Por Marcela Isaías
Ante más de mil docentes y estudiantes, el educador convocó a reflexionar sobre la enseñanza. Y para profundizar en la relevancia del trabajo pedagógico, habló del reto diario que representa transformar la información en conocimiento y éste en sabiduría. Algo que demanda "clarificar cuál es el objeto de nuestra tarea en la actualidad".
"Lo importante son las preguntas, los interrogantes que nos hacemos ante un mundo tan complejo y no la cantidad de aprendizaje memorístico, de respuestas aprendidas, predeterminadas y muchas veces contestadas sin sentido", insistió en su disertación. Dijo entonces que ese mundo complejo en el que la escuela asume la enseñanza y el aprendizaje, se caracteriza por la abundancia de información. "Es la primera vez en la historia de la humanidad que el ser humano se encuentre donde se encuentre está rodeado de más información de la que es capaz de conocer", graficó. La desigualdad es otra característica, "donde los más poderosos siempre han buscado la forma para permanecer en el poder y justificar «el lugar» que cada uno ocupa en esas clases sociales". Y otro rasgo, el neoliberalismo. "Estamos en una etapa de un neoliberalismo financiero, donde lo que importa es el beneficio que cualquier actividad puede dar; que ha provocado la concentración de riqueza en pocas manos, y que millones y millones de personas permanezcan en la miseria".
Invitó entonces a pensar la escuela como "un lugar de encuentro", para diseñar otros horizontes.
La experiencia Cossettini
El educador rescató las experiencias pedagógicas "marcadas por la intuición que llevaron adelante buenas maestras y maestros" de otros tiempos. Aquí se detuvo, visiblemente emocionado, a reconocer a las Cossettini. "Yo aprendí —contó para la audiencia— en el año 1992 algo que me marcó. En un congreso en Córdoba vi la película «La escuela de la Señorita Olga» (Mario Piazza), donde conocí ese fundamento educativo, la orientación artística, emocional que implicaba en aquel momento concebir la escuela. Sigo utilizando esa sabiduría".
Al inicio de su presentación Pérez Gómez saludó la vocación de los docentes argentinos por formarse. Y lo reiteró al finalizar su conferencia, en charla con LaCapital, luego de fotografiarse con una buena cantidad de maestras que les acercaron su reconocimiento: "Los docentes de aquí tienen una disposición, una generosidad por aprender, son muy entusiastas, a pesar de que las condiciones no son nada favorables. El docente español tiene muchas mejores condiciones y sin embargo no tienen una vocación tan intensa y sacrificada como aquí".
—Usted define a la escuela como un lugar de encuentro. Un desafío hermoso pero contradictorio en una sociedad que todo el tiempo invita a desencontrarse ¿Cómo es posible hacerlo?
— Creo que diseñando contextos especiales. No podemos imitar a la sociedad. La escuela debe lograr diseñar contextos de comunidades de aprendizajes y de interacción humana que nos convenzan que debe ser así. A lo mejor en la sociedad hay muchas más contraposiciones y no se puede tanto, pero en la escuela los docentes podemos, debemos generar y diseñar estos contextos. Establecer para esto jerarquías de prioridades discutidas sobre qué nos interesa y cómo enriquecernos unos de otros. Es un encuentro con un propósito: reconstruirnos como seres humanos cada vez más autónomos, con más potencia, con más capacidad. Son muchísimas las investigaciones que plantean que la cooperación es la clave para esa potenciación humana, y no la hostilidad. La hostilidad lo que ha provocado siempre es la competición: que unos triunfen y otros fracasen. Y en educación no tenemos esa pretensión, queremos que todos triunfen. La única manera y estrategia pedagógica que permite el triunfo de todos es la cooperación, es la bondad, es la ternura, es el cariño, es encontrarse, es buscar, es la ayuda mutua y a quien más lo necesita.
—También sostiene que una clave de la escuela es aprender a hacer preguntas. Sin embargo, las políticas educativas actuales están determinadas por evaluaciones estandarizadas, que no invitan a esa meta ¿Cómo se lleva su idea de escuela con esta mirada?
—Muy mal porque la mayoría de las políticas educativas actuales están gobernadas por la orientación neoliberal. Una orientación que están exportando EEUU e Inglaterra a todos. Lo que plantean es el éxito a corto plazo de finalidades irrelevantes; por ejemplo, que uno aprenda datos y que sea capaz de reproducir datos. ¿Qué relevancia tiene eso? Ninguna. Hay países como Finlandia, Canadá, Japón, Nueva Zelanda o Escocia, entre otros, que han podido liberarse de esa presión. Latinoamérica está colonizada por EEUU y las políticas neoliberales. Creo que hay que intentar torear ese toro, sin perjuicios de que en la escuela sigamos haciendo lo que creemos que tiene relevancia, porque esas estrategias estandarizadas no sirven para nada.
—Se emocionó cuando recordó el legado pedagógico de las hermanas Cossettini...
—Me emociono mucho porque en aquel congreso (Córdoba, 1992) conocí personas muy interesantes de la Argentina que me marcaron entre ellas el titiritero Javier Villafañe, y la experiencia de Olga Cossettini. Esa experiencia la trabajo todos los años con mis alumnos.
—¿Qué le dicen?
—Les encanta. Se preguntan cómo es posible que en el año 1935 se estuviera desarrollando una experiencia tan completa. Más cuando se analiza cómo trabajaban las ciencias, la geografía... respondiendo a los retos y exigencias que tenemos hoy día. Por eso tiene muchísima aceptación. Y luego, se emocionan mucho aquellos alumnos y alumnas latinoamericanos que estudian en España. Para mí, la experiencia de la Escuela de la Señorita Olga es un hito importante.
—¿Qué enseñanza rescata de Olga y Leticia?
—Que utilizaban la creación. La capacidad cognitiva de orden superior que desarrollan es la creación. Y luego la cooperación, la ternura, el cariño, las relaciones humanas que había; practicaban lo que decían. Pero la creatividad es la clave.
—¿En su disertación también habló de una escuela para la felicidad? ¿Por qué?
—La felicidad es la clave del desarrollo humano. El niño que se siente feliz es capaz de triunfar en todo.
Por una vida más humana
"A los docentes que en medio de la tormenta piensan, desean y trabajan por una vida más humana para cada uno de sus aprendices", es a quienes el profesor Angel Pérez Gómez dedica su último libro "Pedagogías para tiempos de perplejidad. De la información a la sabiduría" (Homo Sapiens Ediciones), y que presentó en el Congreso Nacional de Educación.