Hay noticias que me desconciertan. Yo que creía que las ordenanzas y leyes debían ser cumplidas o el infractor debía recibir su ejemplar apercibimiento, veo que el Concejo en su egoísmo envía mensajes contradictorios a los que no cumplen con las ordenanzas. En este “laissez-faire”, salen perjudicadas las nuevas generaciones (por el ejemplo negativo) y quienes rigurosamente cumplimos con las reglas de convivencia. La noticia publicada en la edición del diario La Capital del 27 de julio último evidencia el siguiente disparate: “Los concejales siguen sin aprobar un mensaje que hace más de un año envió la intendenta Mónica Fein y en el que pidió utilizar el material registrado por las cien videocámaras de seguridad que se instalaron en la ciudad para labrar actas y cobrar multas. Mientras tanto, el Centro de Monitoreo y Atención Ciudadana ya registró 5.337 infracciones que no pueden ser cobradas. Incluyen cruces de semáforos en rojo, giros prohibidos, invasión y estacionamiento en carriles exclusivos, entre otras faltas. El arco opositor se niega a apoyar el pedido de Mónica Fein básicamente porque ve detrás de la maniobra “un fin recaudatorio”. El mensaje ingresó a fines de febrero del año pasado y desde entonces no ha logrado despacho en la comisión de Gobierno. Esta situación me recuerda la siguiente fábula: “Un hombre encuentra una víbora muerta de frío y la cobija en su regazo, pero la víbora, animada por el calor, muerde a su protector, quien muere. Conclusión: no se debe ayudar a quienes se volverán contra su benefactor”. Mi pregunta se desprende por la enseñanza que nos deja la fábula: ¿Si no hay apercibimiento, para qué están las leyes… y por carácter transitivo, para qué están los que deberían hacer cumplirlas? Propongo que si “ven un fin recaudatorio”, ¿por qué no lo destinan para obras de beneficencia? Recuerdo que cuando era chica decíamos: “El que las hace, las paga”.































