Autoridades judiciales y policiales allanaron al amanecer de ayer el convento de monjas Carmelitas Descalzas de ciudad de Nogoyá, Entre Ríos, en una acción de oficio a partir de una denuncia periodística de la revista Análisis, donde se da cuenta de que religiosas allí internadas eran víctimas de torturas y abusos físicos y psicológicos. El fiscal Federico Uriburu, que encabezó el operativo, afirmó que el procedimiento "se motiva en la investigación periodística donde se detallan ciertos elementos de tortura o autoflagelación y hasta el momento se encontraron cilicios y látigos por lo cual, en un principio, hablamos de un allanamiento con resultado positivo". Si bien fue cauteloso, el funcionario señaló que "la investigación comenzó de oficio, y en caso de acreditarse el delito puede ser de privación ilegítima de la libertad agravada, o aplicación de tormentos".
"Las carmelitas descalzas del convento de Nogoyá sufren torturas físicas y psicológicas, aunque nadie de la Iglesia lo quiere reconocer. La información fue corroborada tras una investigación periodística que se extendió por casi dos años y que comprendió a ex religiosas, familiares de estos y profesionales de la salud de la mencionada localidad", afirma el trabajo del reconocido periodista paranaense Daniel Enz, publicada en la revista Análisis.
El trabajo reporta que "nadie de la comunidad conoce realmente lo que sucede allí, por el voto de silencio al que están obligadas a cumplir cada una de las 18 religiosas (eran 23 hasta hace unos pocos años) que allí se encuentran. La mayoría ingresó con 18 años al convento, pero hubo algunas que lo hicieron a los 16, por lo cual tuvieron que hacerlo con permiso de sus padres. Tampoco saben lo que pasa puertas adentro sus familiares directos, precisamente por ese pacto de confidencialidad absoluta".
Según la publicación "hay castigos permanentes; es habitual el uso del látigo y el cilicio para auto flagelarse; hubo casos de desnutrición y existe una estricta prohibición de no hablar de lo que sucede". En ese sentido, afirmó que "varias de las ex monjas están con tratamientos psicológicos en Entre Ríos o Santa Fe, por las secuelas que tuvieron".
También apunta al arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puíggari, quien debe ejercer la autoridad sobre el convento, de que "nunca hizo nada para revertir la situación, pese a que viene tomando conocimiento de los excesos que se cometen".
Castigos físicos y psíquicos. La publicación aseguró que la investigación se extendió por "casi dos años" e incluyó testimonios de "ex religiosas, familiares y profesionales de la salud" de Nogoyá.
"Nunca pudieron abrazar a un familiar. Tampoco darle la mano. Una de ellas —por las religiosas— no pudo ver a su padre por diez años, porque se había divorciado de su madre y por ende era un pecador público. Nunca se pueden mirar a un espejo porque es símbolo de vanidad y si alguna de ellas intenta ver su reflejo en el vidrio de alguna ventana, habrá un inmediato castigo. Hubo veces que solamente se podían bañar una vez cada siete días. Las carmelitas descalzas del convento de Nogoyá vienen sufriendo torturas psicológicas y físicas, todo a la vista de las autoridades de la Iglesia que una vez más, han decidido no intervenir", enfatiza la investigación periodística.
El periodista Enz afirma que "todas las semanas, como práctica habitual, hay que auto flagelarse desnuda, pegándose en las nalgas con lo más parecido a un látigo, pero con varias puntas y durante 30 minutos", y añade que "el escarmiento comprende también vivir a pan y agua durante una semana; el uso del cilicio en las piernas, por varias jornadas, como sacrificio o bien la colocación de una mordaza en la boca, durante las 24 horas y por espacio de siete días".
También relata que "en cada visita de un familiar, siempre hay una monja de testigo para escuchar lo que se habla y no se permite conversar de cuestiones mundanas", y que "si ello sucede, de inmediato se avisa a la madre superiora y el castigo es la consecuencia directa".
Revela además que "todas las cartas que le llegan a las monjitas, son abiertas y leídas previamente", y que "también se controlan las correspondencias que salen; con el agravante de que la mayoría de las veces, se las hacen redactar de nuevo y les dictan órdenes expresas sobre lo que pueden transmitir a sus familiares en esos escritos".
Otra de las prohibiciones es que "las monjitas no se puede sacar una fotografía con su madre, padre o hermano, porque con la imagen pueden hacer alguna brujería".
Agudas depresiones. Otro de los castigos también es permanecer "cerca de dos horas de rodillas, delante de otras, escuchando un duro sermón de la superiora", mientras que "la atención médica es mínima y no existe la consulta psicológica", y advirtió la investigación sobre "las agudas depresiones en las que cayeron quienes estuvieron allí y optaron por renunciar o de los intentos de suicidio de algunas de ellas".
Allanamiento de oficio. Ante la publicación, el fiscal Uriburu ordenó una acción de oficio y allanó la sede religiosa, ante lo cual se topó con la resistencia de la madre superiora del convento a facilitarles el ingreso. "Hubo que utilizar la fuerza para entrar porque no se permitía el ingreso, con lo cual se rompió una puerta del convento", explicó el fiscal.
Señaló que luego "no hubo necesidad de revisar cada cuarto porque una vez que se venció la resistencia inicial de la medida, de parte de la madre superiora, al revisar algunas dependencias se aportaron en forma voluntaria una cantidad de cilicios y látigos, que son pequeñas fustas de unos 30 a 40 centímetros".
El procedimiento comenzó a las 5.30 de ayer y se extendió a lo largo de toda la mañana, conmocionando a la localidad entrerriana ubicada a 100 kilómetros de Rosario y una distancia similar de Paraná.
El fiscal Uriburu también indicó que se realizó "un relevamiento de las internas en lo cual está interviniendo el médico de policía en turno que las está examinando de a una", aunque destacó que "se está haciendo una revisación muy superficial porque, por una cuestión religiosa y del modo de vida, no se profundizó en un examen que involucre una invasión a la intimidad de cada una".
Según reporta la página web de la orden de Carmelitas Descalzos de Argentina, el monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmen fue abierto en octubre de 1991, y su fundación fue solicitada por el cardenal y arzobispo emérito de Paraná Estanislao Karlic.
"No hay ninguna imputación. Es una investigación de oficio, según ordenó la Procuración Fiscal por la publicación que salió" el miércoles por la noche, informó el fiscal. "No puedo decir cuáles son los pasos que siguen, porque vamos a mantener la reserva que amerita la gravedad del caso", aclaró Uriburu.