El 14 de mayo de 2010 el agente penitenciario Julio Gerardo Vannucci asesinó con un balazo en la cabeza a Brian López, de 16 años, en el final de una pelea motivada por la construcción de un parrillero en la vereda de los monoblocks de Biedma y Espinillo, en el sudoeste de la ciudad. El 30 de mayo último un Tribunal Oral lo había condenado a 15 años de prisión al encontrarlo culpable de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Pero la sentencia fue apelada por la defensa y ayer la Cámara de Apelación, en una audiencia oral y pública, rebajó esa sentencia a 13 años de cárcel.
Uno de los elementos que el tribunal, integrado por los camaristas Rubén Darío Jukic, Ramón Ríos y Otto Crippa García, valoró a la hora de bajar los años de condena fue la figura del dolo eventual. Es decir el conocimiento y la aceptación previa que tiene una persona sobre la posibilidad de que su acción tenga una determinada consecuencia. En este caso, para la Justicia el penitenciario mató sin querer, aunque debió tener presente al disparar que esa posibilidad existía. Lo sucedido "debe analizarse a la luz del concepto de dolo eventual, porque las características de las circunstancias previas motivantes del incidente (la pelea por el parrillero), aún en la versión más gravosa traída por vecinos y amigos del occiso, no se pueden extraer razones que evaluadas con sentido común brinden una explicación a una eventual decisión de Vannucci de matar a Brian López", indicó el fallo.
Crimen y condena. El asesinato de Brian López ocurrió la tarde del 14 de mayo de 2010 en un espacio verde situado entre dos monoblocks del pasaje Esteban Aguzzi (ex 1870). Todo comenzó cuando Omar Alberto G., un ex chofer de colectivos que había perdido su trabajo por una insuficiencia renal, comenzó a construir un parrillero en la vereda con el que pensaba ganarse la vida haciendo pollos asados. Pero la construcción molestaba a la mamá del agente Alan Colazo, hermana de Vannuci, porque "el humo invadiría su casa". Entonces hubo una discusión que subió de tono hasta que la mujer llamó a su hermano.
Una vez en el lugar, Vannuci discutió con el vecino y extrajo su arma reglamentaria para marcar presencia. En esas circunstancias, según varios testigos, pasaron Brian López y otro chico que se habrían mofado de la situación pero que, al ver el arma, salieron corriendo. Entonces comenzó una persecución en la que Vanucci hizo un disparo que impactó en la nuca de López y lo mató.
El 30 de mayo pasado un tribunal conformado por los jueces Carlos Carbone, Julio Kesuani y Edgardo Fertita condenó a Vannucci y absololvió a Colazo. Pero la defensa del penitenciario, a cargo de Luis Tomasevich, apeló la sentencia. Y el fiscal Esteban Franichevich hizo lo propio sobre la absolución de Colazo, aunque el 2 de octubre desistió ante la Sala IV de la Cámara.
Fallo final. Ayer, a las 10.45, Vannucci llegó escoltado y sin esposas a la sala de audiencias de los Tribunales provinciales. La audiencia oral y pública fue escuchada por la defensa, el fiscal de Cámara Guillermo Camporini y tres periodistas.
La apelación de la defensa de Vannucci se concentró en una supuesta falta de preparación para el disparo de un integrante de una fuerza de seguridad; las contradicciones de los testigos que pasaron por el proceso; y, fundamentalmente, que Vannucci le disparó a López para repeler una agresión previa del pibe con un revólver del que no salieron las balas, incorporando la figura de la legítima defensa.
Así, la valoración de lo apelado comenzó a girar sobre dos preguntas medulares: ¿Brian López estaba armado? ¿Le gatilló a Vannucci? El Tribunal desgranó en su fallo los distintos argumentos. Sólo Vannucci y Colazo testificaron que Brian López portaba un arma de fuego. Dos horas después del asesinato se presentaron en la comisaría 13ª, que no era la de jurisdicción, y entregaron un revólver calibre 38 que dijeron que era el que portaba López. El arma tenía dos proyectiles percutados. En el fallo puede leerse: "Vannucci contó con la oportunidad, el tiempo suficiente y la asistencia de familiares policías (además de su sobrino tiene un hermano en la fuerza), con lo cual pudo fácilmente hacerse de un arma de origen espurio para presentarla aduciendo falsamente que la había recogido en el lugar del hecho, y todo ello sin necesidad alguna de la intervención en esa maniobra del personal policial que intervino luego".
Y además indica la resolución: "No es posible desconocer la realidad que señala la posibilidad que tienen los funcionarios policiales de hacerse de armas en algunos procedimientos en que participan, quedándoselas; y tampoco la lamentable frecuencia con que se denuncia el plantado de armas de este origen en otras actuaciones".
Finalmente, el tribunal remarcó las contradicciones de Vanucci en las cuatro declaraciones que prestó, incluyendo la indagatoria y la del juicio oral. Pasó de perseguir a López junto a Colazo y escuchar las detonaciones del arma que llevaba el pibe a observar que le apuntaban con un arma.
Por su parte, Colazo dijo que el no lo corrió a López, que se quedó junto a su madre y que no vio el arma que llevaba López. Pero indicó que vio a su tío levantar un arma de al lado del cuerpo del pibe asesinado. Según Colazo todo se dio en unos 30 y 40 metros. El disparó fatal fue realizado a 13.40 metros.
Para el camarista Jukic, es evidente que "en la oportunidad en la que Brian López era perseguido no apuntó, gatilló ni disparó ninguna arma de fuego. Simplemente porque no tenía ninguna en su poder. Y en consecuencia queda suficientemente claro que Vannucci disparó la pistola qué portaba sin necesidad porque no estaba ante ninguna situación en la que hiciera falta defenderse. No puede en consecuencia admitirse el exceso de legitima defensa".
Absuelto
En el mismo juicio en el que se condenó al agente penitenciario Julio Gerardo Vanucci, su sobrino Alan Augusto Colazo, que es policía y llegó a las audiencias imputado de haber encubierto el homicidio del menor Brian López e incumplir sus deberes de funcionario público, fue absuelto de los dos cargos por falta de pruebas.