"Nadie es alguien. No vaya al psicólogo, no rece, no compre un arma, no lea libros de auto-ayuda, si quiere liberarse de sí mismo le bastará con ver «Don nadie»", reza el anuncio de la nueva obra de Héctor Ansaldi. La flamante pieza del director, actor y dramaturgo rosarino está dirigida y protagonizada por él y completan el elenco Daniel López y Melisa Cosetino.
"Esta obra es como una caja china. Mis obras trascienden la cuarta pared y se incluye el aquí y el ahora", contó Ansaldi a Escenario sobre la puesta que se estrena hoy, a las 22, en el teatro Caras y Caretas (Corrientes 1518) y que estará en escena todos los sábados de abril.
—¿De qué se trata "Don nadie"?
—Es una obra en la que trabajé mucho tiempo cuando era joven. Esta obra es como una caja china; es como si fuese el teatro dentro del teatro. La historia empieza en un manicomio, donde un loco que está internado le pide a su médico, que soy yo, que lo ayude a recrear su vida en escena. El doctor tiene que hacer todos los momentos y personajes que pasaron por su vida. En la obra, el loco termina siendo más cuerdo que el médico. La obra tiene un prólogo, escenas y un epílogo.
—En tu última obra "¿Conoce usted a Guemersindo?", con la que estuviste de gira por España, indagás en la tragicomedia, ¿esta obra también la abordás desde el humor?
—Sí, abordo desde la tragicomedia. Utilizo las técnicas de clown en cosas que son dramáticas pero sin caer en el payaso. Llevo las situaciones a la comicidad, es un estilo propio, la gente ya sabe a qué tiene que atenerse (risas). Mis obras trascienden la cuarta pared y se incluye el aquí y el ahora. El público va a ser parte del loquero.
—¿Te interesa que el público forme parte de tus obras?
—Sí, me interesa que sea una puesta integral. Tomo la sala entera, no sólo el escenario. Lo primero que trabajo en las puestas es el espacio. En cada cuadro las mismas cosas se van transformando en otras cosas, dando un doble juego y creando una magia teatral. Utilizo elementos simples que con luces, sombras y distintas formas de utilizarlos, se transforman en otras cosas.
—Te animás a desafiar las convenciones de qué es estar loco y ser normal... ¿Esta obra se enfoca en la búsqueda de la identidad?
—La historia se centra en José Blanco, que tiene una muerte estadística pero no biológica. Entonces adopta la identidad de otra persona que tiene la muerte biológica pero no la estadística. Y va a su pueblo y si bien lo reconocen, le dicen que él no puede decir que está vivo, porque la partida de defunción dice otra cosa. Entonces se va a otro lado. Está buscando la identidad y plantea cómo se relaciona el nombre con la persona. José Blanco es muy bueno y adopta el nombre de Juan Negro, que era un crápula y va pasando por todos los lugares donde él estuvo. El dice que viene de una estrella y por eso lo meten en el loquero. Pero en realidad no está loco. Es una obra que trata de la búsqueda de uno mismo. Y sumerge al público en el loquero.
—¿Cómo fue tu gira por España el año pasado? ¿Planeás ir con "Don Nadie"?
—Me gustaría llevar esta obra a España. En Madrid les sorprendió mucho mi estilo. En España el teatro es muy distinto, las obras son todas muy realistas. Incluso di un seminario de teatro corporal en un lugar donde el profesor es de la vertiente de Marcel Marceau y me dijo que si bien hace 10 años que está en Madrid, le costó imponer este estilo.
—¿Argentina es un país más abierto en el universo teatral?
—Creo que sí. En los años noventa estuve haciendo una obra en Italia en la que salía medio desnudo y la gente se quedaba horrorizada, era inaceptable, así que tuve que modificarla. Y ahora, más de 20 años después, veo que sigue siendo bastante similar. Yo tengo una forma muy particular de hacer teatro. Acá en Rosario a veces me miran de costado. Pero yo estoy contento porque lo que me importa es que el público se vaya sorprendido.