De golpe y porrazo en Central pareció instalarse la idea de que los pibes de las divisiones inferiores deberán ser los salvadores del club, que desde el primer partido del Kily como entrenador todos tendrán la chance de jugar, demostrar, asentarse y triunfar. Ni el propio Kily debe pensar eso porque más de una vez dejó en claro que su intención será no acelerar procesos, pero la apuesta de prescindir de los servicios de Diego Cocca y de jugársela por el ex volante zurdo formado en Arroyito tiene que ver con eso, con lograr que el primer equipo se abastezca cada vez más de los futbolistas formados en el club. De lo que nadie duda es de que será un error jugársela por un cambio radical. Porque habrá varios juveniles que tendrán la chance de entrenarse y desde ese lugar empezar a demostrar, pero para todos ellos habrá seguramente un aprendizaje que deberán mamar. Y el conocimiento que el Kily tiene de todos ellos le servirá para que esa formación sea completa, pero básicamente progresiva.
En una entrevista con Ovación el pasado fin de semana, los dirigentes de Central pusieron sobre la mesa el número que bajo esta conducción (desde el primer día de gobierno de Broglia) debutaron en primera división 37 futbolistas. El dato en sí es incontrastable. Los análisis que puedan hacerse a partir del mismo son innumerables. De la idea que nadie podría apartarse es de que el verdadero beneficio en historias como estas no pasa por el debut en sí, sino por el asentamiento y la perdurabilidad en primera división.
Las inferiores se potencian cuando los técnicos de primera ponen a los chicos. Pero siempre hay que tener paciencia
Lo que se viene con el Kily es una verdadera prueba de fuego en este sentido. Porque el objetivo de fondo es ni más ni menos que la promoción de los chicos del club, pero es algo que deberá hacerse en medio de una estructura con la capacidad necesaria, no sólo para contenerlos, sino también para potenciarlos.
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El Kily camina junto a los chicos de la reserva de Central.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Tal vez parezca una imagen falsa o se hayan creado pensamientos que nada tienen que ver con la realidad, pero el proyecto del que todos comenzaron a hablar en Central apunta hacia una dirección que al menos en los últimos años nunca estuvo demasiado clara. Es cierto que el equipo pasó por diferentes etapas y en algunas de ellas echar mano a los pibes podía significar un riesgo, pero amén de esos momentos puntuales, la apuesta por los juveniles siempre dependió de la consideración del técnico de turno. Coudet vio material ya listo para tirar a la cancha y la mayoría le respondió. A Montero los pibes no lo convencían. Leo Fernández intentó apoyarse en varios de ellos. Bauza pensó de manera diferente. Cocca, por el tema del promedio, claramente se la jugó por la experiencia.
Ahora es el turno del Kily y él mejor que nadie sabrá interpretar cómo manejarlo. Es un hecho que a muchos chicos que ya conoce les dará la posibilidad de estar en el día a día con la primera (varios de ellos firmaron contrato en el último tiempo, lo que resulta también un dato significativo), pero ese será apenas el primer paso de un largo trabajo de parte del entrenador de Central para que los frutos del mismo sean evidentes.
Tengo en claro que no podemos subir a los jóvenes porque sí y hacerlos pasar malos momentos o quemarlos
Debutar por debutar no le sirve a nadie, ni al jugador ni al técnico y mucho menos al club. Porque así como hubo casos que resultaron enormes negocios para el club no sólo desde lo futbolístico sino también desde lo económico (léase Giovani Lo Celso, Cervi, Montoya, Salazar, Lovera, por citar algunos) también hay de los otros, futbolistas que llegaron a la máxima categoría pero tuvieron pocos partidos o incluso minutos. Y el análisis no debiera detenerse en qué gestión hizo debutar más chicos en primera (de hecho los seis anteriormente mencionados irrumpieron en primera durante esta gestión pero claramente fueron formados por procesos anteriores), sino de qué tipo de proyecto hay en el medio y qué contención se les da a esos juveniles. De allí la importancia del momento, del proyecto y de la estructura.
En la última temporada peleábamos el promedio y no íbamos a poner a los pibes. Era un momento delicado
En tren de citar situaciones especiales se recuerda, por ejemplo, aquel partido emblemático en Bahía Blanca ante Olimpo (fue en los días previos a la final de la Copa Argentina contra Huracán), en el que Miguel Angel Russo (ya bajo esta conducción) hizo debutar a Fernando Piñero, Víctor Salazar, Hernán Da Campo, Rodrigo Migone y Jesús Fared. La situación sin dudas lo ameritaba, pero no hace falta entrar en detalles para entender que sólo el Tucu logró afianzarse en primera (en ese partido firmó planilla por primera vez Jeremías Ledesma, que fue suplente del Melli García). Y como esos hubo muchísimos otros casos, con Coudet y todos los técnicos que lo sucedieron. Porque es cierto que se espera que jugadores como Alan Marinelli, Joaquín Pereyra, Rodrigo Villagra (entre algunos más) logren explotar, pero también hubo de los otros casos, los Retamal, Banega, Protti, Ezequiel Rodríguez, Coscia, Alfani, Rizzi, Rochi González, Palavecino, que no lo lograron (puede que no hayan podido, que hayan sufrido el contexto o que no les hayan dado el tiempo suficiente).
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Desde octubre de 2014 en Central debutaron 37 chicos de inferiores.
“La política en la primera estuvo marcada por el deseo de lograr un título y se logró. En realidad, las inferiores se potencian cuando los técnicos de primera ponen a los chicos. Siempre hay que tener paciencia”, fue la respuesta del presidente de Central, Rodolfo Di Pollina en una entrevista con Ovación de hace días respecto a la cabida de los chicos en primera división, mientras que el vice Ricardo Carloni advirtió que “los procesos de inferiores se dan siempre entre cuatro o cinco años y como en la última temporada teníamos que pelear el promedio sabíamos que no íbamos a poner a los chicos, porque era un momento delicado. Fue lo que en su momento hablamos con Cocca. Pero ahora viene otro proceso con el Kily”.
Como bien dijo Carloni, lo que viene es el proceso del Kily González, que forma parte de un nuevo proyecto en el que se apuntará a formar chicos primero, a incluirlos en el primer equipo después y que esa inclusión desemboque en el afianzamiento de los mismos. Para todo eso se deberá andar despacio, porque en el medio habrá chicos aprendiendo.
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