La ciudad de Jersón, que fue liberada este viernes 11 de noviembre, vivió una ocupación rusa que dejará su marca en la memoria de sus habitantes. Fue de las primeras ciudades invadidas por el ejército ruso. El lunes 28 de febrero, el enviado del diario The Guardian relataba: “Hay enormes colas para comprar pan. La harina y la levadura han desaparecido de las tiendas”.
Ese mismo día 28 de febrero, el enviado del Guardian agregaba: “Hay una multitud en el centro de voluntarios. La gente lleva comida, ropa, pan, agua, medicinas, y lo empaqueta todo continuamente. El ambiente es muy amistoso. El coordinador, un miembro del ayuntamiento, está tomando sedantes y da órdenes con voz entrecortada. Vemos a muchos residentes conocidos: los estudiantes están haciendo trampas para tanques, alguien hace cócteles molotov. Todos hablan de las columnas de vehículos enemigos que se dirigen a Jersón. Durante varios días se producen intensos combates en el puente Antonovsky, que conecta la ciudad con Oleshky. Pero nadie cree todavía que Jersón pueda ser ocupada”.
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Los ciudadanos de Jersón enfrentaron con protestas masivas a los ocupantes rusos durante el mes de marzo. Luego Moscú acalló las protestas reprimiéndolas a tiros.
Pero al día siguiente, 1º de marzo, “por la mañana los soldados rusos entran en la ciudad. A través de la ventana oigo el rudo grito de ’¡Soldado! A la fila!’. Treinta soldados con ametralladoras marchan por el patio. Los soldados rusos han entrado en mi Jersón”. Agrega: “se publican nuevos vídeos en Facebook: cadáveres en el Parque Púrpura. Cerca hay cócteles molotov. Sin usar. Estos son los chicos de la defensa del territorio. Querían detener el ataque a la ciudad con estos cócteles. Todos murieron”.
La ciudad resistió en las calles la invasión. Incluso se organizaron en marzo masivas manifestaciones de repudio a la presencia de las tropas rusas. Las banderas azules y amarillas de Ucrania ondeaban en las marchas, que movilizaban a miles de ciudadanos. Una imagen inaceptable para el Kremlin de Vladimir Putin. La respuesta fue la esperable del “zar” ruso: represión con armas de fuego. Aún no se sabe bien cuántos civiles murieron en las calles, y cuántos más fueron secuestrados, torturados y ejecutados por los ocupantes y el gobierno títere instalado por Moscú. Ahora, tanto los soldados rusos que aterrorizaron a Jersón como las autoridades títeres puestas por Moscú debieron huir.
En agudo contraste con los ocho meses largos de ocupación y brutalidad rusa, la situación cambió totalmente en pocas horas. Los habitantes de Jersón pudieron finalmente salir nuevamente a las calles con las banderas de Ucrania, ahora a celebrar la liberación. La inteligencia ucraniana llamó a los soldados rusos que pudieran seguir en Jersón a entregarse. “Su comando los dejó a merced del destino”, dijo en una declaración. “Sus comandantes los llaman a cambiarse a ropas civiles y tratar de escapar de Jersón por cuenta propia. Obviamente, no podrán hacer eso”. Negaron además lo dicho por Moscú, que unos 30 mil soldados rusos dejaron ordenadamente Jersón con 5.000 piezas de equipo militar. “Dejaron mucho equipo” pesado en la ciudad. Videos mostraron a soldados cruzando el puente del río Dnieper a pie, sin ningún equipamiento.
El Ministerio de Defensa de Rusia aseguró que durante la operación de retirada no se produjeron bajas ni pérdida de equipo, pero Serguei Khlan, diputado del Consejo Regional de Jersón, dijo que algunos soldados rusos se ahogaron cuando intentaban cruzar el río Dnieper y otros que no pudieron abandonar la ciudad deambulaban con ropa civil.
El repliegue ruso es un duro revés para Vladimir Putin, que reivindicó a fines de septiembre, durante una ceremonia con gran pompa en el Kremlin, la anexión de cuatro regiones ucranianas, entre ellas la de Jersón, a Rusia. Putin había prometido defender “por todos los medios” lo que considera como territorios rusos, incluso amenazó con la opción nuclear en aras de ese objetivo. “La pérdida de Jersón hará polvo los sueños sureños del Kremlin’’, dijo el analista militar ucraniano Oleh Zhdanov a la agencia Associated Press. “Jersón es la clave de toda la región sur de Ucrania, que permitirá atacar las rutas cruciales de suministro de las fuerzas rusas. Los rusos tratarán de mantener el control por todos los medios’’.
Para Ucrania, la toma de Jersón sienta las bases para la recuperación de la parte de la vecina provincia de Zaporiyia ocupada por Rusia y otras zonas del sur, y eventualmente avanzar hacia Crimea. El control de Jersón también permitiría a Kiev cortar el suministro de agua a Crimea. “Después de la desocupación de Jersón, los rusos volverán a tener problemas de agua potable en Crimea’’, anticipó Zhdanov.
Medios especializados en Defensa independientes, como Revista Ejércitos, señalaron que “Rusia, una vez que el intento de decapitar el gobierno de Zelenski y mantener la política exterior ucraniana prisionera para evitar su acercamiento a Occidente fracasaron, su única preocupación real es mantener el pasillo terrestre a Crimea”. Y es es precisamente este “pasillo” el que ahora quedará al alcance del fuego de mayor alcance de Ucrania.
Otro tema que está detrás de la decisión de Moscú de retirarse sin combatir de Jersón, luego de un mes de amagar con una resistencia calle por calle, es el de las terribles bajas que sufre Rusia. El Pentágono calculó que Rusia ya tuvo más de 100.000 bajas, incluyendo muertos y heridos, desde el inicio de la guerra el 24 de febrero. Las terribles pérdidas que sufrió el ejército en el primer mes y medio de combates en la zona de Kiev, Sumy y Jarkov dejaron a Moscú sin verdaderas reservas. La movilización parcial ordenada por Putin solo logró sumar soldados mal instruidos y peor equipados.