"La idea de los chicos en el pupitre y de la maestra frente al pizarrón es anacrónica" dice el psicoanalista Juan Carlos Volnovich promoviendo el debate al interior de la escuela y el magisterio. El educador estará en Rosario ofreciendo la conferencia inagural del 2º Congreso Regional de Educación y Salud: "Crecer y aprender en contextos digitales", organizado para el 13 y 14 de mayo por la Fundación Sociedades Complejas y el Instituto Superior Santísimo Rosario.
Volnovich es médico, especialista en psiquiatría infantil y doctor Honoris Causa por la Universidad Madres de Plaza de Mayo, además de miembro de honor de la sociedad de psicólogos de Cuba. Dice que la pregunta sobre si las computadoras (y todas las variables de pantallas) deben entrar hoy o no a la escuela también resulta anacrónica. Que hay que pensar en nuevas formas de localización y organización escolar cuando se trata de enseñar y aprender. Y que el gran desafío de la escuela es enseñarles a los chicos a programar para que dejen de ser solo usuarios de lo que otros diseñan.
Otra discusión alrededor de las pantallas es sobre las prácticas lectoras y de la escritura. Para Volnovich quienes pensaban que la lectura y la escritura no eran de interés de las nuevas generaciones o estaban en extinción, el éxito editorial de Harry Potter representó un alivio. También "la familiaridad del chat y de los mensajes de texto por los celulares, a través de facebook, twitter, myspace, whatsapp"; aunque reconoce que las formas de escritura usada por los pibes se convirtieron en "gritos espantados ante «la perversión de la lengua» pero que aun así, es inevitable aceptar que, al menos, leen y producen textos".
Volnovich comparte así su impresión de asistir "a un cambio cultural dado por una transformación cualitativa que tiene a los nativos digitales como protagonistas y a los adultos como analfabetos carentes, hasta ahora, de recursos para abordarlos". Además "de estar frente a un sistema educativo que, así como está, es poco atractivo para los chicos".
—Un nene de 2º grado lee y escribe muy bien en su computadora, pero no lo hace con lápiz en su cuaderno de clases. Su maestra dice que así no lo puede aprobar ¿Qué opina de esta situación?
—Creo que es al revés: la maestra tiene que cambiar el sistema de evaluación. Si el pibe escribe bien y se expresa a través del teclado eso debe ser valorado como algo positivo. Es verdad que sería mejor si también conservara la caligrafía, la escritura con lápiz y papel. Una de las más grandes investigadoras en escritura y lectura, Emilia Ferreiro, incorporó máquinas de escribir —que las empresas desechaban ante los cambios tecnológicos— en las escuelas para trabajar con chicos que escribían con mala letra. Eso generaba fastidio en las maestras que debían revisar esos escritos como si fueran códigos egipcios, y que por esa misma razón terminaban descartando. Los pibes aprendieron a poner las manos en el teclado y las maestras pudieron valorar la riqueza de los textos que producían. Hoy no hacen falta las máquinas de escribir, y sin descartar la escritura en lápiz y papel, no se pueden desconocer a los chicos que ingresaron a la escritura por el teclado. Lo importante es rescatar que ese chico sepa leer y escribir, producir textos y valorar la calidad de textos que pueda realizar. La escuela siempre fue muy reacia a las innovaciones tecnológicas, no se hace cargo que los chicos aprenden solos. Hoy en día cualquier chico que uno encuentra si tiene algo en la mano es el control remoto, el celular o un teclado. La escuela pareciera ignorar eso, como si no fuera parte del currículum.
—¿Qué preguntas debieran hacerse los docentes sobre quienes aprenden en contextos digitales?
—Deberían reformularse todo, hasta la localización del aula. La idea del pupitre y de la maestra adelante del pizarrón representan una distribución anacrónica. Esto no significa que la computadora sea la protagonista del aula. Se puede usar o no. Las experiencias más avanzadas muestran un acceso libre a la computadora, y no como una propiedad privada. Habría que reformular el tipo de producción en red cuando se trabaja. Algunas maestras lo hacen, están empezando. Pero lo que pasa aquí es algo fundamental: los chicos saben más y se manejan mejor que las maestras frente a las computadoras. Entonces hay que averiguar qué se puede hacer con los chicos y las computadoras en la escuela. También es necesario saber que el hecho de que hayan aparecido las computadoras en las aulas no es el resultado pedagógico de una teoría del conocimiento, sino que se debe a que el Banco Interamericano de Desarrollo y Starmedia Network firmaron una alianza con los gobiernos de América latina y el Caribe afirmando que estas herramientas, por sí solas, podrían asegurar el acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados, y suponiendo que los maestros y las maestras, desactualizados, mal pagados, casi sin capacitación digital previa, iban a liderar ese proyecto.
—¿La diferencia no está entonces entre quienes tienen o no una computadora en el aula, sino en qué pueden hacer con ellas?
—Claro. La gran diferencia es pasar del nivel de usuario al de programador. No es solo usar la computadora y todos sus recursos, sino también programar. Sino lo que se hace es usar los programas hechos por otros, los chicos son invitados a jugar al juego de otros. Tienen que tener la posibilidad de cambiar las reglas de juego, aprendiendo a programar. La escuela no debe ser sólo de alfabetización letrada sino de alfabetización digital.