El puente sobre la ruta 9 que une Correa y Carcarañá ya está habilitado luego de dos meses de estar clausurado por los daños que le provocó el desborde hídrico generado por las lluvias, que produjeron a su vez serios trastornos en otros sectores de esta población, especialmente en el barrio Formoseño, donde hubo evacuados. Sólo se permite el tránsito liviano y de pasajeros por esta vía, quedando impedida la circulación a los transportes superen las 15 toneladas de peso.
Frenéticas, las aguas del río Carcarañá llegaron a tapar hasta las barandas de la estructura, que recibió daños en la base, pavimento y barandas. El caudal se mantuvo desbordando el puente durante casi un mes, hasta que recién el 20 de marzo la Dirección Nacional de Vialidad pudo realizar evaluaciones preliminares y hubo que esperar a que el nivel hídrico bajara más de un metro para hacer un análisis más profundo.
Así es como se determinó que el puente conservaba su estructura y estabilidad sin riesgos, pero la acción del agua socavó las bases, por lo que se debieron afirmar los pilotes y a la vez de volver a construir suelo en los terraplenes. Estas tareas, a cargo de personal de la División Conservación del 7º Distrito Santa Fe de Vialidad, se realizaron manualmente, llenando los espacios libres con alrededor cinco mil bolsas cargadas con arena y tierra.
También se trabajó en la recuperación del talud en cada extremo del paso. Asimismo, se repavimentó la calzada en los sectores dañados por las aguas, que afectaron la ruta en las losas de aproximación hacia la estructura. También se reemplazaron y repusieron barandas metálicas que habían sido arrancadas por la fuerte correntada.
Asimismo se construyeron banquinas y ante las leves erosiones comprobadas en los pilotes de la pila central del puente se verificó que la bajante arrastró sedimentos que cubrieron en parte esas pequeñas afectaciones. No obstante, y para actuar en forma preventiva, Vialidad contrató una empresa para colocar en el fondo del río gaviones de piedra para proteger la pila central asentada sobre el lecho.
Prevención. Finalmente, Vialidad colocó cartelería preventiva, con aviso a los transportistas de la restricción para el paso sobre el puente y la vigencia del desvío alternativo por la autopista a Córdoba, que corre en forma paralela a la ruta 9. Por último, el 7º Distrito Santa Fe advirtió que en breve se realizará una prueba de carga del puente para verificar si el estado de la estructura permite habilitar el tránsito pesado.
La repartición nacional evalúa también la posibilidad de construir un nuevo puente en el lugar, dada la escasa altura del existente, además del marcado crecimiento que viene presentando cauce del río Carcarañá desde hace varias décadas. Al respecto, el titular del distrito santafesino, Rafael Pretto, opinó que estructuralmente el puente no está en el fin de su vida útil: “Fue superado por las circunstancias actuales de la situación hidrológica ya que hoy el río tiene un comportamiento distinto de cuando fue construido. Los regímenes de los cursos de agua han cambiado mucho y hay mayores derivaciones a la cuenca y más lluvias”. En cuanto a su capacidad hidráulica de evacuación, el funcionario analizó que puede que esté desactualizado, por lo que “habrá que pensar en un puente más alto y largo, pero no quiere decir que el actual esté acabado. Estas construcciones tienen vida útil muy larga, podemos hablar de 100 años y no se van a caer”, concluyó.
Mal recuerdo. La inundación de fines de febrero golpeó severamente a distintos sectores costeros de Carcarañá, especialmente el barrio Formoseño, donde unas veinte familias debieron abandonar sus hogares y ser evacuadas en los bungalows del Parque Sarmiento, cuyas instalaciones más cercanas al río también fueron afectadas por las aguas.
Por esos días el llamado puente carretero quedó inhabilitado, al igual que el ferroviario, desde donde se podía ver claramente el potente paso de un río que emanaba un olor nauseabundo (entre olor a podrido y a agroquímicos que el agua lavó de los campos), que invadió el ambiente durante varios días. Seguramente esto último tuvo que ver con la gran cantidad de peces muertos que aparecieron en la costa, y que habrían provocado intoxicaciones a algunos consumidores.