Gabriela Acher tiene una teoría de rigor científico que postula que el ADN de las mujeres mutó retrasando 20 años el gen del envejecimiento, de modo tal que los 60 son los nuevos 40, los 50 los nuevos 30 y los 40 los nuevos 20. Para que no queden dudas sobre la veracidad de la investigación, la actriz y comediante viene a explicarla sobre el escenario en “¿Qué hace una chica como yo en una edad como esta?”, el unipersonal en formato TED que presenta el próximo sábado 8 de abril a las 21 en el teatro Broadway de San Lorenzo 1223. Con la Tarjeta de Beneficios habrá 20% de descuento en platea baja y sorteo de entradas
Todo tiene una explicación, y la invitación de su espectáculo ofrece algunas pistas. Parece ser que la universidad de Taho Lindo, en la Baja California, realizó un estudio genético de 150 mil mujeres de entre 40 y 60 años, que reveló que, como consecuencia de que las jovencitas se divirtieron un 1500 por ciento más que sus madres y abuelas, se produjo una transformación irreversible del ADN femenino. Esta teoría, que mezcla humor con mucho de realidad, es parte del último libro de la comediante, adaptado a teatro en formato de charla TED, con un fuerte contenido motivacional.
En una charla con Zoom, Acher explica lo que viene a contar sobre el escenario y repasa los orígenes de su comunión con el feminismo, al que define como el protagonista de la única revolución sin sangre. Reflexiona sobre las transformaciones sociales y culturales acontecidas, y habla del resurgimiento de nuevas mujeres, que a fuerza de reafirmar su derecho al disfrute, se erigen como “nueva generación” aunque tengan 70.
—Tu espectáculo dice estar dirigido a las nuevas generaciones de mujeres. Y decís que son nuevas porque hasta hace 50 años no existían. ¿No existían o estaban amordazadas?
—No existían, porque no gozaban de lo que ahora nosotras llamamos vida. Cuando las mujeres llegaban a cierta edad se transformaban en ancianas. Cuando yo era chica vivía en una casa con dos abuelas de 60 que eran dos ancianas con pelo blanco y rodete, dedicadas a cuidar a los nietos, no tenían vida social ni nada parecido. Hoy mis amigas de 60 hacen triatlón y usan pollera corta. Esa teoría parece un delirio, pero la verdad es que eso está sucediendo, somos jóvenes por mucho mas tiempo y lo atribuyo a que nos divertimos más ahora.
—La presentación de tu show dice: “Vuelve a los escenarios Gabriela Acher más vieja que nunca”. ¿Le estás haciendo un corte de manga a esa idea tan fea de vejez impuesta socialmente?
—Exactamente eso es lo que estoy haciendo. En este espectáculo hablo del paso del tiempo, de mi edad y de que hay algo dentro nuestro que no envejece. El problema puede ser el cuerpo, pero la presentación refiere a un sentimiento universal, no solo de las mujeres, creo que todos nos sentimos mas jóvenes de lo que nos devuelve el DNI o el espejo.
—Sos una mujer con una cosmovisión feminista que logró expresarse cuando muy pocas lo hacían. ¿En aquel momento viste venir la posibilidad de un movimiento de mujeres, tal como se produjo? ¿Eras optimista?
—En realidad no, la verdad es que pensé que no iba a poder verlo en esta vida. Sinceramente veía que en Latinoamérica estaba muy demorado el asunto, por eso pensaba que no iba a tener la suerte mientras esté viva de ver que las mujeres se despierten. Estaba muy influenciada por las norteamericanas o las inglesas, eran mis lecturas preferidas.
—¿Creés que el feminismo trastocó los parámetros sociales impuestos sobre la vejez?
—Si, sin duda el feminismo ha tenido que ver en esto. Creo que la mujer ha hecho una evolución que el hombre aun no ha podido hacer, ellos no han podido hacer esa revolución, en cambio las mujeres han logrado cambios sustantivos en sus vidas. La propuesta de este espectáculo es ¡diviértanse, no hay tiempo que perder, antes de perder los dientes, ríanse! Eso es lo que yo tengo para proponer porque es lo que me ha dado resultado en la vida. No me gusta la palabra vieja porque el sentimiento que yo tengo no es de vejez. A las mujeres que han hecho esta revolución y que están pasándola bien no les cabe la palabra vieja.
—Vivimos en una sociedad que tiende a asociar la vejez con la ausencia de placer. ¿Venís a contar que las mujeres mayores también gozan y la pasan bien?
—Por supuesto, mi lema es mientras hay risa hay esperanza, si te podés reír eso significa que la vida tiene sentido. Creo que el tabú tiene que ver con la sexualidad, porque se asocia el placer solo con la sexualidad y hay muchas maneras de gozar y disfrutar, el sexo es una de ellas, y conozco gente mayor que lo disfruta muchísimo y no sienten ninguna culpa por eso, todo lo contrario, gracias a la buena voluntad y alguna que otra hormona suplementaria.
—Este era un tema del que no se hablaba hasta hace poco tiempo.
—Es verdad, pero para eso estoy yo (entre risas), para hablar de todo eso. Te cuento una cosa, mi feminismo se destapó en el momento en el que empecé a escribir. Antes de la publicación de mis libros yo pensaba que estaba escribiendo sobre mis problemas personales, pero tuvieron tanta repercusión en las otras mujeres que me dí cuenta de que lo que yo pensaba que era un tema personal en realidad era un tema colectivo. Eso me dio una sensación de comunión tan grande con el resto de las mujeres, las sentí tan cerca, tan hermanas, que ese sentimiento me acompañó desde entonces a lo largo de toda mi carrera. Lo que quiero es que nos riamos todos las unísono de lo mismo y de nosotros mismos. Otra de la cosas que descubrí, es que vivir en un cuerpo de mujer significa pasar por una serie de experiencias comunes, menstruaciones, embarazos, menopausias, que nos hacen parecidas por muy distintas que seamos. Con los varones no pasa, porque por el cuerpo de ellos no pasa la vida entera como con el nuestro.
—¿Qué opinás sobre el discurso de algunas mujeres que dicen que el movimiento feminista no las representa?
—Creo que dicen eso porque tal vez no las representan ciertas actitudes radicales del movimiento feminista. La historia no se mueve en línea recta, se mueve en péndulo, en este momento nuestro movimiento feminista está pasando por un extremo del péndulo hasta que se estabilice. No es posible lograr de un momento para el otro un cambio tan brutal y grande en la sociedad. No hay que olvidar que son muchos años de patriarcado y de mirar el mundo con un solo ojo. Eso no se cambia ni en un día ni en dos, me gusta definir al feminismo como la única revolución sin sangre. Los privilegios solo los cuestionan los que no los tienen, y esto para los varones es muy difícil porque no se dan cuenta de que los tienen, por eso sienten nuestra pelea como algo opresivo. Para las mujeres también esto es difícil porque ellos son nuestros padres, nuestro novio, nuestro hermano. El otro no es un patrón que nos somete sino una personas cercana a nosotras, entonces no es una revolución fácil de entender.