¿Cuánto hay de la industria metalúrgica rosarina en las casas de la ciudad? ¿Cuánta mano de obra local hay en las heladeras, cocinas y planchas que comenzaron de poco a poblar las casas de los obreros hijos de los que huelguistas de los grandes conflictos de los años 40? ¿Y cuánta manufactura rosarina hay en las maquinarias que movieron (y mueven aún) los campos de la región y el puerto local desde inicio del siglo XX? Ese proceso iniciado a partir de la década del 30, beneficiado por la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y que permeó transversalmente desde entonces las capas urbanas e identitarias que aún hacen a la ciudad puede verse contado a partir de hoy en diversos objetos, lenguajes y formatos que se exhibirán en el Museo de la Ciudad (Oroño 2300). Esa historia que hizo de las calles un espacio de grandes ferias industriales, pero también de grandes luchas por los derechos de los trabajadores y los lenguajes artísticos en que esa Rosario metalúrgica quedó plasmada son parte de "Historias de metal. Del taller a la ciudad (1939-1962)", la muestra que abre sus puertas este jueves, a las 18, en el parque Independencia.
"Hay una vinculación directa entre la metalurgia y la historia de la ciudad", afirmó, antes de contar que justamente esas historias y sus diferentes capas es lo que se exhibirá en diferentes recorridos que "van desde los lenguajes artísticos y los artistas invisibilizados que estuvieron vinculados a esa industria, como fueron los hermanos (Godofredo y Guillermo) Paino hasta los más concretos, que son los objetos que van de los pequeños a los grandes talleres que marcan este momento de la ciudad".
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Entre los espacios del recorrido, Acindar, el barrio que tomó el nombre de la metalúrgica y que se lo quedó cuando la producción se fue a Villa Constitución, tendrá un espacio especial articulado alrededor de "El libro de barrio Acindar", un trabajo de historia coordinado por Pamela Gerosa y Fernando Laredo, y publicado por la Editorial Municipal en 2011.
"Lo que tomamos en esta sala es justamente la construcción de un barrio, las relaciones sociales de los trabajadores y los ex trabajadores, su historia oral; entramos en las relaciones que se generan a partir de una industria que llega, genera el barrio, se va y quedan las chimeneas, las casas, las relaciones y los recuerdos de los que no se fueron a Villa a Constitución", explicó Charles.
El período elegido, 1939-1962, aunque arbitrario, tiene un por qué. Quien explicó ese trabajo es la docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Silvina Simonassi, quien, a través de la curaduría de la muestra, llevó al museo sus décadas de investigación académica sobre los trabajadores de la industria y sus patrones con el desafío reconvertirlas en otros lenguajes: objetos que van desde prensas y tornos hasta electrodomésticos, así como también imágenes y sonido.
Cambio de perfil
"Consideramos que a partir de 1939 es el momento de mayor consolidación de la industria en la ciudad y tomamos el corte en el 62 que, si bien es caprichoso, es el momento en que irrumpe en el Gran Rosario el capital extranjero en la rama, a diferencia de otros puntos del país donde ya estaba instalado", señaló la historiadora e indicó que fue por esos años que desembarcó John Deere en la ciudad y agregó: "En algunos casos se eran los capitales extranjeros solos y en otros casos asociados a capitales locales".
Convencido de la que metalúrgica es "la madre de todas las industrias", Roberto Cristiá, presidente de AIM, señaló que "en los 40 cualquier obrero tenía en el fondo de su casa un torno con el que seguía trabajando y ese fue el origen de muchas industrias" que aún hoy subsistieron a los procesos que llegaron con la dictadura cívico militar (que algunos llaman de desindustrialización y otros de concentración de los grandes capitales).
De hecho, ese es el origen de Crivel SRL, la fábrica de electrodomésticos que Cristiá conduce en la zona este. Simonassi, en tanto, recuerda que la actual Francovigh ya por entonces daba los primeros pasos y Giorgi, la firma de maquinaria agrícola, comenzó a a andar incluso en los años 20. "Argental estaba en la zona del Gran Rosario; Gema donde luego se hizo el complejo Village; y Simetal, la ex Daneri y Forja en la zona oeste; todas fueron emblemáticas en sus época", agregó.
Así como la Segunda Guerra Mundial fue la que dio la posibilidad del crecimiento a la industria en general y a la industria metalúrgica en particular, Simonassi remarcó cómo también sobre el final del conflicto surgió "el temor al desborde de la situación social y a dejar a grandes masas desocupadas, lo que obligaba a mantener el ritmo de producción para evitar el colapso de las relaciones capital trabajo, más aún con un gremio de mucha conflictividad".
Sin embargo, lo que también deja en claro la historiadora es que por entonces los industriales no gozaban de buena reputación en "una Rosario agrícola, comercial, financiera, intermediadora y portuaria" y agregó: "Esa es la imagen que la industria pugna por romper, porque no era una actividad reputada, eran hombres que venían con poco capital, ponían un torno en el fondo y armaban un taller, no pertenecían a la clase dominante. También en ese plano se da la pugna por imponer los valores asociados a la industria".
Cómo lo hicieron. Primero fueron las vidrieras y cuando las vidrieras no alcanzaron fueron los grandes salones que se llevaron adelante en la ciudad en 1946 primero, y en la década del 50 después. Varios miles de metros cuadrados de exposición de lo que la industria local estaba produciendo y de lo que el museo guarda registros documentales y gráficos que son parte de la exhibición.
"Creo que esas exposiciones al estilo europeo hablan de una realidad, pero también de un deseo de una gran industria pesada que sabemos que en la Argentina tardó más en llegar", sumó Simonassi. Un deseo que se expresaba incluso en las calles de ciudad, que era escenario de desfile de grandes carrozas y engranajes. La misma calle, donde también en las barriadas y las puertas de las fábricas se expresaban los conflictos.
En la mesa, patrones, obreros y Estado
Las imágenes de chimeneas humeantes y obreros mirando el porvenir que los hermanos Paino (españoles radicados en Rosario y contemporáneos de Antonio Berni en La Mutualidad) pintaron en enromes murales efímeros que engalanaron las grandes ferias y que la muestra repone a través de la reinterpretación de los artistas Lisandro Urteaga y Marlene Zuriaga, son la contracara de las grandes luchas por derechos básicos que también en en la escena pública tuvieron que dar los obreros. "Fue un gremio de mucha conflictividad", definió Simonassi.
La historiadora indica que ya en marzo de 1943, pocos meses antes de que se conformara la Cámara de Industriales Metalúrgicos de la ciudad, se había producido una gran huelga conducida por el sindicato de obreros por entonces en manos de dirigentes comunistas.
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"La organización empresaria está condicionada por ese contexto de lucha y aparece una práctica que se va a ir consolidando que es la de sentarse a negociar condiciones de trabajo entre patrones, obreros y el Estado -indicó Sominassi-. Eso comienza en este momento, se consolida con el peronismo y se mantiene".
Así, el sindicato aparece sentándose a la mesa de negociación y en los pliegos de condiciones, la cámara aparece convocando a las patronales a cumplir lo firmado. "La letra no siempre se correspondía con lo que pasaba en los talleres", aclaró la curadora sobre los derechos que van desde lo salarial hasta la presencia de baños en los espacios de trabajo y el medio litro de leche por trabajo insalubre.
Allí, en esas luchas, recalcó, es donde además "aparece con claridad el rol de las mujeres". Y agregó: "Por la brecha salarial existente entre las que trabajaban en algunas ramas, como secretarias, y por el trabajo doméstico que era el que sostenía no sólo a los trabajadores adultos, sino además a los aprendices de la industria que ingresaban a los talleres a los 14 años. Así, desde su casa, también trabajaban para la industria".
En la calle, en las huelgas, toman otro rol preponderante de acompañamiento y sostén, lo que se evidencia en la muestra en relatos y testimonios. "Desde el hogar trabajan y en la huelga son las que van, contribuyen a la toma de las empresas y colaboran en solidaridad con la lucha", concluyó Simonassi.