Buenos Aires-
Claudio Cacio, uno de los abogados de la familia del asesinado ex prefecto
Héctor Febres, aseguró hoy que “no hay ninguna prueba que los acredite como
encubridores” a sus clientes, en la causa en que se investiga la muerte de ese ex
represor de la Esma.
La jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado resolvió dejar en
libertad a los hijos de Febres, Ariel y Marcela; y a su viuda, Stella Daris Guevara, aunque
quedaron procesados por encubrimiento agravado y embargados con tres millones de pesos cada
uno.
“No veo la lógica y el sentido y creo que la Cámara Federal de San
Martín va a anular esa resolución porque los únicos que han colaborado en la investigación
han sido mis clientes”, afirmó Cacio en declaraciones a radio 10.
Febres, que estaba acusado de cometer crímenes de lesa humanidad durante
la dictadura militar, murió envenenado con cianuro donde estaba detenido, un lugar de la
Prefectura ubicado en el Tigre.
Para el letrado, “es disparatada la imputación que se les hace (a
sus defendidos) y encima se comieron 21 días de prisión, una familia que claramente es
inocente”.
“Si hubiera sido el juez de la causa hubiera tomado una medida más
prudente con respecto a la calificación por los elementos de juicio que hay porque para mí es
claro que daba para la falta de mérito o sobreseimiento”, argumentó Cacio.
Respondió que “ellos no tenían ni siquiera la posibilidad
material” de darle el veneno a Febres.
Destacó que a las 23 del día anterior al asesinato de Febres llamó a la
esposa y que le dijo: “Bueno, cené con el gordito”, al aludir al prefecto Angel
Volpi, quien junto al también prefecto Rubén Iglesias la jueza Arroyo Salgado les dictó la
prisión preventiva.
Cacio agregó que luego entre las 23:15 y 23:30 de esa misma noche
“llama (al ex prefecto) el esposo de la hija de Febres para preguntarle por el partido
de Boca en Japón” y señaló que ese fue “el último contacto telefónico” con
familiares.
Por otra parte, Víctor Giuliani, uno de los integrantes del círculo íntimo
de Febres que solía visitarlo en el lugar de detención, contó que el ex represor le dijo:
“Mirá, la única solución que me queda es no hablar”.
Ese diálogo forma parte de la causa en manos de la jueza Arroyo Salgado,
en la que Giuliani también contó que Febres le dijo que se sentía “abandonado”
por la Prefectura.
“El día que lo fue a visitar observo que del camarote del causante
egresaba una persona que, según su interpretación, habría intimado a Febres con el objeto de
que guardara silencio respecto de aquella información sensible que fuera de su
conocimiento”, relata la jueza en el fallo de procesamiento de los dos prefectos
que quedaron detenidos.
Según consta en la causa, Febres ingirió veneno por vía oral,
probablemente en un comprimido o diluido en líquido. Lo demuestran los 93 miligramos de
cianuro encontrados en el estomago y los 3 microgramos que ya habían llegado a la sangre.
La dosis aún no confirmada pero letal “ingresó al cuerpo de la víctima entre las
24 del 9 de diciembre y las 2 del día 10” de ese mes.
También dice que el asesino de Febres “estuvo dentro del cuarto de
la víctima” entre la 1:00 y la 1:30 del 10 de diciembre para “asegurarse el
fallecimiento, verificando sus ultimas conexiones a Internet y, eventualmente, borrando todos
los rastros que hubiese en la computadora que, a la postre, fuera sustraída”.
“Quienes hoy aparecen aquí imputados seguramente preveían que de
tener que acabar con la vida de Febres también debían deshacerse de dicha computadora o, por
lo menos, borrar aquellos archivos que pudieran resultado comprometedores”, se señala
en la causa. (DyN)