—Hay especialistas que advierten que la privatización de la educación se da sobre todo por el interés del mercado en actuar dentro del Estado ¿Nota lo mismo?
—Tengo una mirada distinta. No creo que el proceso de privatización que está llevando adelante este gobierno sea a partir de la introducción de empresas dentro de la educación pública. Eso existe, pero no es el gran tema. Yo creo que el objetivo principal del gobierno tiene que ver con el vaciamiento de la educación pública. Cuando Macri dice "los que caen en la escuela pública", cuando Vidal dice "no llegan a la universidad los sectores con menos condiciones", cuando hay una estigmatización de la escuela pública, lo que se quiere hacer en realidad es vaciarla. Entonces la privatización en realidad es una privatización del conocimiento. Lo que buscan es que el que va a la escuela pública acceda a ciertos certificados pero no a los conocimientos que esos certificados proponen. Si uno quiere esos conocimientos lo obligan a ir, aún a pesar de la crisis económica, a escuelas privadas. A diferencia de Chile, donde lo que se ha hecho es privatizar sectores de la educación, municipalizándolos y pasándolos a manos privadas, lo que se está haciendo en la Argentina es un atroz vaciamiento de la escuela pública. Por eso el gobierno tuvo éxito en el 2016 en la paritaria nacional, donde prácticamente no hubo huelgas y empezaron las clases con normalidad. Y tuvo un fracaso en 2017 cuando eliminó la paritaria nacional, igual que en 2018 y 2019. Este gobierno lo que quiere, forzando y obligando al conflicto docente, es estigmatizarlos. No le preocupa si hay clases o no en la escuela pública, porque la concibe solo como un espacio de contención. El mercado en la Argentina necesita una minoría altamente calificada y una mayoría descalificada. Y esa minoría calificada hoy ya se puede conseguir en los circuitos de la educación privada. Entonces, si la mayoría no va a trabajar o lo va a hacer en puestos que no exigen alto nivel de calificación, la teoría de capital humano que ellos plantean es: "¿Para qué los vamos a educar?". Pero sí necesitan los certificados, entonces dicen: "Dejamos abierta a la escuela, pero no nos preocupamos para que tenga contenidos y aprendizajes socialmente válidos.
"El gobierno lo que quiere, forzando y obligando al conflicto, es estigmatizar a los docentes. No le preocupa si no hay clases"
—A nivel nacional el cierre de fábricas y los despidos va de la mano de la caída en la inversión en educación técnica.
—En educación técnica es atroz, porque hay una ley que dice que hay que invertir el 0,2 por ciento del presupuesto nacional en educación técnica. Ley que aprobamos en 2005, porque anteriormente existía un impuesto donde una parte del salario de los trabajadores y los empleadores iba al Conet (Consejo Nacional del Educación Técnica). A esto lo eliminó Martínez de Hoz, pero tenía sentido que los que tuvieron educación técnica retribuyan y los empresarios que ganan en productividad con los que tienen mayor capacitación inviertan. Cuando esto se terminó, nosotros lo volvimos a colocar a partir de este 0,2 por ciento. Durante los primeros tres años (del gobierno de Macri) el promedio de ejecución de esos fondos fueron alrededor del 30 por ciento. Es decir, el 70 por ciento no se ejecutó y se devolvió al Estado nacional. Este año se desenmascararon, porque como ya le tienen que mostrar el presupuesto al FMI, directamente en vez de 8.200 millones de pesos, que era los que había que poner en educación técnica, pusieron 4 mil. O sea, el 0,1 por ciento, la mitad. Pero no les alcanzó con eso. Se dieron cuenta que como esto había que demostrar que funcionaba de alguna manera, empezaron a pasar programas. Y ahora el Plan Fines, que es un plan que no tiene que ver con la educación técnica sino con la terminalidad de la secundaria, lo pasaron a ese fondo. Lo computan ahí. Es de un nivel de despreocupación enorme, en momentos donde la educación técnica y la formación profesional es más necesaria, porque si el gobierno se da cuenta que hay problemas laborales y necesita emprendedorismo y más trabajo de "cuenta propia", todas las investigaciones muestran que quienes mejor se defienden en el mercado informal son aquellos que tienen una formación técnica, haciendo changas que les permitan sobrevivir. Bueno, en el momento en que más habría que aprovechar esa formación es donde el gobierno más desinvierte.
—Eso viene de la mano de lo que decía el entonces ministro de Educación Esteban Bullrich, que hablaba de "educar en la incertidumbre y disfrutarla". Que se entiende por lo cambiante del mercado de trabajo, pero en un contexto de despidos ¿puede ser preocupante ese discurso?
—En última instancia, si así fuere que hay que educar para la incertidumbre, porque se basa en una teoría que plantea que el mercado es muy cambiante, vos debieras fortalecer la orientación técnica sostenida en una sólida formación general. Porque si el mercado cambia, lo que no cambian son las competencias básicas que necesitás para después poder operar en el mercado, sino que va cambiando la técnica concreta que vas a aplicar. Y esa técnica rápidamente se puede aprender, pero no esas competencias básicas. Que son muy distintas a las de la escuela tradicional, hecha en épocas del fordismo, de repetición mecánica, donde lo importante era la memoria o el disciplinamiento del cuerpo. Ahora habría que hacer lo que el gobierno no hace: fortalecer la formación básica general en competencias importantes para el trabajo moderno; y la formación técnica para aplicarla en puestos concretos de trabajo.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
—A mediados de mes, en la presentación de los resultados de las pruebas Aprender, el presidente destacó las mejoras con respecto a la evaluación de 2016 ¿Es correcta la lectura que se hizo?
—Lo que ha hecho el presidente es enumerar una serie de mentiras que solamente tienen parangón en la serie "hemos bajado la inflación", "el país ha vuelto a crecer", "lo peor ya pasó". Que son todas mentiras y que también lo ha hecho en el campo educativo. La verdad que es grave porque desnaturaliza una herramienta muy importante como es la evaluación. La primera mentira es cuando dice que para el gobierno lo más importante es la educación. Por los datos que dije antes, está claro que si lo piensa no lo ejecuta, porque ha hecho de la educación una variable de ajuste. En segundo lugar, no existe un antecedente en el mundo donde alguien mejore en dos años de 5 a 8 de cada diez los chicos que tienen nivel superior de lectura. Y mucho menos por la evaluación anterior, que tardó un año en procesarse y después hay que tomar políticas. El gobierno no tomó políticas. Pero si así fuera, primera entraríamos en el Libro Guinness de los récords de mejora de la calidad de la enseñanza. Y en segundo lugar, vendrían especialistas de Finlandia, Singapur, Corea, Japón, Alemania? de los países que tienen más alta educación en el mundo, para ver cómo hicimos para mejorar en dos años más del 50 por ciento del nivel de educación de nuestros chicos. Y a la conclusión que llegarían es que para mejorar la calidad de la educación hay que bajar el presupuesto educativo, tener una población mucho más pobre que hace unos años, atacar a los docentes, cerrar programas de capacitación, cerrar escuelas nocturnas y destruir la educación técnica. Porque es lo que pasó en el país. Ahora, si ellos consideraran que esas no son medidas, entonces se irían con la conclusión que el presidente mintió.
—También dijo que antes no se evaluaba y que los resultados se escondían "bajo la alfombra".
—Es una barbaridad que el presidente mienta y nadie diga nada ¿Por qué hay evaluación? Porque en el año 2006 se aprobó una ley que dice que hay que evaluar la educación cada dos años. Este gobierno eso lo cambió y planteó hacerla cada un año. Pero como se dio cuenta que no se puede evaluar todos los años, sacó un decreto para volver a los dos años ¿Y dar a conocer los resultados? Siempre se dieron a conocer. Dice "los escondían bajo la alfombra". No, cada escuela que fue evaluada tenía sus resultados y al finalizar también tenía en qué temas había fallado y cómo mejorar. Y existía el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod), donde los cursos de formación docente iban sobre los temas que descubríamos en las evaluaciones. Porque para eso sirven, para mejorar la calidad de la educación, no para hacer ranking, que es lo que quiere hacer Macri y todavía no le sale. Porque eso estigmatiza a las escuelas más humildes. Pero me parece de una gravedad sin precedentes. Aparte dijo que nos fuimos de la prueba Pisa y es gracioso porque la Pisa se volvió a hacer en 2003. Siempre se hizo ¿Pero qué pasó en la última prueba Pisa? Argentina tuvo mejoras. Todos los años fue teniendo mejoras, con la de 2015 el gobierno llamó a la OCDE y dijo que no quería que se publiquen esos datos. Porque si se publicaban el gobierno no seguía en la prueba Pisa. Les preguntaron por qué y dijeron que porque se mejoró mucho. Yo vengo de la OCDE y ese fue el argumento que se dio respecto de por qué el gobierno argentino prohibió la difusión de los datos de la última evaluación en el ranking total de países. Entonces el presidente miente, las pruebas Pisa siempre se hicieron, se hizo en 2015 y los resultados dieron mucho mejor, de acuerdo a lo que informó la OCDE. Sin embargo el gobierno prohibió que se ponga a la Argentina en el ranking porque consideraba que había mejorado mucho.
—En educación se suele hablar de Finlandia como el norte educativo ¿Es posible? ¿Es necesario?
—Sin lugar a dudas el norte nuestro no solo es Finlandia sino muchos países que tienen muy buena calidad de la educación. Nosotros tenemos que ir y mirar las mejores experiencias del mundo y traerlas acá. Eso hemos hecho incluso con encuentros internacionales en la época en que nosotros estábamos en el Ministerio de Educación. Hace poco el ministro de Educación de Finlandia estuvo invitado por este gobierno y realmente no hay nada más antagónico a las políticas de este gobierno. Le preguntó nuestro ministro cuáles son las políticas que aplican y la primera es cuidar a los docentes. Elegir a los mejores estudiantes de secundaria para que sean docentes, subir el sueldo para que los mejores jóvenes quieran ser docentes. Hoy los mejores jóvenes quieren tener una carrera y vivir de eso. Y de la carrera docente cuesta cada vez más vivir. Entonces tenés una especie en extinción al docente, porque cada vez menos personas quieren serlo, porque el salario está muy castigado. Entonces es docente aquel que no puede ir a la universidad, muchas veces porque tiene un Instituto Superior cerca de su casa o en el pueblo, donde no hay universidad. Me parece que si uno toma la política educativa de Finlandia, pero también las de Corea, Japón o de los países de Europa Oriental, lo que uno ve es que el esfuerzo principal está puesto en el único secreto que tiene la calidad en la educación, que no es la tecnología sino la calidad del docente. Hay preservar las condiciones de vida, el salario y las condiciones de trabajo del docente. Y ahí voy al segundo tema que tenemos que mirar de los países centrales: nosotros no hemos logrado todavía, a pesar que está en la ley, un conjunto de transformaciones institucionales principalmente en la escuela media, que nos darían una mejora en la enseñanza sin necesidad de una inversión mucho mayor, con el 6 por ciento del PBI.
—¿Por ejemplo?
—Te menciono algunas: el docente de jornada completa en la secundaria y diversificar la carrera docente en la escuela primaria. Una carrera de gestión y una carrera de grado. Hoy los mejores docentes se van del aula para ser directivos y ganar más. En cambio en todos estos países, si un docente se capacita pero es un buen docente conviene pagarle más para que siga en el aula. A veces perdés al mejor frente al aula porque necesita ganar más y pasa a ser secretario o director, y quizás no tiene capacidad de gestión. Entonces puede haber una carrera docente para la gestión y otra para el aula, donde se recibe como licenciado y le pagás más, después hace la maestría, sigue en el aula y le pagás más. Y así tenés los mejores en el aula. Y agrego dos cosas más que me parecen fundamentales: hay que avanzar en la idea de fortalecer la presencia de los mejores docentes en los barrios más humildes, donde cuesta más enseñar. También hay que dar un premio al que se queda para trabajar en zonas con condiciones más precarias. Esos docentes son rotativos hoy, porque empiezan la enseñanza por ahí y después se van acercando a su casa a medida que van haciendo puntaje. Entonces cuando tienen buena experiencia, que sería el mejor momento para enseñar, ya se van. La experiencia internacional muestra que hay que tener a esos docentes ahí. También avanzar en tener parejas docentes en los primeros grados. Con eso resolvés el problema de la repitencia. Y se paga solo, porque nos cuesta más caro tener dos veces a un chico en la misma silla dos años seguido. Además, el tutor en la escuela secundaria, el consejo de grado o año en la escuela secundaria y una secundaria que en los últimos años, donde tenemos un problema de deserción fuerte, tenga más injerencia en la vocación. Hoy un chico a los 15 años ya sabe que cosa le gusta y qué no. Entonces muchas veces abandona porque siente que pierde el tiempo en esa escuela. Pero si tiene cosas que le apasionan, que le gustan, sabemos que va a ser el primero en quedarse. Me parece que hay que mirar la experiencia internacional. Por supuesto no traducirla acríticamente, sino en la realidad argentina. Pero hay muchas reformas que ya se discutieron en la ley. Si la mirás dice del consejo de grado, el docente de jornada completa, la diversificación de la jornada docente. Estos temas están, lo que hay que hacer es implementarlos.
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Foto: Angel Amaya / La Capital
—¿Por qué se da esto?
—Este gobierno tiene un récord raro de no cumplir ninguna ley. En educación no cumple la ley de financiamiento educativo ni llama a la paritaria docente. Pero tampoco cumple la ley de los 180 días, que entre otras cosas pone la garantía nacional del salario docente provincial. No cumple con la de educación técnica, tampoco con la de educación nacional que fija el 6 por ciento del PBI a la educación y todas estas reformas que estoy planteando. No cumple con la ley de educación sexual, que es de 2006. Hoy estamos discutiendo como si no hubiera ley de educación sexual pero hay, lo que pasa es que el gobierno nacional no la cumple. Por supuesto no cumple con la obligatoriedad de la enseñanza en la sala de 4, que fue una ley especial y que todavía estamos en el 50 por ciento y de los 3 mil jardines que prometió este año bajó el presupuesto: eran 6400 millones de pesos para construcción de jardines el año pasado y este año es 2100 millones. Ni siquiera inauguraron un jardín. Yo fui ministro entre 2003 y 2007 y todas estas leyes se hicieron en esa época con el voto de la oposición. Esteban Bullrich era diputado y votó las leyes que después no cumplió siendo ministro. Necesitamos de grandes acuerdos nacionales en el tema educativo, porque son políticas de mediano y largo plazo. Las leyes te permiten eso, que se discutan en un ámbito plural y que cuando la oposición pasa a ser gobierno cumpla con la ley porque la votó. En este caso, sin embargo, el gobierno decidió no cumplir ninguna.
—El caso de la ley de educación sexual integral es paradigmático, porque fue debatida y aprobada en 2006 y más de una década después se presentan debates que se creían saldados.
—Sí, justamente porque hay un retiro del Estado ¿Cuál es la política educativa? Este gobierno no tiene política educativa. El Estado renuncia a tenerla y no implementa planes y programas que son fundamentales. Uno de ellos es la educación sexual integral. Si es un derecho, ¿la puede resolver el mercado? No, si en un derecho la tiene que resolver el Estado ¿y dónde la tiene que se resolver? En el único lugar donde van todos los chicos de la Argentina, que es en la escuela. De gestión pública y privada, y en todos los niveles. Vos tenés que empezar desde el nivel inicial, porque los casos de abusos que estamos viendo hoy todos los días en el diario empiezan a veces a los dos, tres o cuatro años. Este gobierno mira para otro lado, no tiene programas nacionales y deja librado a que alguna provincia quiera y otra no. Y como sabemos, hay un sistema educativo que es nacional, la Constitución dice que es la Nación la que tiene que decidir este tipo de programas. Y sin embargo no lo hace.