontífice a través de una barrera de seguridad y situarse en el paso del desfile.
Sophie Cruz, quien vive en un suburbio de Los Angeles, inicialmente se detuvo cuando dos agentes del Servicio Secreto se le aproximaron, luego la alentaron a acercarse al papamóvil, en donde el pontífice hizo lo que hace a menudo: Le dio un beso y un abrazo.
Un encuentro como ese es rutina para el Papa, quien es conocido por mezclarse sin preocupaciones con las multitudes, abrazar y bendecir a niños y recibir regalos de extraños. Pero en su viaje a Estados Unidos está rodeado por un escudo de seguridad que incluye a oficiales del Vaticano, agentes del Servicio Secreto, agentes federales uniformados y policías locales que mantienen alejada a la multitud.
Pero en EEUU, por primera vez se requieren boletos para la mayoría de las procesiones de Francisco y quienes tienen pases tienen que pasar por un detector de metal antes de llegar al sitio. El recorrido del Papa por Washington fue abierto a todo el público y la gente hizo filas desde antes del amanecer el miércoles para pasar por puertas de seguridad y asegurar un sitio en la ruta.
En Nueva York habrá hoy “capas y capas de protección” que el Papa recibirá durante su visita que contempla el despliegue de 6.000 agentes de policía adicionales, dijo John Miller, de la policía neoyorquina.
Casi todos los movimientos del Papa se han programado y el Servicio Secreto están listos para las inevitables decisiones espontáneas de acercarse a la gente en los recorridos.
Nancy Benac/Nicole Winfield - Associated Press