Jorgelina Casella y Sergio Bustos comenzaron a trabajar juntos el año pasado, pero en poco tiempo se convirtieron en una pareja de tango de nivel internacional. Experiencia no les falta: son bailarines desde pequeños, se entrenaron primero en el folclore y después se enfocaron a pleno en el dos por cuatro. Sergio baila tango desde hace dos décadas, realizó giras por Italia y Japón y fue finalista del Mundial de Tango. Con Jorgelina vienen de ganar el primer puesto en la categoría tango salón en el festival Valparatango 2015, que se realizó en la ciudad chilena de Valparaíso. El 23 de abril viajarán a Japón, donde darán clases y shows, y además los espera una gira por Europa.
“La conexión entre nosotros fue instantánea, nos entendimos en el primer abrazo. El crecimiento de la pareja se fue dando muy rápido, trabajamos mucho a diario para mejorar”, dijo Jorgelina en charla con Escenario. En octubre del año pasado compitieron en un festival en Córdoba, donde salieron terceros; después triunfaron en Valparaíso, donde se midieron con 21 parejas, y ahora el desafío es enseñar y actuar en Japón. “Vamos a trabajar en la ciudad de Fukuoka. Vamos a dar clases en una escuela de arte y también tenemos el compromiso de hacer shows, milongas y eventos”, contó la bailarina. “Tenemos un contrato por seis meses con la posibilidad de extenderlo. Eso depende del alumnado. Ellos son muy exigentes en la calidad de las clases. Nosotros tuvimos que audicionar y ahora vamos esperando una buena respuesta”, relató.
Tras la estadía en Japón la pareja planea una gira por varios países europeos, que en principio incluirá a España, Italia y Francia. “Trabajar afuera significa mucho esfuerzo”, apuntó Jorgelina. “Es cierto que se gana bien porque se cobra en dólares, y el tema del cambio ayuda, pero es una cuestión de trabajo diario y de mucha dedicación. Nada viene de arriba. El público de afuera consume tango desde hace tiempo y no es fácil venderle algo improvisado, hay que trabajar mucho”, enfatizó.
Si bien el tango es conocido en todo el mundo, cuesta entender cómo una cultura tan lejana como la nipona puede interesarse en una danza tan autóctona de estas tierras. “En general el latino tiene danzas que son de mucha conexión con la pareja, en el extranjero eso no existe, y tiene que ver con nuestra cultura”, explicó la bailarina. “Ellos se sorprenden de las cosas que se pueden realizar en un abrazo como en el caso del tango, que conecta tanto, que expresa tanto, sin necesidad de hacer grandes trucos o grandes saltos. En el tango, simplemente con el abrazarse y caminar alcanza. Nosotros somos bailarines de varias danzas, pero elegimos el tango por todo lo que puede expresar: es pura conexión y pasión”, afirmó.
La pareja tiene referentes de excelencia como Osvaldo Zotto (que fue profesor de Sergio), Roberto Herrera y Lorena Ermocida. “El nivel en Argentina es muy bueno”, dijo Jorgelina. “Hay muchísimas parejas trabajando, tanto en el país como en el exterior, y nos representan muy bien. Cada una tiene su estilo y lo trabaja de una manera diferente. El tango es una danza popular y te da mucha libertad para hacerle aportes personales. Eso hace a la diversidad, y que haya tanta gente bailando”, agregó.
Estilos diferentes. El año pasado Mora Godoy deslumbró en “Bailando por un sueño”, y el tango se paseó por la televisión a partir del programa de Marcelo Tinelli. “La exposición del tango-show ayuda a que esta danza abra fronteras”, dijo Jorgelina Casella, pero enseguida aclaró: “Nosotros trabajamos un tango diferente, buscamos más la línea del salón, es un tango que requiere de improvisación neta. Nosotros simplemente nos abrazamos y bailamos lo que la música propone. Ahí entran en juego las emociones que tenemos en ese momento, la conexión que se da, y así surgen cosas nuevas en cada actuación. El tango-show es un tango que está coreografiado, y nosotros lo hacemos si el espectáculo lo requiere, pero nuestro fuerte es el estilo de salón”, recalcó.
La bailarina aseguró que la movida del tango en Rosario “creció muchísimo” en los últimos años. “Tenemos milongas a diario, hay espacios que incluso son gratuitos, abiertos a todo el público. Los jóvenes se acercan espontáneamente. El tango no tiene edad, y eso es lo mejor”, resaltó. En contrapartida, admitió que no es fácil vivir de bailar tango en la Argentina. “Hay que buscar mucho el trabajo y profesionalizarse. No hay que dejar de tomar clases y estudiar todos los días. Es una realidad que en el país el arte no está lo suficientemente valorizado”, concluyó.