Las canciones de Quique Llopis respiran el perfume de los buenos viejos tiempos. Y de las letras que calaban hondo. “Siento que la palabra está devaluada”, dice Enrique “Quique” Llopis a La Capital, en la previa del espectáculo que presentará hoy, a las 21, en el bar El Cairo (Santa Fe esquina Sarmiento”, titulado “El cantar de los poetas”, en un show donde estará muy bien acompañado por Sergio Aquilano (teclados); Marisa Gallo (guitarra); Mariela Argetieri (contrabajo) y Rulo Robiatti (percusión).
Quique fue el primer artista rosarino y uno de los pocos de la Argentina en convertir en canción la obra de poetas fundamentales de este lado del mundo. De aquí y de allá. Desde Rafael Ielpi y Juan Carlos Muñiz, que son de acá a la vuelta, hasta Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana y Rafael Alberti, entre otros y otras autoras, que marcaron a fuego el cancionero de Llopis.
En el recital de hoy se oirán algunos clásicos como “Gente necesaria”, de Lima Quintana; “Se equivocó la paloma”, de Alberti y Carlos Guastavino; “La Jacinto Piedra”, de Llopis y Parodi; “Juego de niños”, de Llopis y Muñiz; “Para salvar la primavera”, en coautoría con Ielpi; y “Canto a Rosario”, de Jaime Dávalos y Eduardo Falú.
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Quique Llopis junto al poeta Rafael Alberti.
—”El cantar de los poetas” es un espectáculo basado en los autores que te inspiraron y te siguen inspirando. ¿Quiénes son y por qué siguen siendo tus referentes?
—Este espectáculo lo vengo pensando hace años, te diría que desde que participé en las actividades que se realizaron en España en el 2002, con motivo del Centenario del natalicio del poeta Rafael Alberti. Lo presento en recuerdo y homenaje a esos enormes poetas con los cuales me formé: Elvio Romero, Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, Rafael Alberti, Cristina Fabiano, Rafael Ielpi, Teresa Parodi y Juan Muñiz. Con todos ellos compartí vida y obra. Fue un verdadero privilegio y hoy siento la necesidad de acercar esas experiencias al público. Canciones, imágenes y anécdotas, conforman el eje de este espectáculo.
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Viejos tiempos. Llopis junto a Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana.
—Cantar a esos poetas era una manera de ser revolucionario en su momento, por el mensaje contestatario de los años 70 o bien entrados los 80. ¿Hoy los jóvenes apuestan a romper el molde con el trap?¿Es otra revolución o está en las antípodas de serlo?
—Sí, yo no sólo canté a esos poetas, compuse con ellos y fueron mis grandes maestros. No sé si el trap es una revolución, todavía es muy pronto para afirmar un resultado en esa dirección. Sí puedo decirte que en estos tiempos siento que la palabra está devaluada. El tiempo dirá. Mientras tanto sigo la huella trazada por los grandes autores y compositores. El mundo es largo y ancho y todos cabemos en él.
—¿Cómo será la presentación de este jueves en el bar El Cairo, y qué te motiva este encuentro con el público después de años de encierro por la pandemia?
—El jueves vamos a compartir la comunión que significa el encuentro de música y poesía. La comunicación con el público sigue siendo lo que siempre me motiva. La transmisión del arte, el encuentro y en esta etapa también la necesidad de compartir estas historias de vida y obra con el público, de dar a conocer algún material audiovisual que irá ilustrando lo que voy contando. Durante estos duros años de pandemia, los libros, la poesía y la música fueron mis amuletos contra el pesar. Me acompañan, siempre lo harán.
— Este año lanzaste un nuevo material titulado “Los que cantaba mi viejo”, que son tangos y valses entrañables que en tu voz adquieren una coloratura singular. ¿Por qué tuviste la necesidad de hacer un disco con esas composiciones y cuándo lo vas a presentar?
—Grabar tangos era una asignatura pendiente y durante la pandemia pude hacerlo. Mi padre cantaba muy bien, y lo hacía con muy buen gusto. Fue convocado incluso por algunas orquestas locales pero su pasión por el fútbol pudo más. Siempre me repetía como un mantra: “tenés que cantar este tema, tenés que grabar tangos” Bueno, aquí están. Grabar este disco es, de alguna manera, traerlo a él desde el recuerdo.