La figura de Centeya se sitúa en una esfera marginal y al mismo tiempo definitoria de ese inagotable fenómeno popular bautizado tango: la de los poetas lunfardos. Heredero y continuador directo de Carlos de la Púa, Felipe Fernández (Yacaré) y el Negro Celedonio Esteban Flores, su certera pluma adquiere rasgos metafísicos para cantar el paisaje porteño, contemplado desde bien abajo y no desde arriba. Pero quien mejor explicará su relevancia es el propio Kaller, quien estará presentando su libro el próximo jueves en el Fontanarrosa y dialogó con este suplemento, en una charla que terminó por abordar muchos más temas de los originalmente planteados.
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Lautaro Kaller por dos: talento y rigor informativo al servicio del tango.
-Lautaro, ¿cómo surge en vos la pasión por el tango, que te ha llevado a convertirte en un auténtico referente en la materia? Generacionalmente, vos deberías haber escuchado rock…
-Supongo que al principio por estímulo en mi casa y, después, por ir encontrándome con un mundo fascinante y vigente. Digo vigente a pesar de que mi niñez en la década del ochenta fue un momento de gran crisis para el género. Es que el mensaje y la expresión del tango no solo mantienen vigencia sino que resultan siempre necesarios.
-Vos ya habías dado pruebas de tu capacidad de trabajo con el imponente libro sobre el tango en Rosario, pero en esta biografía te largás a nadar en otras aguas: ¿por qué Julián Centeya? Lo llaman “el poeta maldito” del dos por cuatro.
-Bueno, en ese recorrido temprano por el tango, Julián fue una de las primeras cosas con las que recuerdo emocionarme. Mi viejo tenía un par de discos y los terminé rayando de tanto escuchar. Había algo que me conmovía profundamente. Lo raro de todo eso es que tenía diez u once años, jajaja: ¿qué habré entendido de Julián en ese momento? ¿Qué me habrá disparado esa emoción?
En cuanto a lo de “maldito”, sí, claro. Fue un personaje que siempre tuvo una actitud hostil con la industria del entretenimiento. Y eso, sabemos, se paga caro.
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Julián Centeya con, entre otros, el recordado Hugo del Carril.
-Contame algo de la investigación que llevaste adelante y del tiempo que te tomó escribir la obra, que se vislumbra exhaustiva…
-Bueno, desde ese temprano encuentro emocional, empecé a rastrear todo el material que tuviera que ver con su universo. Material que, por cierto, era muy escaso y, por tanto, la tarea fue ardua.
Algunos pocos años después esa búsqueda se convirtió en sistemática, y en 1999 cristalizó en un micro en “A todo tango”, el programa radial de Gerardo Quilici, sobre la vida y obra del poeta. Eso potenció la pesquisa que, por otra parte, nunca se detuvo a pesar de las otras investigaciones que abordé de modo paralelo.
Ahora, en estos últimos dos o tres años en que fui dándole forma al libro, comencé a organizar todo el material que tenía sobre el tema y me encontré con entrevistas que había hecho, incluso, en los primeros años de la década del noventa. Ese material fue de gran utilidad pues resultaron testimonios de personajes cruciales que me permitieron reconstruir con mucha solidez las diferentes etapas del poeta.
Por otra parte, la investigación está sostenida sobre más de mil quinientos artículos periodísticos que Julián firmó con sus distintos seudónimos y que fui hallando a través de un seguimiento meticuloso en diarios y revistas de época. Además, tuve la suerte de conseguir y recuperar cerca de cincuenta horas de audios de su voz, perteneciente a programas radiales o conferencias (que de a poco voy subiendo a mi canal de youtube).
Finalmente, el vínculo de amistad con Norman Vergiati, hija de Julián y su única heredera, me ha ayudado a comprender mejor una época, además de tener acceso a documentación y material gráfico que nuestro personaje conservó hasta sus últimos días.
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El joven poeta con sus hermanas Pierina y Fanny.
-Hablemos un poco de tango: ¿quiénes son tus músicos y letristas predilectos?
-Es difícil de responder la pregunta porque el tango es un corpus inevitablemente extenso, en el que se hacen necesaria una cantidad enorme de artistas que van desde Villoldo hasta nuestros días.
De cualquier manera, hay dos nombres para mí imprescindibles y sobre los que, entiendo, gravita todo el tango: Gardel y Troilo.
Luego, hay otros muy importantes, por cierto que, en lo particular, me emocionan. Nombro algunos con la certeza de estar dejando afuera, injustamente, a muchos otros: Maffia, Pugliese, Láurenz, Francini. Y podría agregar a los rosarinos Antonio Ríos y Julio Ahumada.
Entre los poetas, el lote de siempre: Manzi, Cátulo, Discépolo, Homero Expósito, Celedonio Flores y Cadícamo. Sumaría a José González Castillo, Enrique Dizeo, García Jiménez y a Julián, por supuesto.
Eso entre los clásicos. Y en la actualidad también hay una cantidad de expresiones muy variadas y con gran proyección. Entre los músicos que van a estar actuando en la presentación del libro tenemos una muestra sobrada del talento de las nuevas generaciones: Joel Tortul, Martín Tessa, Cristian Gustafsson, Simón Lagier, Javier Gómez, Ciro Barbero, Diego Ferreyra y el cantor Ezequiel Martez.
Todos ellos, protagonistas del mejor tango.
-Ya que estamos, y por fuera de Gardel, haceme una lista de los cantores que más escuchás.
-También en materia de cantores escucho mucho y variado. Entre los contemporáneos a Gardel escucho con gusto a Corsini, Mercedes Simone, Charlo, Magaldi, Azucena Maizani, Agustín Irusta, Luis Díaz, Alberto Gómez.
Luego, presencias ineludibles: Rivero, Goyeneche, Nelly Omar, Floreal Ruiz, Fiorentino, Ángel Vargas, Raúl Berón. Y otros no tan reconocidos pero que me gustan especialmente: Chanel, Mauré, Carmen Duval, Aldo Calderón, Morán, Orlando Verri, María de la Fuente, Jorge Vidal, Jorge Ledesma. Además, habría que ubicar un cuarto segmento de cantores que me parecen extraordinarios –y no exagero con la palabra– pero que grabaron poco, con lo que su universo nos queda, lamentablemente, algo acotado para recorrer. Hablo de nombres como José Berón y Osvaldo Cordó, por ejemplo.
-¿Creés que, como dicen, el tango “ya fue”? ¿O hay futuro? Y en ese caso, ¿por dónde?
-Creo que el tango está vigente. Y su vigencia se debe a su condición intrínseca.
Para ir un poquito más profundo: el tango como fenómeno sociomusical es muy amplio y variado. Pero una fracción muy importante, para mí decisiva, se constituye como una expresión genuina de resistencia hacia una serie de valores que impuso, en su momento, lo que hoy llamaríamos “modernidad eurocentrada”. Hablo de ese sistema de valores que esteriliza la realidad, le rompe el encanto y se erige como un nuevo monoteísmo: el del fin de lucro y la eficacia económica.
Bien, si analizamos con un poco más de detalle, veremos que el tango celebra todo lo que ese mandato cultural desecha, y desprecia lo que ese mandato cultural pondera. Exalta, casi invariablemente, los valores opuestos a los de esa “modernidad eurocentrada”, con su sociedad de consumo y sus satélites: el uso racional del tiempo, la histeria por el status, etcétera. En fin, a la conversión del hombre moderno en una mera entidad estadística. Esto que parece muy abstracto aparece de modo claro y recurrente en los tangos.
Como ese sistema de valores de la “modernidad eurocentrada” se encuentra en su plenitud, la vigencia del tango no solo es posible sino que es necesaria. Y creo que el abordaje que han hecho las nuevas generaciones en las últimas décadas da muestra de ello.
Esta es una hipótesis de trabajo con la que vengo trabajando desde hace tiempo y con la que hilvano, también, Dueño del mundo que da la esquina. Ella, creo, permite entender más acabadamente el universo Centeya en particular y el tango en general
-La última: ¿hay una marca rosarina en el tango?
-Considero que sí. Hay una marca rosarina de tango que se ha hecho mucho más visible en las últimas décadas. Al correrse el mercado de la actividad, las expresiones dejaron de estar atadas a una necesidad imperiosa de discográficas y editoriales. De tal manera, hoy se observa una cantidad de propuestas originales que, creo, van delineando cada vez más una forma rosarina particular de “hacer tango”.
Los músicos mencionados anteriormente y que van a estar en la presentación del libro son, justamente, un seleccionado de grandes artistas locales que ofician, a su vez, de directores de orquesta y encarnan diferentes proyectos vinculados al género con particular impronta y notable jerarquía.