El “subcomandante Marcos”, líder de la guerrilla zapatista mexicana, es hombre libre. Han prescrito todos los cargos que existían en su contra y puede respirar tranquilo, si es que alguna vez estuvo preocupado. “Marcos”, de hecho, ya ni siguiera existe. Decretó su propia muerte en 2014 y se hace llamar el “subcomandante Galeano”. Con ese nombre firmó esta semana dos comunicados “desde las montañas del sureste mexicano”, incluido uno donde se burlaba de supuestas intenciones de detenerlo o matarlo en un diálogo con el “subcomandante Moisés”. “Que me están buscando a mí y a ti, para matarnos”, le decía “Moisés” en el texto. “¿Y por qué? Si tú eres el vocero, a ti te toca. Yo sólo soy el último bastión del machismo zapatista y ya ves que estamos en franca retirada”, le respondía “Marcos”. “Y además yo ya me morí varias veces ¿no me lo toman en cuenta?”.
Después de 21 años un juez federal decidió archivar la causa penal vigente en su contra, según dio a conocer el Consejo de la Judicatura Federal mexicana el martes. El motivo: prescribieron los delitos de motín, rebelión, terrorismo, conspiración, portación de armas prohibidas, provocación de un ilícito y apología del delito que se le imputaban desde el 9 de febrero de 1995.
Nunca fue perseguido. En realidad, el gran estratega del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), alzado en armas el 1º de enero de 1994 contra la marginación de los indígenas, formalmente no estaba siendo perseguido. Un mes después de emitirse la orden de captura, el Congreso la dejó en suspenso con una ley destinada a facilitar un diálogo de paz y así se mantenía desde entonces.
Del día a día de “Marcos” se sabe poco. “Anda acá tranquilamente”, dijo el obispo de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi, antes de la visita que hizo el Papa Francisco a Chiapas el 15 de febrero. “Vive aquí, en la vida común y corriente. El convive con los indígenas, por eso lo aceptan. Sigue por aquí trabajando”, afirmó.
La última vez que se le vio en público fue en mayo de 2014 en una reunión del EZLN en el municipio autónomo zapatista de La Realidad, en Chiapas, a la que llegó montado a caballo. Fue cuando anunció su nuevo nombre de “Galeano”.
En 1995, cuando se ordenó su captura, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo reveló que el carismático líder zapatista era Rafael Sebastián Guillén Vicente, un profesor universitario, hoy de 58 años. Pero el juez que sobreseyó su causa optó por identificarlo simplemente como “el subcomandante Marcos”.
En 2001 “Marcos” y una delegación del EZLN salieron de sus refugios en la selva de Chiapas para un recorrido de 37 días y más de 6.000 kilómetros que bautizaron la “Marcha del color de la tierra”. Tuvieron libre tránsito y nadie intentó detenerlos. Llegaron a Ciudad de México para pedir al Congreso que aprobara una reforma constitucional de derechos y cultura indígena basada en los acuerdos de paz de 1996, pero la versión diluida que se adoptaría después indignó a los zapatistas. En el año electoral 2006 Marcos nuevamente salió de la clandestinidad para un recorrido denominado “La Otra Campaña”, destinado a sumar fuerzas con otros grupos. Fueron 45.000 kilómetros de gira y “Marcos”, que dejó las armas en Chiapas antes de salir, dio por primera vez una entrevista en vivo por televisión.
Rige una tregua. El alzamiento armado de 1994 dejó 159 muertos, 107 heridos y 29 heridos en 12 días de hostilidades, según las cifras oficiales. Desde entonces rige un alto el fuego y los indígenas zapatistas se han organizado en comunidades autogobernadas. a pluma de “Marcos”, irónica y con frecuencia críptica, sigue activa bajo la identidad de “Galeano”. En su último comunicado, firmado junto con “Moisés”, pareció referirse de manera crítica a la visita de Francisco. “Aunque en los períodos oscuros, como el que ahora se padece, surgen ’comerciantes de la esperanza’, los zapatistas no nos dejamos llevar por las tonterías eclesiales, seglares o laicas”, escribió “Marcos”, más libre que nunca y tan libre como siempre.