La gran bailarina rusa Maya Plisetskaya falleció de una crisis cardíaca a los 89 años, dijo ayer el director del teatro Bolshoi Vladimir Urin.
La gran bailarina rusa Maya Plisetskaya falleció de una crisis cardíaca a los 89 años, dijo ayer el director del teatro Bolshoi Vladimir Urin.
“Falleció a causa de una grave crisis cardíaca. Los doctores lo intentaron todo, pero no pudieron hacer nada”, dijo Urin citado por la agencia de prensa rusa Tass, precisando que había sido informado por el marido de la bailarina, el célebre compositor ruso Rodion Shchedrin.
La muerte sorprendió a la prodigiosa bailarina en su residencia de Munich, haciendo las maletas para desplazarse a Lucerna, donde el viernes 15 iba a recibir el primero de una serie de homenajes que culminarían en Londres en noviembre, con motivo de su 90 cumpleaños.
Niña prodigio que comenzó a bailar a los tres años, había nacido el 20 de noviembre de 1925 en Moscú, en el seno de una familia de pintores, actores y bailarines de origen judío y de gran renombre. Padeció la salvaje represión de Joseph Stalin. El ordenó la ejecución del padre de la artista y la reclusión de su madre, una actriz de renombre, en un campo de concentración.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, lamentó en un comunicado de pésame la muerte de Plisetskaya. Ella había sido la creadora, en 1994, del Ballet Imperial Ruso, con el que cada Navidad regresaba simbólicamente a los escenarios con grandes clásicos como “Cascanueces”, “El lago de los cisnes” o “Don Quijote”. Durante la época comunista, fue una de las pocas estrellas a las que las autoridades de la Unión Soviética permitían actuar en el extranjero.
Plisetskaya vivió con intensidad y total entrega el ballet, luchando dentro de un teatro implacable y burocratizado en el que gracias a su excepcional talento fue capaz de vencer los intentos de ostracismo y menoscabo a su carrera y personalidad.
Considerada como la prima ballerina assoluta, fue cabeza de cartel de una generación irrepetible de la danza clásica en la que también sobresalen la cubana Alicia Alonso y la británica Margot Fonteyn.
La bailarina ingresó en 1934 en la escuela de danza de Moscú. En 1941 entró a formar parte del teatro Bolshoi. Tras graduarse, debutó profesionalmente en 1944 y solo un año después actuó como solista del Bolshoi. En 1948 pasó a ser bailarina titular tras sustituir a Galina Ulanova en “El lago de los cisnes”.
Alcanzó el pináculo en 1967 con el ballet “Carmen”, que realizara para ella y por encargo expreso suyo el coreógrafo cubano Alberto Alonso. La obra representaba el irrefrenable deseo de victoria e imposición de la mujer por encima de cánones y convenciones; Rodion Shchedrin preparó una preciosa suite sobre los temas de la ópera homónima de Bizet y con ellos Maya regaló al mundo y a la historia del ballet un carácter único y un ejemplo de patria universal en el arte.
Su baile fue capaz de marcar toda una época en el desarrollo de la danza académica del siglo XX, y en este punto hay que mencionar sus cisnes: “Odette el cisne blanco”, “Odille el cisne negro” y “La muerte del cisne”, de Mihail Fokin que Maya elevó a alturas incomparables, salvo con su predecesora Anna Pavlova, para quien fue creado a principios del siglo XX.
Hace una década, Maya Plisetskaya publicó sus memorias donde hablaba del presente, del pasado y de un futuro en el que no veía nada claro.
Así, la historia de burócratas del arte y sus intrigas fueron echados por tierra y solo quedaba al final la férrea voluntad de una artista que luchó siempre por la libertad de su arte y en la vida.
En España dirigió el ballet del Teatro Lírico Nacional entre 1987 y 1990 y luchó por recuperar el perdido patrimonio de la danza académica española. Fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2005 junto a la también bailarina Tamara Rojo. Se le concedió la Medalla de Oro de Bellas Artes y desde 1993 tenía la nacionalidad española.