Soy propietario de una playa de estacionamiento y la verdad es que muchas personas desconocen totalmente esta actividad. Mi inmueble está tasado aproximadamente en 500.000 dólares, totalmente cubierto, asegurado y con todas las ordenanzas observadas y en cumplimiento. Me gustaría saber si alguien conoce los gastos y responsabilidades que implica dicha actividad. Hoy es común escuchar quejas por los precios, pero como toda actividad comercial debe ser rentable, nadie trabaja para perder. Es muy común llegar a un comercio y preguntar cuánto sale esto, o lo otro, pero en esta actividad pareciera ser que no importara, como si el servicio que se presta fuera un favor, olvidándose de la responsabilidad y riesgos que implica el cuidado de un vehículo. Y los gastos, sin contar con la gente inescrupulosa que aprovecha la oportunidad para reclamar algún rayón, sabiendo que su vehículo ya lo poseía. Es imposible testear cada uno de los autos y verificar que en verdad es legítimo dicho reclamo. En mi caso, es una empresa conducida por mi familia y controlamos cada uno de los autos que ingresan o salen, haciendo imposible que se nos escape algún siniestro. El 90 por ciento de la gente que entra no pregunta los precios, no saben cuánto vale la primera media hora o si le conviene la estadía; luego, al retirar su vehículo, en algunos casos, después de cuatro horas preguntan y pretenden pagar lo que a ellos les parece que es justo. Quiero aclarar que el que determina lo que es justo es el valor de la hora, y se paga por el tiempo que se estuvo, salvo que se haya solicitado estadía, la cual tiene un valor fijo. Resulta cómodo trasladarse en un auto, estacionarlo en un lugar seguro y volver a casa rápido, pero a la hora de pagar por la comodidad, los estacionamientos pasan a ser una especie de sociedad ilícita, un robo. Yo sugiero que en tal caso, primero, pregunten el precio, hagan sus cálculos, como lo hacemos con cualquier compra y analicen, si es conveniente o no, y después están en total libertad de quedarse o irse, yo no obligo a nadie a entrar a mi establecimiento, solamente agradezco su presencia.
Enrique Zanotti, [email protected]