"Acá es normal que se revienten a tiros por la venta de drogas. Anoche, por
milagro, no mataron a una criatura". Así de simple describieron los vecinos del Fonavi Parque Oeste
lo que pasó a las 21.30 del martes. Dos bandas armadas, una asentada en el lugar y otra llegada
desde el sureste de la ciudad, se apropiaron de la calle y durante 15 minutos dirimieron su
rivalidad con un inusitado poder de fuego. La escena arrojó varias postales: una mujer en ojotas
disparando con una escopeta, un nene de 12 años empuñando una 9 milímetros, un muchacho que tiraba
con su Itaka mientras bailaba en la calle. Todo llegó a su fin cuando llegaron móviles de la
comisaría 14ª, la Tropa de Operaciones Especiales y la Patrulla Urbana que se llevaron detenidas a
tres personas, una de ellas menor de edad.
Cuando todo parecía terminar, aparecieron dos vehículos con cinco jóvenes en
apoyo de uno de los grupos. De un Peugeot 206 rojo, vestido con una remera de River Plate, bajó El
Guille, uno de los hijos del líder de Los Monos, la banda que se hizo un nombre en el barrio Las
Flores. El muchacho de 20 años y sus cuatro acompañantes fueron demorados y les tomaron una
declaración informativa.
Ayer al mediodía, los vecinos seguían recogiendo de sus veredas las vainas
servidas que dejó en enfrentamiento y se las entregaban a los peritos policiales. Había calibres
22, 40, 3.80 y 9 milímetros. La gente dice que hubo más de un centenar de detonaciones.
Lejano oeste. El barrio Fonavi donde se desencadenó el tiroteo digno de
películas como "Kill Bill" o "El Mariachi", se levanta en Cerrito al 5500. Ocupa dos manzanas y
media en las que viven unas 5.000 personas distribuidas en 43 torres de 16 departamentos cada una.
"Como todas las noches, los vecinos bajan a tomar fresco a la vereda. Más ahora con el cambio de
horario, que oscurece más tarde. En ese momento, sobre calle Cerrito entre Liniers y Teniente
Agneta, había unos 250 vecinos", contó un vecino que habló con LaCapital bajo reserva de su
identidad.
El escenario del conflicto fue delimitado por los vecinos en unos 150 metros que
se extienden entre un quiosco con toldo amarillo, donde reside una familia llegada del barrio Las
Flores hace aproximadamente un año; y varias viviendas a la altura de la torre 7, donde habita
Dulce y su familia. Varios vecinos aseguran que a la hora señalada, en la bocacalle de Teniente
Agneta y Cerrito, se detuvo un Chevrolet Vectra plateado del cual bajaron dos o tres hombres
armados que abrieron fuego.
Como en una escena de cowboys, empezaron a retroceder mientras disparaban hacia
donde estaban Dulce y los suyos. Varios vecinos aseguran que la agresión fue repelida y así comenzó
una balacera a la vista de todo el vecindario que buscaba como guarecerse.
En esas circunstancias, dijeron los testigos, una mujer que trabaja como mechera
salió disparando desde su casa con una escopeta de caño recortado, un nene de 12 años que volvía de
jugar al fútbol sacó una pistola calibre 9 milímetros de su bolsito y empezó a los tiros, un
muchacho al que conocen como Mosquito bailaba en medio de la calle y disparaba con una Itaka.
Muchos de los balazos quedaron grabados en las paredes del Fonavi y en el parabrisas de un
utilitario Fiat Ducato que estaba estacionado.
La policía. Cuando habían pasado unos 15 minutos, llegaron al lugar varios
móviles policiales. De la torre más cercana a la esquina de Cerrito y Liniers, la policía se llevó
detenidos a Alejandro Guillermo L., de 37 años y una veintena de antecedentes prontuariales, a
quien le secuestraron una pistola 9 milímetros; a Mario Aníbal L., de 20 años, al que se le incautó
una Thunder Bersa calibre 3.80; y a un menor de 17 años, sin antecedentes, que posteriormente fue
entregado a sus padres por orden del Juzgado de Menores 2ª.
Cuando los detenidos llegaban a la comisaría de Marcos Paz al 6600, cerca de las
23, un llamado telefónico alertó a la policía sobre la presencia de dos autos cuyos ocupantes
hostigaban a los familiares de los detenidos. Eran un Fiat Duna gris con un sólo pasajero, y un
Peugeot 206 rojo con cuatro jóvenes. Uno de ellos fue identificado como Ariel Máximo C., hijo del
líder de Los Monos de Las Flores. Todos fueron demorados y los autos requisados. No se hallaron
armas y los cinco muchachos fueron sometidos al examen de dermotest, para saber si estuvieron
involucrados en la balacera, y prestaron declaración informativa. Acto seguido, se fueron a su
casa.