El terremoto político en el Reino Unido no cesa. Tras la salida de Boris Johnson, su sucesora, Liz Truss, llegó al cargo cerrando la era de Isabel II anunciando un radical ajuste impositivo de más de 60 mil millones de euros, entre otras “audaces medidas”. La ahora ex líder del Partido Conservador tuvo que recular en sus decisiones. El retroceso cobró tal magnitud que vio licuada sus bases de legitimación. La conclusión fue su renuncia a la jefatura de gobierno.
A poco más de un mes de iniciada su gestión al frente de la política británica, Truss tuvo que dimitir. Ayer mismo se ungió como "una luchadora". Hoy, en su discurso de renuncia frente a la residencia oficial en el número diez de Downing Street, dijo: "No pude cumplir el mandato por el que fui elegida por el partido, por ello he hablado con su majestad el Rey Carlos III para anuciarle que renuncio".
La vorágine de la crisis global la arrojó a los anales de la historia como “Truss, la breve”. El interregno de la ministra comenzó su declive tres semanas después de iniciado como consecuencia de que los mercados financieros rechazaron su controvertido paquete económico. Aquel pretendía impulsar el crecimiento recortando los impuestos y aumentando el endeudamiento. En palabras de Truss, su objetivo se resumía en tres palabras: "crecimiento, crecimiento y crecimiento".
En miras a aquel mandato, a finales de septiembre Truss presentó ante el Parlamento un plan de medidas para relanzar la economía y atenuar la inflación, que incluye el congelamiento de las facturas energéticas, una baja de impuestos y la desregulación en el sector bancario. Vale la pena recordar que la Inflación en el país es la más alta desde 1982, cercana al 10,2% interanual.
Fiel a la premisa neoliberal, la flamante Jefa de Estado buscó reactivar la economía mediante un radical recorte de impuestos a los sectores privilegiados de la sociedad británica, según el parecer de la dirigente conservadora y su equipo económico en manos de Kwasi Kwarteng, los mecanismos del derrame iban a originar una mayor inversión en el Reino Unido y asegurar la estabilidad en vistas al crecimiento. Al parecer, este tipo brutal de ortodoxia económica no recogió adeptos en el mundo financiero y el intento de emular a la dama de hierro, Margaret Thatcher, cuando terminó en medio de una fenomenal crisis nacional con corrida sobre la libra y los bonos soberanos.
Es raro, pero no deja de ser obvio. El mundo financiero acepta estas políticas orientadas a sus intereses siempre y cuando no se den en casa: ¿será que son conscientes de los efectos nocivos que estas producen? Sea cual sea la respuesta, es un hecho que el establishment le dio la espalda a las medidas diseñadas para beneficiar a sus propios intereses.
Veamos algunas de ellas, en especial a las que encarnaba el espíritu del “mini presupuesto” de Truss, para entender de qué hablamos.
- La anulación del límite a los bonos para los banqueros, que es de 200 por ciento del salario anual hasta el momento en el Reino Unido, y una baja del porcentaje máximo del impuesto a las ganancias, de 45 a 40 por ciento.
- Se impulsó la reducción impositiva a las corporaciones del 25 al 19 por ciento.
- Para enfrentar la crisis energética decretó el congelamiento de las facturas de energía durante dos años. En el caso de las empresas, el gobierno las financia a casi la mitad de las facturas durante seis meses. Las medidas en materia energética anunciadas por los conservadores serán financiadas con endeudamiento público, y por lo tanto sobre las espaldas de los contribuyentes.
Esta nueva dama de Hierro reveló sus pies de barro y el rechazo del mundo de los negocios a la desgravación selectiva de la carga impositiva dejó en offside a los conservadores. Las propuestas del ahora ex ministro de Finanzas de solventar la quita de impuestos con la toma de deuda pública en cualquier país del subdesarrollo serían festejadas con beneplácito, pero otra vez opera el doble estándar, en casa no.
El plan nunca llegó a aflorar y a escasas semanas de su anuncio se desplomó. La libra esterlina se devaluó frente al dólar estadounidense y disparó el costo de la deuda a largo plazo del país y puso en riesgo los fondos de pensiones de todo el reino. Incluso algunos bancos suspendieron acuerdos hipotecarios en medio de la incertidumbre.
El argumento del gobierno, que versó en que bajarle los impuestos a los ricos haría que Reino Unido fuera más competitivo y fomentaría la creación de empresas y la inversión, quedó hecho cenizas. Truss pidió la renuncia de su Ministro de Finanzas y se preparó para capitular al “mini presupuesto”, la erosión de su figura obligó a que el partido imponga un nuevo Primer Ministro “de facto”, camuflado como flamante Ministro de Finanzas. Desde el 14 de octubre, Jeremy Hunt acumula el poder político en el Reino Unido. Cualquier similitud con la Argentina no es pura coincidencia, en periodos de inestabilidad, de conflictos, de desórdenes internos y globales, los técnicos quedan en segundo plano, los economistas se subsumen a la política.
Hunt, como nuevo Canciller de la Hacienda del Reino Unido o Ministro de Finanzas, revisó e hirió de muerte todo el programa económico de Truss. En su anuncio el 17 de octubre explicita las siguientes revisiones:
- No se rebaja los impuestos a las empresas
- No se rebaja los impuestos a los dividendos
- No rebaja de los impuestos a la renta
- No se exonera a los turistas del IVA
- Las ayudas a los hogares para pagar las facturas energéticas se limitarán finalmente a seis meses en lugar de los dos años inicialmente previstos.
El ruido pólitico en las últimas horas de Truss desembocó en la renuncia de la ministra del Interior del reino, Suella Braverman , y en una supuesta amenaza de otros minstros de seguir ese camino. El editor de Política de la BBC, Chris Mason aseguró días antes de la renuncia: “El ritmo de la política es cada vez más acelerado. Liz Truss se convirtió en primera ministra hace cinco semanas y media. Han pasado tres semanas desde que el ahora exministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, dio a conocer sus planes fiscales. Ahora dos de ellos han sido abandonados y él también ha dejado el cargo. Y la credibilidad de la primera ministra, a los ojos de muchos de sus propios compañeros en el Parlamento, también está por los suelos”.
Con respecto al fracaso del plan de Truss, una ex ministra le dijo a la BBC que fue como "un accidente automovilístico”, y que no creía que ella (Liz Truss) pudiera sobrevivir políticamente a esto.
El Brexit, el reordenamiento global y los problemas internos del Reino Unido se encargaron de cargarse el cuarto primer ministro en seis años. El tablero político europeo se sobrecalienta y el futuro sigue siendo espinoso.