Este martes Brasil tendrá un Día de la Independencia muy diferente al tradicional, en un clima enrarecido por las marchas convocadas por el presidente Jair Bolsonaro, quien denuncia a las instituciones de la democracia brasileña, en especial al Tribunal Supremo. Bolsonaro convocó para este Día de la Independencia a manifestaciones en todo el país contra el Supremo Tribunal Federal, al que acusa de "violar la Constitución" tras abrir procesos contra él y sus aliados.
El diario Folha de Sao Paulo titulaba este lunes: "Aislado, Bolsonaro juega a todo o nada con actos de raíz golpista el 7 de septiembre". Para el diario paulista, el presidente lanza a su base radical a las calles en un momento en que está acorralado por la economía, la crisis con el Poder Judicial y las derrotas en el Congreso.
El presidente ultraderechista llega, efectivamente, políticamente aislado a la fiesta de la Independencia y necesita proyectar fuerza tras sucesivas noticias negativas para su gobierno. Al mismo tiempo que pierde capital político con la crisis entre los poderes, intensificada por sus ataques al poder judicial, la alta inflación y la crisis energética se plantean como nuevos obstáculos al proyecto de su reelección en 2022.
En este marco, según allegados del entorno presidencial, las marchas del 7 de septiembre se convirtieron en la oportunidad para que Bolsonaro intente demostrar que aún puede movilizar en las calles. Entre los aliados, algunos dicen que los actos deberían marcar un "todo o nada" para el presidente.
Una participación inferior a la deseada -dicen los interlocutores- reforzaría la percepción de que Bolsonaro es cada vez menos capaz de hacer viable su campaña para 2022, lo que podría impulsar los actos de oposición.
Por el contrario, si este martes logra presentarse como un líder de masas, Bolsonaro espera salir de su débil posición contra las cuerdas ante el desgaste acumulado en sus enfrentamientos con el poder judicial, el Senado y, más recientemente, con los empresarios.
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El objetivo político de Bolsonaro este martes es claro: intentar recuperarse del pulso con las demás instituciones, hoy desfavorable al Planalto.
Según los aliados, este 7 de septiembre -cuando los bolsonaristas prometen declarar una "nueva Independencia"- es también una forma de que el presidente recupere la condición de líder antisistema que marcó su victoria en la campaña presidencial de 2018.
En la perspectiva de la agencia Télam, Brasil se encaminaba hacia un posible precipicio institucional con los actos de este martes. Ante las denuncias de golpismo de la oposición o de una invasión al Supremo Tribunal Federal en Brasilia al estilo de los seguidores de Donald Trump al Capitolio en Washington, Bolsonaro busca enfrentar a la Corte con “1 ó 2 millones de personas en las calles” para que el poder moderador de la República “sea el pueblo y no un par de jueces”.
Es la primera gran demostración con amenazas de quiebre del sistema institucional desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, tras 21 años de dictadura militar (1964-1985.
Además del alcance de la convocatoria que logre, las expectativas también se centran en el contenido del discurso de Bolsonaro. El debe hablar en dos ocasiones: primero en Brasilia y luego en la Avenida Paulista en São Paulo.
El contenido del discurso de Bolsonaro ha sido tratado en estricto secreto. En los últimos días, Bolsonaro ha lanzado amenazas a los ministros del STF (Tribunal Supremo) y defendió la presencia de la policía militar en las manifestaciones. El presidente afirma que las marchas de este martes serán pacíficas.
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Bolsonaro apuesta a movilizar a sus seguidores, que lo llevaron a la presidencia en 2018.
La previsión en el Planalto es que en Sao Paulo, su discurso será más radical que en Brasilia. A pesar de los llamamientos a la moderación, los aliados son escépticos al respecto. Uno de ellos dijo a Folha que los partidarios del presidente no van a las calles a escuchar un discurso de pacificación de parte de Bolsonaro, todo lo contrario.
Según Folha, un dirigente de la coalición de centro comparó este hipotético escenario con el del ex presidente Fernando Collor. Al convocar manifestaciones en su apoyo en 1992, acabó demostrando que tenía pocos partidarios, facilitando el camino hacia su destitución.
De la Internacional Progresista
La Internacional Progresista denunció, en un documento firmado por 150 prominentes figuras políticas de 26 países, lo que considera como ataques del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a la democracia y alertó sobre un posible golpe de Estado.
“Nosotros, representantes electos y líderes de todo el mundo, encendemos la alarma: el 7 de septiembre de 2021, una insurrección pondrá en peligro la democracia en Brasil”, alertó el documento de la Internacional Progresista, que, entre otro suscribieron, por la Argentina, Alicia Castro, Oscar Laborde, Hugo Yasky, Adolfo Pérez Esquivel, Eric Calcagno, Omar Plaini y Fernanda Vallejo.
El texto, al que también adhirieron los ex presidentes José Luis Rodriguez Zapatero, Fernando Lugo, Ernesto Samper y Rafael Correa -de España, Paraguay, Colombia y Ecuador, respectivamente- denunció que la marcha convocada por “grupos de supremacistas blancos, la policía militar y funcionarios públicos” enciende “los temores de un golpe de Estado en la tercera democracia más grande del mundo”.