Espero sepan entender el desahogo evidenciado por la alegría de triunfar la divisa de mis amores sobre el clásico rival local. Fueron largos años soportando humillaciones sin proferir la más leve queja. Esperando el ansiado momento del regreso para vivir este instante anhelado, volver a confrontar y salir airosos de la contienda deportiva. Una alegría deportiva que no admite razonamientos ulteriores. Un triunfo en el clásico no se cuestiona. Se festeja. Hoy, nos tocó a nosotros “los canayones\”, y nada menos que ante el último campeón y actual puntero, lo que hace mucho mayor el mérito. ¿No les parece? Sin dudar que vendrá una semana de festejos interminables, y me gustaría que se acepten las bromas inherentes, sin caer en las agresiones sin sentido. Sólo se trató de un evento deportivo donde siempre hay un ganador y un vencido, hoy triunfamos nosotros y ahora solo cabe esperar la revancha en la próxima contienda. Que el folclore no sea vencido por la intolerancia y el fanatismo.