El ataque irracional a la vivienda del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, no fue intimidatorio sino que se llevó a cabo con el fin de que una de las balas impactara en la víctima, y esto es de una gravedad mayúscula porque define de algún modo el nivel de violencia existente en bandas que operan impunemente, incluso ante la máxima autoridad provincial. Repudiemos todos juntos este episodio demencial. Los argentinos deseamos vivir en paz y no tener miedo a ser presa fácil de la delincuencia. Algo hay que hacer para atemperar el accionar de los malvivientes. Es insoportable este presente plagado de robos, arrebatos en la vía pública, asesinatos. Está visto que nadie está a salvo, ni siquiera el poder político. Estos hechos disminuirán con más educación y empleo, y recomposición de los lazos familiares, los cuales están destrozados por distintos motivos. Hay que empezar ya a mejorar la situación social. Basta de mirar para otro lado.