En una de las jornadas más significativas desde que está en Brasil el Papa Francisco se reunió ayer con miles de argentinos, a quienes exhortó a "hacer lío en las diócesis y sacar la Iglesia a la calle"; más tarde visitó la favela Varginha, donde se pronunció enfáticamente contra la exclusión de los pobres, y por la noche volvió a tener un "baño de multitudes" en Copacabana al reunirse con los cientos de miles de asistentes de la Jornada Mundial de la Juventud.
Cerca de las 12.30, en la catedral de Río de Janeiro, se reunió por poco más de media hora con peregrinos argentinos en lo que se consideró "un reencuentro con el país. "Hagan lío en sus diócesis. No se queden encerrados en sus comunidades, ¡la Iglesia tiene que salir a la calle!, ¡si no sale, se convierte en una ONG y la Iglesia no es una ONG!", arengó Jorge Bergoglio a sus connacionales en una reunión que no estaba prevista en la agenda de actividades.
Cuando entró al templo se desató una ovación y los chicos empezaron a entonar estribillos como "Esta es la juventud del Papa", "Francisco querido, el pueblo está contigo" y "Viva el Papa", al tiempo que agitaban banderas argentinas. Muchos de los cinco mil jóvenes que estaban dentro de la iglesia habían hecho cola por 18 horas para poder ingresar. Decenas de miles quedaron afuera, pero siguieron con idéntico entusiasmo las alternativas del encuentro.
Apenas subió al altar lo rodearon con abrazos una treintena de obispos argentinos, encabezados por el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, para quien el encuentro fue "como una yapa, un regalo extra" y significó el "reencuentro con su querido pueblo argentino".
Una imagen de la Virgen de Luján traída de Buenos Aires presidió el acto desde un costado del altar y, ante ella, se detuvo a rezar el pontífice al inicio de la ceremonia, luego de saludar con cariño a un grupo de chicos discapacitados en sillas de ruedas que ocuparon las primeras filas de asientos.
"Háganse valer, luchen por sus valores. No se dejen excluir. Los jóvenes y los ancianos son los dos extremos de la sociedad", expresó categórico, luego de denunciar "el gran porcentaje de toda una generación de jóvenes sin trabajo".
En otro tramo de su breve discurso, añadió: "Que los viejos abran la boca y transmitan su sabiduría porque son la reserva cultural de nuestro pueblo. Si no, los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino".
"Que Dios se haya hecho uno de nosotros es un escándalo. La cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino de salvación, desde la encarnación de Jesús. Por favor, no licúen la fe en Jesús. Hay licuados de manzana, naranja, pero por favor, ¡no tomen licuado de fe! ¡La fe es entera! Jesús es quien me amó y murió por mí. Hagan el bien, cuiden a los extremos del pueblo y no se dejen excluir. Y no licúen la fe en Jesús", les recomendó.
"Hay que leer las bienaventuranzas. Si querés saber qué cosas prácticas tenés que hacer, leé Mateo 25. Las bienaventuranzas y Mateo 25, y no necesitan nada más", les aseguró a los jóvenes.
En referencia al lugar del encuentro, dijo que le daba "pena verlos enjaulados" y agregó: "qué feo es estar enjaulados, se los confieso de corazón", en relación a las estrictas normas de seguridad y protocolo que debe cumplir pero que viene rompiendo para desconcierto de sus custodios.
Por último, agradeció a los jóvenes su "cercanía" y su "presencia" en la catedral. "Gracias por rezar por mí. Les pido de corazón que lo sigan haciendo porque lo necesito. Nos vemos estos días, que Dios los bendiga", concluyó su mensaje.
Al final del encuentro, Francisco bendijo una cruz franciscana de San Damián que le acercaron dos jóvenes y que volverá a la Argentina para misionar por el país.