Ya no hay tiempo para perderse

Ya no hay tiempo para perderse
otra vez en la ciudad, para andar
como locos
de boliche en boliche. Ya no hay tiempo,
Hugo está perdido: llegó el fin del mundo,
la última copa. (Todavía me acuerdo
de su mirada de lince, de la lenta daga
de su ironía, de su sintonía fina
en los andurriales: ya no andaremos más
por los tugurios queridos, se terminó
la noche
y llegó la oscuridad). Hermano
suave, nos quedamos sin futuro
y ni siquiera nos dimos
el último abrazo. Ya nos encontraremos,
sin embargo, en otro bar, en un rincón
quién sabe en qué arrabales
para jugar a los naipes y leer poemas
y beber hasta la madrugada. Esperame,
como siempre, en la mesa del fondo.
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