Los trazos de sus operaciones figuraban con detalles en sus cuentas de correo
electrónico y fueron la base de un nuevo procesamiento contra Mario Roberto Segovia por
comercialización de estupefacientes. Ese tráfico de mensajes, muchos de ellos hacia México, dejó
pegado al llamado "Rey de la Efedrina" o "Fantasma" en nada menos que 83 nuevos delitos. Esto es lo
que dice una resolución dictada ayer a la tarde por el juez federal de Zárate-Campana, Federico
Faggionatto Márquez, que impone a Segovia un embargo adicional de 15 millones de pesos.
La novedad de que Segovia, de 35 años, había quedado marcado en una nueva
secuencia de delitos fue anticipada por este diario en mayo pasado. Por esos hechos, que el
"Fantasma" había tildado de "payasescos" en una entrevista radial hace dos meses, se abrió un
legajo paralelo y ahora quedó cerca del juicio oral.
No hay sólo contrabando de sustancias ilícitas. Uno de los delitos mencionados
en el fallo se vincula a explotación comercial de menores de edad —pedofilia— por los
que empezará a intervenir la Justicia ordinaria en Campana.
Por estos nuevos hechos Faggionatto lo llamó a declarar el 5 de mayo pasado.
Como hizo en cada ocasión en que fue convocado, el vecino de Fisherton se abstuvo de hablar.
El arranque. El juez federal de Campana ubica en su texto de ayer el momento
preciso en que Segovia —bajo el nombre Héctor Germán Benítez— inicia sus actividades
ilícitas de exportación de efedrina. Esto fue, según informes de Contrainteligencia de la Side, el
25 de marzo de 2007 con el envío de tres e-mails desde su casilla
—"[email protected]"— ofreciendo 500 kilos de esa sustancia a su contacto, Edmundo
Gómez López Sooed, quien actuaba en la cuenta "[email protected]". En la resolución,
esta última dirección electrónica está resaltada.
Dato por dato. En los mails, señala el juez, se concertaban las cantidades de
efedrina, las fechas y direcciones a las cuales debía enviarse la sustancia que Segovia exportaba
ilícitamente a México. También el modo en que los destinatarios mexicanos debían realizar el pago
una vez recibida la mercancía. El tribunal obtuvo además las pruebas concretas de las remesas que
acreditan los pagos a Segovia desde México. El primero, por ejemplo, fue a través de Western Union,
por la suma de 9.600 dólares. Correspondían al envío de 3,200 kilogramos de efedrina remitidos por
encomienda del Correo Argentino y disimulados en una caja de suplemento dietario para deportistas.
La resolución describe otras operaciones como éstas.
Fuentes de la causa señalaron a LaCapital que en mayo pasado Segovia empalideció
cuando le leyeron en el juzgado lo que sus mails describían. La reacción, sostenían, se debía a que
sus correos delataban identidades, direcciones y modus operandi de traficantes mexicanos que suelen
zanjar sus pleitos con modales sanguinarios.
La mayoría de las operaciones con efedrina de esta etapa fueron a través de
envíos por el Correo Argentino. Por los cargamentos Segovia empezaba a cobrar, según la resolución,
sumas exorbitantes. Por las más importantes llegó a recibir 1.200.000 dólares. Cuando los
cargamentos aumentaron cambió el modo de despacharlos.
Las identidades de las personas que respondían a Segovia y facilitaban estos
envíos de efedrina por empresas locales de exportación quedan, de acuerdo al texto del juez, al
desnudo. También las ramificaciones de las organizaciones compradoras en México. Los enlaces del
negocio en América del Norte son Joel Gómez, Salvador de la Cruz Acuña y Alberto Domínguez
Martínez.
El juez Faggionatto considera que estos nuevos ilícitos detectados —un
total de 83— refuerzan el motivo por el que procesó a Segovia en diciembre pasado, cuando lo
consideró proveedor de efedrina de un laboratorio de metanfetaminas desbaratado en Ingeniero
Maschwitz seis meses antes, donde detuvieron a nueve mexicanos y un argentino.
El otro rosarino. El juez federal de Campana también procesó a otro rosarino que
quedó adherido en las evidencias incautadas a Segovia. Se trata de Rubén Alberto Galvarini, de 62
años, dueño de un depósito fiscal en el barrio porteño de Barracas, por el cual salieron hacia
México embarques de efedrina disimulados en azúcar. Por estos hechos Galvarini, como Segovia, ya
estaba procesado por el juez federal Marcelo Aguinsky.
Al teléfono de Galvarini, según escuchas de la Side, llamó Segovia en el momento
de su detención en el aeroparque metropolitano en noviembre pasado. Ambos eran socios en la empresa
Rugal SA situada frente a Puerto Madero. Y Faggionatto lo procesó al considerarlo como mínimo
partícipe secundario en el tráfico o desvío de sustancias estupefacientes junto a Segovia basándose
en especial en escuchas grabadas.
Faggionatto también procesó, en la misma resolución, a Juan Espinosa, un
sargento exonerado de la Policía Federal que cayó en Campana en mayo pasado tras una prolongada
búsqueda.
Según la pesquisa, Espinosa hacía de chofer de Segovia y se encargaba de
cuestiones de logística para el contrabando de efedrina. Galvarini, describe el fallo de
Faggionatto, dijo que Espinosa era un "delincuente" y que "resultaría la persona que blanqueaba las
armas que compraba Segovia".
El colorado. Algo significativo en la resolución: plantea que Espinosa utilizaba
teléfonos Nextel que eran propiedad de Mario Segovia y que, según Galvarini, se jactaba "de hablar
personalmente" con Francisco de Narváez, el triunfador de las elecciones del domingo en la
provincia de Buenos Aires.
Precisamente ayer a la mañana el legislador electo (ver página 13) compareció
por primera vez en el juzgado de Faggionatto para declarar como testigo. Por la tarde el juez
estampó su firma a este fallo.