"Sí, aprobé un examen". Sin las pulsaciones a mil que reflejó apenas vio la bandera a cuadros o cuando se bajó del auto para volverse a subir inmediatamente sobre el capó, Facundo Ardusso volvió a ser el reflexivo de siempre. Y vaya que pasó una dura prueba el piloto que hoy mejor representa a la región a nivel nacional. No sólo porque obtuvo el primer triunfo grande en el automovilismo argentino, sino que lo hizo en circunstancias excepcionales que lo revalorizaron. El campeón de la Fórmula Renault 1.6 en 2009, de Las Parejas y residente en Rosario, de sólo 24 años, ya no sólo hace ruido. Con la victoria de ayer en la apertura del campeonato 2013 del Súper TC 2000 en el atractivo callejero de Buenos Aires, empezó a pisar fuerte y a dejar de lado las insinuaciones.
"Vengo soñando con este Obelisco (una réplica pequeña que le dieron como trofeo) desde hace bastante. La copa más importante que tenía hasta ahora era la de la Fórmula Renault y ahora esta la acompañará. Estoy realmente feliz", dijo Ardusso, que llevaba la corona de laureles alrededor del cuello como a la vieja usanza. Y es que no sólo significó su primera gran victoria en el automovilismo desde que empezó a incursionar en la categoría en 2009 (más allá de la conseguida en TC Pista en Trelew 2012, o las de la Clase 3 del TN de 2011 en Río Gallegos y San Jorge), sino que se tomó varias revanchas. O más bien, creció. O, como dijo, aprobó un duro examen.
Es que dos veces pudo ganar en Buenos Aires y no se le dio. Primero en los 200 Kilómetros de 2010, en el Gálvez, cuando por un problema en los cinturones del habitáculo del Corolla que compartía con Agustín Canapino, pasó de seguro ganador a segundo. Y luego el año pasado, cuando vencía con autoridad con el Peugeot 408 hasta que una manguera se le fundió a 2 vueltas del final y abandonó.
Pero también hubo otra circunstancia que Ardusso valoró más que esta tercera chance, que para él fue la vencida. "El año pasado dos veces venía punteando en Top Race, entró el pace car, cometí errores y perdí las carreras (una de ellas en Rosario, cuando le arrebató la punta Norberto Fontana). Así que cuando ingresó ahora el auto de seguridad faltando tan poco (vuelta 28) no lo podía creer. ¿Por qué a mí?, me preguntaba. Pero lo tomé como una prueba a superar y lo hice. No me desconcentré, no le di chances al Bebu (Néstor Girolami) y gané. Recién la última vuelta (giro 36) fue de placer porque sabía que no podía alcanzarme".
Altuna hizo valer la pole en la largada, pero apenas inició la 2ª vuelta se quedó con el motor out (rotura de la masa que cortó la transmisión), dejando vía libre para los hombres del equipo Petronas Fiat, Pechito López y Ardusso. El de Las Parejas atacó a su compañero apenas se relanzó la carrera en la 4ª vuelta (se había parado por accidente de Ignacio Julián) y enseguida el campeón cometió un error. Se pasó de largo al final de la avenida Figueroa Alcorta y allí lo pasó.
Ahí tomó distancia, pero cuando Girolami se colocó 2º lo inquietó hasta que tocó la pared, uno de los neumáticos empezó a vibrarle y cuidó. Pero el pace car de la vuelta 28 que se fue en la 31 achicó la diferencia de 7 segundos de Ardusso y en los últimos 5 giros debió lidiar con esa presión que supo absorber ante, el auto que usó el año pasado y que lo frustró en el Obelisco.
El piloto de Las Parejas penó además con la puerta del acompañante que amagó con abrirse ("tuve ese problema ya al salir a pista") en las primeras vueltas, pero "se solucionó solo", un guiño acaso que le permitiría intuir que sería su gran día sobre un Fiat Linea terminado de armar el viernes. Y justo antes de ir a Rosario, su segunda casa, donde se ilusiona: "Ojalá pueda repetir". Por lo pronto, ya hay una promesa que deja de serlo. La elite del automovilismo lo empieza a tener realmente en cuenta.