Kloster es un escritor famoso al que la vida le sonríe. Hasta que un día quiere seducir a su secretaria Luciana y hay un punto de quiebre. Ella lo denuncia por acoso sexual, él le da una cifra millonaria y parece que todo termina. Pero empieza lo peor. De uno en uno, en un lapso de diez años, pierden la vida los integrantes de la familia de Luciana de forma sospechosa. Y esas muertes tienen alguna relación con Kloster, a quien nadie puede acusar porque ahora es un hombre destruido ya que acaba de sufrir una tragedia en su casa, en la que perdió a su mujer y a su pequeña hija. Luciana está al borde de la locura y convoca al periodista Esteban Rey, interpretado por Minujin en una composición estereotipada, en la que que antes que a un reportero gráfico se asemeja más a un detective estilo Philip Marlowe. La trama de este policial negro se torna poco creíble, porque Sebastián Schindel pretendió darle un giro bíblico, basado en la Ley del Talión, y desembocó en un pastiche tal que cuesta entender que esta película sea del mismo director que “El patrón” y “Crímenes de familia”, por citar dos de sus filmes logrados. Basada en la exitosa novela “La muerte lenta de Luciana B.”, “La ira de Dios” se convierte en una película olvidable, que pasará como una más de la larga grilla de la plataforma Netflix.