Un hombre armado y desde una bicicleta desató un pandemónium al disparar en el interior de un pasillo de calle La República al 7100 en el que, según coincidieron vecinos, funciona un punto de venta de drogas. En el interior de ese humilde pasillo del barrio Larrea, en la zona noroeste de la ciudad, además de ese quiosco residen al menos media docena de familias ajenas al negocio del narcomenudeo. Frente a sus casas quedó el cuerpo sin vida de Hugo Alberto Vega, de 46 años, quien supuestamente habría ido por primera vez a comprar drogas a ese lugar, y resultó herido un vecino de 36 años con un balazo en el brazo derecho. Peritos de la Agencia de Investigación Criminal (ACI) secuestraron en el lugar ocho vainas servidas 9 milímetros.
“Hace tres o cuatro meses que llegaron estos tipos, compraron una casa por monedas y se pusieron a vender falopa. Desde ese momento los han tiroteado tres o cuatro veces y en una de esas veces dejaron a un hombre malherido. La cuadra, desde ese momento, se tornó un desastre”, explicó un vecino de la zona.
La República al 7100 podría ser la postal del sueño de una zona laburante, como es barrio Larrea, que se fue diluyendo con el masivo desembarco de los vendedores de drogas en sus calles, pasillos y esquinas. Una foto que se repite en muchos de los barrios periféricos de la ciudad. Una cuadra en la que hay tres o cuatro fábricas con portones y paredones que invitan al picadito de los pibes del barrio pero que muchas tardes se frustra por el miedo de los padres a que un alguien pase y dispare a mansalva sólo para generar daño y dolor.
“Esta cuadra estaba hermosa, pavimentada, y los pibitos podían estar en la calle jugando. Pero desde que llegó ese búnker voló todo por los aires. Y mejor que el lugar tenga droga para vender, porque sino se junta cualquier cantidad de gente que no es del barrio hasta que llega. Cuando hay drogas esto es una autopista, pero si no tienen la gente se queda en la esquina esperando que llegue y es un desastre”, relató una residente con tono de resignación.
“Ese pasillo, hace muchos años, tenía entrada por La República y salía por José Ingenieros. Pero un vecino lo cerró hace un largo tiempo ya y lo convirtió en una verdadera trampa para emboscadas”, contó un vecino sobre el lugar en el que fue asesinado el albañil Vega.
Más muerte
Entre los antecedentes de violencia del lugar sobresale el asesinato de Franco Nicolás González, de 24 años, quien vivía en Felipe Moré al 100 bis y al que el 19 de enero pasado persiguieron cuando circulaba en su moto Honda Wave negra. Cuando llegó al cruce de La República y México, a metros de donde mataron a Vega el viernes, lo arrinconaron dos hombres que iban en otra moto y lo mataron. Entonces le dejaron un cartel con un mensaje dirigido a un hombre que está preso acusado de integrar la asociación ilícita narcocriminal liderada por Andy Benítez y Julián Aguirre, quienes según la Justicia manejan una franquicia de Los Monos en el barrio Ludueña.
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La República al 7100, entre México y Colombia, barrio Larrea. Allí mataron al albañil Hugo Alberto Vega en medio de un cruce entre bandas.
Foto: Celina Mutti Lovera.
¿Los transas del pasillo son los mismos que estaban antes por calle José Ingenieros y a los que acusan de balear la parroquia que está sobre calle México?, consultó el cronista. “No. Eso fue en marzo o abril de 2019. Esos se fueron al tiempo, como un año después. Estos son nuevos. Compraron una casa y se pusieron a vender. Tienen una disputa con otros de Fisherton Industrial”, explicó una de las residentes de la zona dando cuenta de uno de los hechos que primero parecen espantar a la sociedad toda y luego pasan como si nada.
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El punto de venta de drogas puesto bajo la lupa está ubicado a escasos 200 metros de la parroquia María Reina y el colegio primario “Paulo VI” que además cuenta con un jardín de infantes, ambos ubicados sobre México entre José Ingenieros y Génova.
Vicio recreativo
Según se pudo reconstruir, el viernes alrededor de las 18 un grupo de trabajadores se juntaron a tomar algo sobre calle México, a pocos metros del cruce con La República. Uno de ellos era Vega, un albañil que residía a unas 15 cuadras, en el barrio Ludueña y que según los vecinos “era un consumidor recreativo de drogas” por lo que decidió ir a comprar algo al quiosco ubicado en el pasillo donde encontraría la muerte. “No era un falopero. Le gustaba una dósis de vez en cuando, como hay algunos a los que les gusta fumar. Nunca había ido a comprar a ese lugar”, explicó un vecino que lo conocía.
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El quiosco está a unos 40 metros del ingreso del pasillo, mejor dicho donde finaliza esa entrada hasta el centro de manzana. Cuando Vega transitaba hacia ese lugar un hombre en bicicleta se posicionó en la boca del pasillo y comenzó a disparar hacia el interior. “Se escucharon muchos balazos, al menos diez. Uno tras otro. Y después el de la bici se fue. No te puedo asegurar si hubo un ida y vuelta, si desde adentro respondieron con tiros”, contó un vecino. Lo cierto es que Vega recibió múltiples heridas y murió en el lugar. En tanto Gabriel M., de 36 años y vecino del pasillo, recibió un balazo en el brazo derecho con orificio de salida.
En pocos minutos la cuadra se llenó de patrulleros, peritos criminalísticos, familiares de la víctima, vecinos y cronistas televisivos. El caso quedó en manos del fiscal Alejandro Ferlazzo, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en el territorio buscando cámaras de videovigilancia, sobre todo de las múltiples fábricas que hay en las inmediaciones, y recaben datos de potenciales testigos.